El juicio de las revelaciones y las amnesias selectivas
Lo que dejaron hasta ahora las audiencias
Los testimonios de algunas enfermeras permitieron confirmar que Raquel Negro, secuestrada y desaparecida por la dictadura militar, dio a luz a mellizos en el Hospital Militar. Que la mujer fue trasladada de Rosario con los estudios previos ya realizados y que estuvo unos 15 días internada en el nosocomio castrense de la capital entrerriana. Los médicos civiles, en cambio, demostraron una sugerente amnesia al momento de hablar de nombres propios. Uno de ellos insistió en que el mellizo varón debe haber muerto.
Por Jorge Riani para El Diario
Los mellizos son el sujeto de una historia. De una historia negra, que como en toda tiene villanos, pero también héroes, algunos de ellos anónimas personas, sencillas personas, que se animaron a decir lo que otros quieren acallar. Los mellizos están en boca de todos los testigos. Que se los llevaron, que no se supo qué destino tuvieron, que uno de ellos estaba enfermo y quizás no haya sobrevivido, que a la madre a la mataron. La historia conmociona y más cuando con un simple giro de cabeza se puede ver a aquella niña nacida en cautiverio, hoy de 33 años, escuchando este relato, con la mirada en otro lugar, pero la atención bien puesta en lo que se dice y en lo que se calla.
En la semana que terminó, Sabrina Gullino, una de esos mellizos, habló de su historia: del modo en que se enteró de que sus padres biológicos son dos de las miles de personas que la dictadura militar hicieron desaparecer; del modo en que ella se convirtió en Gullino y cómo luchó por restituir su identidad de origen sin negar ni contradecir la identidad edificada a partir de su familia adoptiva.
La semana abrió con el testimonio de Sabrina y continuó con el de su hermano Sebastián Álvarez –primogénito de la detenida y desaparecida Raquel Negro–. En la siguiente jornada la nota fue puesta por una enfermera viejita, casi sorda, que con lenguaje familiero y desacartonado conmocionó con su relato, como se verá más adelante.
Quedará para los sociólogos, acaso para los epistemólogos, el intríngulis que se da –al menos en este juicio– entre la verdad, la mentira, la valentía, la cobardía, en vinculación con el status social, con el prestigio que otorga en su singular escala de valores una sociedad.
Dicho de otro modo, en este juicio son algunas enfermeras de las de antes, hoy viejitas jubiladas, las que hablan sin pelos en la lengua.
Quizás no entienden cuando el juez les pregunta si están “comprendidas en las generales de la ley” y hasta haya que traducirles al lenguaje cotidiano cada frase de rigor.
Pero no se pierden cuando les preguntan por datos concretos, nombres, fechas, hechos. No tienen detrás de sí una corporación que defender. No son militares, ni médicos de institutos privados. Son viejitas que acuden con sus nietos al Juzgado y que dicen sin tapujos que vieron a Raquel Negro, que llegó en un auto, que le hicieron los estudios en Rosario, que dio a luz en el Hospital Militar, que estaba golpeada y que un día se llevaron a madre e hijos.
PALABRAS Y SILENCIOS.
“Raquel Negro llegó y la pusieron en una sala de guardia médica. Me contó que venía de Funes, que tenía un nenito que estaba con los abuelos y que venían dos más”. El relato corresponde a la enfermera Natalia Krunn, que aportó datos certeros.
Otras frases textuales de la testigo que merecen ser subrayadas:
“El suboficial Vergara me mandó a que la atendiera (en referencia a Raquel Negro), le hiciera el aseo y cambiara la ropa de cama. Pero me dijo que no hablara con ella”.
“Cuando nació el varoncito se lo pusieron a la madre, lo abrazó, lo tocó, pero después se lo sacaron porque dijeron que no estaba muy bien”.
“Al chico no le vi ningún problema; ahora, si se descompensó después, yo no lo vi”.
La defensa de los procesados preguntó por qué sabía que la detenida se llamaba Raquel Negro. Sin titubear, la mujer respondió: “Porque me lo dijo ella misma”. Además reveló un dato que no quedó inadvertido: que la parturienta estuvo en el Hospital Militar unos 15 días antes del alumbramiento. ¿Puede estar más de dos semanas una detenida, con el movimiento extraordinario de custodia que implicaba, sin que los jefes de servicio, los médicos, los militares de alto rango supieran nada? No se trató de un caso aislado; reinó la conmoción por esos días en el Hospital Militar. ¿Pueden olvidarse de una atención tan atípica que se prolongó durante unos 15 días?
Los médicos Juan Luis Ferrarotti y Alfredo Berduc coincidieron en una frase repetida en no pocos pasajes de sus declaraciones: “No me acuerdo”. Muy atentos, despiertos, de buen léxico, pero de memoria endeble, los profesionales de la salud no aportaron datos de relevancia.
Pero quedó la sensación de que, en el caso de Berduc, primó un llamativo interés en dejar en claro que probablemente el mellizo varón –el hermano que nació junto con Sabrina Gullino y que nunca apareció– no haya podido sobrevivir.
El instancias anteriores el médico no recordaba ni el caso, hasta que se le refrescó la memoria en un careo, justamente con una enfermera. Por eso llegó hasta este juicio recordando el nacimiento de los mellizos, pero con una sugestiva desmemoria para aportar nombres. Y eso se patentizó en una de sus frases: “Me acuerdo del caso, no de los nombres”.
También resulta llamativo que después de no recordar el caso, en tiempos de la instrucción, esta semana sí haya podido precisar que el mellizo varón estaba cianótico y que por el cuadro que presentaba posiblemente haya padecido de una cardiopatía congénita severa.
Dio una clase magistral de cardiología, con léxico científico y notable capacidad para explicar el funcionamiento del sistema respiratorio y circulatorio. Aventuró que el mellizo de Sabrina habría muerto, pero –vale insistir– olvidó pasajes clave que podrían recrear la historia y saber el destino del niño perdido.
Por eso la advertencia que la jueza Lilia Carnero formuló tanto a Berduc, como antes a Ferrarotti, cobra importancia: “Le informamos que la búsqueda de ese menor prosigue. De modo que le pedimos que haga memoria”.
Algunos textuales del cardiólogo Alfredo Berduc:
“Dios quiera que (el mellizo) haya sobrevivido, pero creo que me dijeron que había muerto”.
“No recuerdo”, en alusión a quién le dijo que el niño había muerto.
“Tratamos de darle condiciones de vida para el traslado, pero con una cardiopatía de ese tipo (el paciente, para el caso el niño) no pasa los cuatro días”.
“No recuerdo”; en alusión a quién dio el alta a los mellizos y a la madre.
“Sí, pudo haber sobrevivido, pero con cirugía mediante. Esas cirugías se hacían en Buenos Aires y La Plata”.
“No recuerdo”; en alusión cómo estaban registrados los niños en las planillas de rigor.
“El doctor (Juan Antonio) Zaccaría cumplía funciones más bien administrativas” y “el doctor (Juan) Ferrarotti poco tuvo que ver con el caso”.
“No recuerdo”; en alusión a si los niños fueron trasladados al Hospital San Roque o al Instituto Privado de Pediatría.
¿Por qué tanto interés en dejar la sensación de que el niño de Raquel Negro y Tulio Valenzuela había muerto?
Queda por delante un mes y medio, quizás dos, de audiencias. Y a las esperanzas de que se haga justicia apuntando a las responsabilidades de quienes participaron de la obra macabra, se suman las de encontrar con vida al hijo de Raquel Negro. Porque sólo así la justicia será completa.
4 Sep
Memoria y justicia en las luchas del presente
por Silvio Méndez para El Diario
Colectivamente, las historias se pueden construir y desconstruir de distintos modos, con distintos “materiales” del sentido y el quehacer social a los que, precisamente, se eche mano. Es por esto que las interpelaciones a los hechos del pasado, no dejan de ser en cierto punto, interpelaciones a los acontecimientos y estado de la cuestión sobre el presente.
Los modos en que se narra la historia, las formas en que se elaboran los relatos, entonces, son también expresiones de las perspectivas sobre cómo encaramos el día a día.
Si hasta la memoria misma, este concepto que parece tan intangible, toma cuerpo en renovadas luchas y acciones de la vida cotidiana. Aunque la historia y los recuerdos no están exentos de quedar petrificados en evocaciones nostalgiosas y moralistas de un pasado mejor.
El juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura que se lleva adelante en la ciudad, forma parte de este campo de tensiones y disputa de cómo se cuenta la historia, de cómo se recrea la memoria. Ya pudimos comprobarlo en los lúcidos testimonios de enfermeras que trabajaron en el Hospital Militar de Paraná que cuentan el sufrimiento de una parturienta secuestrada y la sustracción de sus mellizos, frente a médicos olvidadizos que sostienen todavía al día de la fecha esa antigua complicidad con las atrocidades cometidas por los represores.
Por eso este juicio, a su vez, da cuenta de qué valores y prácticas sostenemos socialmente. Porque siendo uno de los espacios institucionalmente más importantes, con él no sólo se dirimen los alcances que puede alcanzar la justicia en esta democracia luego del último genocidio cometido en Argentina. También se dirime una disputa de la indiferencia, el autoritarismo y el desprecio por la vida humana, frente a la solidaridad, el compañerismo y el compromiso con la libertad.
El desenvolvimiento de esta causa no debería ser dimensionado solamente por sus consecuencias jurídicas, sino cómo un posicionamiento ante una aparente indiferencia de una mayoría que observa la escena como ajena, como si no estuviera involucrada en algún vértice, como si fuera algo foráneo.
La consecución de este juicio —al que le preceden ricas experiencias de reivindicaciones y de luchas, junto a decididas medidas políticas—, constituye ya un “material” con el cual se pueden asentar mojones para narrar y reconocer nuestra historia. De alguna manera, casi en una dimensión pedagógica, el juicio por robo de bebés en la última dictadura en Paraná se inscribe contemporáneamente en una disputa persistente por sostener los derechos humanos y, sobre todo, en una herramienta que puede ser clave para dimensionar qué podemos esperar de nosotros mismos, colectivamente, de aquí hacia un mañana.
4 Sep
“Pensamos que el hermano de Sabrina está vivo y que lo vamos a encontrar, eso es lo que nos mueve a seguir”
Entrevista a Álvaro Piérola, abogado querellante en la Causa Hospital Militar
“Ya no es tiempo de tener miedo ni de callar: es tiempo de aportar, hablar, comprometerse y entre todos transitar este camino de justicia que nos hace crecer. No hay que pensar que la dictadura fue un tema solamente de las víctimas directas: es un tema que atravesó a toda la sociedad”, subrayó el abogado querellante en la Causa Hospital Militar, Álvaro Piérola. El letrado, reconocido militante de derechos humanos, dialogó con ANALISIS DIGITAL sobre la complicidad civil en los hechos que se investigan, las impresiones de la querella y Sabrina Gullino en estas primeras seis jornadas del juicio, sus expectativas para las audiencias que continuarán la próxima semana y el interés de los paranaenses por conocer lo que sucedió en nuestro pasado reciente: “Lo bueno del juicio oral es que la gente puede escuchar los testimonios y conmoverse con aquello que se relata. En este caso ha pasado, y con creces. Hay buena sintonía. Lo que he notado en estas dos semanas ha sido muy bueno. Estoy gratamente sorprendido”, remarcó.
Martín Gerlo
De ANALISIS DIGITAL
Mientras nos sentábamos, Piérola recordó con una sonrisa el origen de la investigación que dio lugar a la causa: “Era de otra dimensión pensar que pudo haber funcionado una maternidad clandestina en el Hospital Militar de Paraná. Por el Mencho (Guillermo Germano), que tuvo en cuenta varios elementos de peso –que era un nosocomio zonal y que dependía del Segundo Cuerpo del Ejército-, junto al trabajo de los compañeros y los técnicos de fueron aportando datos, logramos en 2009 saber de Sabrina”, detalló.
Luego de intercambiar algunas impresiones, dialogamos sobre distintos aspectos de lo que generó el juicio que se viene desarrollando hace dos semanas.
-¿Los sorprendió un poco la declaración de Juan Antonio Zaccaría?
-Nos sorprendió porque no la esperábamos. Sabíamos que el consejo de su defensa era no hacer manifestaciones, no declarar. El hecho de que haya pedido hacerlo, y haya dicho lo que dijo, ha sido sorpresivo. Fue al inicio, lo cual también allana el camino para todo lo que viene. No es el caso de las declaraciones de (Pascual) Guerrieri y (Juan) Amelong, que fueron más de lo mismo, lo que se escucha siempre: relatos que tienen que ver con una cuestión abstracta, funcional-genérica, pero apartándose del hecho en sí. Y siempre apelando a esta vieja estrategia de echarle la culpa al muerto. Zaccaría también lo hizo: habló de médicos que ya fallecieron. Hasta acá, los testimonios –sobre todo los del jueves- han sido contundentes. Nos han conmovido a todos. Los testimonios de las enfermeras fueron muy buenos. (Alfredo) Berduc tuvo dos oportunidades de hablar en la Instrucción, donde dijo que no sabía nada. Luego pudo saber, por el careo, y ahí empezó a recordar algunas cuestiones. Sin duda, su actitud y desempeño han dejado mucho que desear.
-¿Esperaban esta actitud por parte de los médicos? ¿Qué lectura hacen del hecho de que las enfermeras estén aportando mucho y aquéllos parezcan tener amnesia?
-Nosotros venimos trabajando hace muchos años en la investigación de delitos de lesa humanidad en la provincia, y uno siempre tiene la expectativa de un dato más, de un dato nuevo. Eso es lo que va generando la motivación para seguir. Siempre ante tan aberrantes hechos, uno apela al sentido de humanidad de todos nosotros, fundamentalmente de los testigos, para que puedan aportar todo aquello que saben…
-…lo que fue un poco la interpelación de Sabrina a la sociedad paranaense este miércoles…
-Exactamente: tanto Sabrina como Sebastián interpelaron a la sociedad paranaense, para que aquél que sepa algún dato, pueda aportarlo. Esto va a continuar siendo así, porque nosotros seguimos buscando a su hermano mellizo. Ella lo busca con mucho ímpetu. De algún modo, se ha puesto la investigación al hombro, junto a su hermano Sebastián. Eso es muy importante. Nosotros, tanto de los médicos como de todo el personal del hospital y del Instituto Privado de Pediatría (IPP), tenemos expectativas de que vayan surgiendo datos: no tanto sobre la responsabilidad –que eso va de suyo- de las personas que están sometidas a juicio, sino para la búsqueda de una persona de más de 30 años.
-Más allá del caso comprobado de Sabrina, que ratifica el funcionamiento de una maternidad clandestina, este jueves otra enfermera dio una pista sobre un posible nuevo hecho. Una madre que no era Raquel Negro, por haber sido primeriza y estar embarazada de un solo chico. ¿Qué hay de eso?
-Eso lo dice la partera, quien cuenta que una persona baja de un auto viejo y la llevan del brazo a hacerle los controles. Ella no estaba en el momento del parto: se enteró después, por los comentarios. Dijo que el embarazo era de siete meses y medio, y que la madre era primeriza. Podría ser Raquel, como así también otra persona privada de su libertad. No deja de ser una línea posible, que tendremos que seguir. En la Instrucción hicimos un recorte de la causa, que es lo que elevamos a juicio. Lo demás se sigue investigando. Todos estos datos que van surgiendo pueden ir nutriendo la investigación que está haciendo la Instrucción en el Juzgado Federal Nº1 de Paraná. La maternidad clandestina, con un solo caso, se engarza y es un eslabón más de lo que pasó en la Argentina desde 1976. Esto que dijo la partera es una punta que tendremos que seguir investigando.
-¿Cómo analizan lo declarado por Guerrieri, quien argumentó que si bien el Hospital Militar de Paraná era zonal, jurisdiccionalmente pertenecía a un Destacamento de Inteligencia que no es en el cual él se desempeñaba, pretendiendo así desvincularse de los hechos? ¿Qué pruebas tienen Uds. para demostrar que no fue así?
-El Hospital Militar de Paraná tenía una dependencia directa del Comandante del Segundo Cuerpo del Ejército. De él dependían los destacamentos de Inteligencia. Nosotros le entramos al revés de cómo lo explicó Guerrieri: la dependencia directa es del hospital con el Comandante, debajo del cual estaban los distintos destacamentos. Lo que dijo no nos conmueve de ningún modo. Esto se puede explicar con datos que ya existen en la causa.
El momento del parto
En las testimoniales de este jueves, una enfermera brindó detalles inéditos sobre el nacimiento de los hijos de Raquel Negro en el nosocomio castrense de la capital provincial: “Cuando nació el varoncito, Raquel lo tocó, lo abrazó. Después lo sacaron dos personas que yo no conocía, que me dijeron que el chico no estaba bien, aunque yo no noté nada fuera de lo normal. La nena se quedó con la madre. Al día siguiente no estaban. Nunca más supe de ellos”, había narrado. Piérola hizo alusión a este nuevo dato:
-¿Cómo tomó Sabrina la emotiva declaración de la enfermera que relató los primeros minutos de su vida?
-Eso nos conmovió a todos. Fue un testimonio muy sincero, de una persona que de alguna manera sintió que a Raquel le arrancaron al niño. Ella misma, como madre, habrá tenido la sensación de despojo. Estuvo en el momento donde los chicos nacieron, y pudo relatar que la madre los tuvo en sus brazos. Eso fue conmovedor. Un testimonio que salió de lo más profundo del sentimiento de una persona. Ni hablar que también fue muy convincente a los efectos probatorios, que en un juicio es lo que más importa. Sabrina viene muy conmovida con esto que está pasando, y tiene muchas expectativas de que se sigan aportando datos. Esta mujer fue una de las que más tiempo compartió con Raquel, quien le transmitió su preocupación sobre qué haría cuando sus hijos nazcan. Jamás pensó que se los iban a robar. En ese sentido, eso fue más conmovedor aún: todos estos relatos vivenciales, y saber que Sabrina pudo haber estado en los brazos de su madre…
-En su declaración, Berduc dejó abierta la posibilidad –desde el punto de vista clínico- de que el otro mellizo haya podido sobrevivir, ya que la patología que tenía impone a los pocos días de vida la necesidad de una asistencia quirúrgica. Es decir que, si él vivió la cantidad de días que están probados –por las planillas de egreso del IPP-, debería haber sobrevivido. ¿Cómo analizan esto ustedes?
-Esa es una de las partes del relato donde el Tribunal le llama la atención a Berduc. Por un lado, dijo que esa patología que el niño tenía requería de una cirugía, que en Paraná no se hacía. Le preguntaron por qué entonces lo derivaron a un nosocomio local y no a uno donde esta práctica se realice. Ahí la respuesta vino medio incómoda, por el lado de que tenían que estabilizarlo y que no tenían un diagnóstico. En un momento dijo que lo tenían y en otro que no. Hubo unas idas y vueltas en el testimonio que no convencieron mucho. Por esa razón es que dijo haberse sorprendido al saber que el niño tuvo un egreso del IPP, después de más de 20 días. La amnesia de los médicos es un capítulo aparte, que llama mucho la atención.
Textuales
-“Nosotros tenemos muchas expectativas. Esperamos que puedan surgir nuevos elementos y entre todos vayamos reconstruyendo lo que pasó. Sobre todo, tener más datos para dar con el paradero del hermano de Sabrina. La hipótesis del niño muerto salió vaya a saber de donde, más allá de que él pudo haber tenido alguna complicación en sus vías respiratorias. Es una versión que se tiró en su momento y de la cual se hizo eco después la gente del hospital, sin tener la certeza de que fue así. Nosotros tenemos que pensar que el hermano de Sabrina está vivo. Pensamos que está vivo y que lo vamos a encontrar. Eso es lo que nos mueve a seguir.”
-“Ya no es tiempo de tener miedo ni de callar: es tiempo de aportar, hablar, comprometerse y entre todos transitar este camino de justicia que nos hace crecer como sociedad. No hay que pensar que la dictadura fue un tema solamente de las víctimas directas: es un tema que atravesó a la sociedad.”
-“Lo bueno del juicio oral es que la gente puede escuchar los testimonios y conmoverse con aquello que se relata. En este caso ha pasado, y con creces. Hay buena sintonía. Lo que he notado en estas dos semanas ha sido muy bueno. Estoy gratamente sorprendido.”
-“Estamos convencidos de la existencia de una maternidad clandestina en el Hospital Militar. De eso no tenemos ninguna duda.”
-“Que los médicos no hayan dicho nada, también a nosotros nos va reafirmando muchas cuestiones. Tenemos que pensar que hablamos de profesionales que sabían que los chicos pertenecían a una persona que estaba detenida, y dispusieron su traslado sin ningún consentimiento de la madre, quien supuestamente se encontraba en el mismo ámbito. Tenemos muchas expectativas para las próximas semanas. Declarará gente del Instituto Privado de Pediatría, donde los chicos estuvieron 20 días.”
Foto: ANALISIS DIGITAL
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=152602
3 Sep
Cuestionan la actitud «corporativa» de los médicos
Las «enfermeras que se están poniendo la causa al hombro», dijo Sabrina Gullino a Elonce TV. El abogado de Abuelas de Plaza de Mayo criticó la actitud de los médicos y subrayó la responsabilidad del anestesista Zaccaría.
3 Sep
“Algunos creen pertenecer a una casta social importante, pero son todos unos cobardes, asesinos, torturadores y violadores”, lanzó María Luz Piérola
Criticó que Ferrarotti y Berduc “hagan como que no recuerdan nada”
La militante de derechos humanos, María Luz Piérola, dijo que en el juicio oral y público por el robo de bebés en el Hospital Militar de Paraná, “da mucha bronca que (Juan) Ferrarotti y (Alfredo) Berduc hagan como que no recuerdan nada” sobre el nacimiento de los mellizos de Raquel Negro y Tulio Valenzuela. También fustigó contra los represores: “Tienen una soberbia total y son unos matones de cuarta, que defienden a ultranza la doctrina de seguridad nacional y todo lo que fue la estructura militar en el país. Creen pertenecer a una casta social importante, pero son todos unos cobardes, asesinos, torturadores y violadores”. Destacó que la declaración de Sabrina Gullino, hija de Negro y Valenzuela, “fue muy conmovedora y con mucha entereza”.“Ahora estamos juntando partes de este rompecabezas, las enfermeras recuerdan bastante, pero tenemos que seguir investigando para ver qué pasó con el hijo varón de Raquel”, explicó Piérola en declaraciones al programa A quien corresponda (Radio De la Plaza).
“Vemos que las enfermeras se acuerdan pero tienen cierta contracción y los médicos dicen que no se acuerdan de nada. El nacimiento de los mellizos no fue algo que se da todos los días, no pueden decir que no se acuerdan de nada. Eso da mucha bronca. Hay una amnesia colectiva y un pacto de silencio”, indicó.
En ese sentido criticó que los represores “son unos cobardes, en lugar de decir que estuvieron en contra de lo que ellos llaman subversión, no dicen nada y le echan la culpa a (Paul Alberto) Navone, que se suiicidó”.
También se manifestó molesta por “la soberbia con la que miran” y los tildó de “cobardes, asesinos, torturadores y violadores”.
Respecto a la declaración de Sabrina Gullino, opinó: “Me pareció muy conmovedora y con una gran entereza se dirigió a ellos (los represores) y les dijo que se arrepentían de no haberla tirado al río porque hoy ella estaba ahí buscando justicia”.
3 Sep
Oberlín destacó la valentía de las testigos
La abogada querellante Ana Oberlín, representante de Abuelas de Plaza de Mayo y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, dialogó con LT14 sobre la sexta jornada del juicio que se desarrolló este viernes. Al respecto se manifestó satisfecha con las declaraciones y valoró la valentía de los testigos.
En diálogo con el móvil de LT14, Oberlín indicó que las enfermeras que se presentaron este viernes en la sexta jornada del juicio oral y publico «confirmaron los dichos, en su totalidad, de las enfermeras que declararon ayer (jueves)».
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/oberlin-destaco-la-valentia-de-las-testigos.mp3|titles=oberlin-destaco-la-valentia-de-las-testigos]2 Sep
Destacan los testimonios de las enfermeras y califican de «corporativas» las actitudes de los médicos
Álvaro Baella, abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, habló con LT14 sobre las nuevas testimoniales ofrecidas este viernes en el juicio oral y público que investiga el funcionamiento de una maternidad clandestina en el Hospital Militar de Paraná.
En diálogo con el móvil de LT14, Baella destacó los testimonios de las enfermeras «dispuestas a recordar y colaborar en la búsqueda de la verdad». Sin embargo, calificó de «reticentes y corporativas» las actitudes de los médicos que declararon este viernes.
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/destacan-los-testimonios-de-las-enfermeras-y-califican-de-corporativas-las-actitudes-de-los-medicos.mp3|titles=destacan-los-testimonios-de-las-enfermeras-y-califican-de-corporativas-las-actitudes-de-los-medicos]
2 Sep
Día 6: Dos enfermeras ratificaron la sustitución de la identidad de los mellizos y un militar se desligó de los hechos
Este viernes declararon tres testigos: dos enfermeras de Terapia Intensiva del nosocomio de avenida Ejército y un militar retirado. Las dos primeras ratificaron que los bebés de Raquel Negro fueron registrados como NN y aseguraron que Zaccaría tenía pleno dominio sobre lo que pasaba en su servicio. El restante buscó desligarse de los hechos diciendo que cuando ocurrieron estaba destinado en Concordia.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
En la sexta jornada del juicio oral y público por la causa Hospital Militar, dos enfermeras de Terapia Intensiva ratificaron –por lo que les contaron sus compañeras de trabajo– que los bebés de Raquel Negro fueron registrados como NN y aseguraron que el imputado Juan Antonio Zaccaría tenía pleno dominio sobre lo que pasaba en su servicio. Además, un militar retirado buscó desligarse de los hechos diciendo que cuando ocurrieron estaba destinado en Concordia, pese a que no había dicho lo mismo durante la etapa instructoria.
La audiencia se desarrolló nuevamente sin la presencia en la sala del represor Walter Pagano, quien prefiere permanecer en otra dependencia del edificio de los Tribunales Federales de calle 25 de Mayo. Además de Pagano y Zaccaría son el Tribunal Oral Federal de Paraná juzga a Pascual Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Marino González y Jorge Fariña, por los delitos de sustracción de menores y sustitución de identidad.
La primera en declarar fue una enfermera de Terapia Intensiva que comenzó a desempeñarse en esa unidad en 1975 y lo continúa haciendo en la actualidad. En aquella época su jefe era Zaccaría.
“En realidad, yo no vi nada, sí senti comentarios, porque en esa época trabajábamos tres semanas y teníamos una de franco y si eso aconteció fue cuando yo no estaba o estaba de vacaciones”, dijo la trabajadora. “Cuando me reintegré escuché los comentarios. Yo era muy jovencita, no me llamó la atención. En esa época era toda getne relacionada con el Ejército la que se atendía”. Mencionó que los turnos eran rotativos y que no recuerda quién la reemplazó esa semana.
De todas maneras, consideró que “no era normal” la internación de bebés en Terapia Intensiva. “Había partos pero nunca iban a Terapia. Escuché que había una incubadora con dos bebés. No escuché quién era la mamá”.
Dijo que comentarios sobre los bebés “los hicieron las chicas” en referencia a las enfermeras que los atendieron. “Me dijeron que los llevaron, no sé adónde, a un lugar especializado”, indicó. Dijo que al menos tres enfermeras le hicieron esos comentarios.
“Nunca hubo bebés en Terapia, salvo esa vez. El comentario era que eran un varoncito y una nena”, acotó.
“Entre los comentarios que se escuchaban me dijeron las chicas que estaban anotados como NN en la planilla y que como les daba mucha lástima les pusieron Soledad y Facundo”, contó emocionada.
“Zaccaría supervisaba todo. Cada una se hacía responsable de sus cosas, pero él era el que ordenaba, era nuestro jefe”, dijo sobre el rol del imputado. “Zaccaría tenía conocimiento de los ingresos y egresos de la sala, por supuesto, era su función”, insistió.
Aunque dijo que en esa unidad “cada paciente tenía su ficha” y “venía derivado con su historia clínica”, aseguró que no pudo ver las fichas de esos bebés.
En otro pasaje relató cómo era trabajar en el hospital durante la dictadura: “No se podía hablar mucho. Yo entraba a las 12 de la noche. Al llegar a calle Alvarado, te identificaban, te acompañaban, tenías que entrar y no moverte de tu lugar, todo medio a oscuras. A la noche salíamos y había muchos soldados haciendo la conscripción”.
“A veces me quedaba sola a la madrugada y sentía mucho movimiento de autos, algunos gritos al fondo, donde había unos galpones. Los gritos era como que los castigaban. No nos llamaba la atención, yo no sabía que pasaba”, agregó.
Sobre los médicos Alfredo Berduc y Juan Ferraroti, dijo que “hacían guardias de 24 horas” y que siempre “estaban persentes en Terapia”.
Fariña, Pagano y Zaccaria. Fotos: Gustavo Vaccalluzo
«Nunca pudo ingresar alguien sin conocimiento de Zaccaría»
Otra enfermera de Terapia, que también ratificó que Zaccaría era su jefe, dijo que en esa época estaba con parte de enferma, pero cuando volvió, en marzo de 1978, escuchó que habían nacido los mellizos, un varón y una mujer.
“Lo único que escuché fue que habían nacido y lo habían llevado al Instituto del Niño. Con respecto a la madre nunca escuché nada”, dijo.
Luego precisó que escuchó que el varón tenía problemas de salud, pero no que los habían llevado a Terapia Intensiva. De todas maneras, confirmó que las enfermeras de ese servicio tuviero contacto con los niños. Creyó recordar que “uno había muerto”.
“Zaccaría era el que nos dorigía a todos nosotros, era el jefe, el que decidía qué medicación había que hacer. Nunca pudo ingresar alguien a Terapia sin conocimiento del doctor Zaccaría, porque había una historia clínica de cada paciente, donde decía la evolución del paciente, identificado con nombre, apellido, edad, fecha de nacimiento y el diagnóstico y qué médico lo había derivado a terapia intensiva”, recordó la mujer.
Pese a esas reglas, esos bebés no tenían identidad: “Las chicas les habían puesto nombres, porque no tenían nombre: a la nena Soledad y al nene me parece que Facundo”.
Versión cambiada
El testigo Hugo José Gutiérrez, militar retirado, declaró en último término. Primero dijo que en 1978 era encargado de la sala 1, donde tenía bajo su órbita seis de las ocho habitaciones, ya que la 1 y la 2 dependían directamente de la sala de operación y de Terapia Intensiva.
Sin embargo, a los pocos minutos dijo que no estaba en el noscomio al momento de los hechos. “En el 77, si mal no recuerdo fui comisionado a Concordia para integrar la formación de un regimiento por el caso Chile, hasta el 79. No sé quién se hizo cargo de la Sala 1 en ese periodo”.
Esto no lo había dicho en su declaración en la instrucción, lo cual fue marcado por la querella. En aquella oportunidad no había mencionado su ausencia durante los hechos investigados. “Ahora lo recuerdo, antes no”, se defendió.
El Tribunal le advirtió que podía ser imputado del delito falso testimonio, ya que resultaba “extraño que no lo haya dicho antes y que se acuerde ahora”, le dijo el presidente, Roberto López Arango. Luego insistieron los jueces en preguntarle si estuvo o no en el Hospital Paraná ese año, pero Gutiérrez se mantuvo en su nueva versión.
El fiscal José Ignacio Candioti pidió que el Tribunal remitiera un oficio a los efectos de corroborar efectivamente en el legajo del testigo, si prestaba funciones en Concordia en 1978. El Tribunal no hizo lugar al pedido de la Fiscalía.
2 Sep
Día 5: El último abrazo de Raquel, los métodos de los apropiadores de bebés y la memoria débil de los médicos
El testimonio de una ex enfermera del Hospital Militar de Paraná reveló detalles del nacimiento de los hijos de Raquel Negro y de la intervención en el parto de médicos traídos de otro lugar para ejecutar el plan de robo de los bebés. Otros testigos recordaron la estadía de los mellizos en la Terapia Intensiva donde mandaba Zaccaría, inscriptos como NN. Berduc admitió que intervino en la atención de los niños, pero cuando le pidieron detalles adujo no recordar.
por Alfredo Hoffmann (especial para Mesa Juicio y Castigo)
Una ex enfermera de Maternidad, que hoy porta con ternura sus 86 años y su lento andar, vivió desde adentro el parto clandestino al que sometieron a Raquel Negro en el Hospital Militar de Paraná, una día del final del verano de 1978. Recibió a los mellizos: primero al varón, lo vistió y lo puso en los brazos de Raquel. Los hombres que estaban en la sala de partos, desconocidos, seguramente traídos desde otro lugar, se llevaron al niño. Dijeron que no estaba bien de salud y lo arrancaron de los brazos maternos. Después nació la nena, que quedó allí, acurrucada junto a su mamá secuestrada, secuestrada con ella durante algunas horas, o tal vez sólo algunos minutos. Al día siguiente ya no estaban.
Con tranquilidad y por momentos emocionada hasta las lágrimas, esa enfermera jubilada, que trabajó 25 años en el Hospital Militar de Paraná, aportó este jueves ante el Tribunal Oral Federal un testimonio revelador de la metodología empleada por los apropiadores de niños que operaron en el la capital entrerriana durante la última dictadura cívico-militar, en la quinta jornada del juicio por delitos de lesa humanidad. Rememoró con facilidad los momentos que pasó junto a Raquel en una celda improvisada en la guardia médica, lo que conversó con ella, las heridas que le dejaron los genocidas por el maltrato que le ejercieron durante el traslado desde la Quinta de Funes, sin importarles su embarazo avanzado. “La chica es igual a ella”, murmuró. Todos entendieron que hablaba de Sabrina, la beba que conoció su verdara identidad hace dos años y medio.
Antes de esa declaración se habían escuchado los testimonios de otras tres trabajadoras del hospital y del médico Alfredo Berduc. Casi relataron fragmentos de la estadía de los bebés en el servicio de Terapia Intensiva en marzo de 1978 y de cómo fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría; aunque a Berduc –como el miércoles al doctor Juan Ferraroti– le resultó casi imposible contestar a muchas de las preguntas, con el argumento de que no podía recordar.
Además, una obstetra que recordó haber instruido sobre los síntomas de trabajo de parto a una embarazada aparentemente detenida cuyas características no coinciden con las de Raquel, dado que aseguró que gestaba un solo bebé en su vientre y que era madre primeriza. Esto avalaría la hipótesis de más embarazadas secuestradas llevadas a parir al hospital, es decir, la teoría de una maternidad clandestina sostenida por los organismos de derechos humanos.
En el juicio por la causa Hospital Militar se juzga a los represores Juan Amelong, Jorge Fariña, Héctor González, Pascual Guerrieri y Walter Dionisio Pagano, y al médico anestesista Juan Antonio Zaccaría; por la sustracción y sustitución de identidad de los hijos de los detenidos desaparecidos Tulio Valenzuela y Raquel Negro.
El parto desde adentro
La enfermera de Maternidad –cuya identidad se preserva por razones de seguridad– aseguró que fue la propia Raquel Negro quien le dijo su nombre, que le contó que venía “del cautiverio de Funes” (por el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario), que tenía un hijo mayor de unos dos años y que había sido “maltratada” y “arrastrada” cuando la trasladaron a Paraná. “Y cuando la bañé, era cierto, tenía lesiones, en la cola”, certificó.
“Cuando nacieron los chicos, al varoncito yo lo vestí, se lo puse a la madre, lo tocó, lo abrazó”, contó la testigo entre lágrimas. “Después lo sacaron al chico, dos personas que yo no conocía, dijeron que no estaba bien. Y ella estaba muy preocupada, me preguntaba: ‘qué será de mi bebé, cómo estará’. Yo le decía que iba a tener que preguntarle al médico de niños, pero yo en ningún momento vi un médico de niños ahí. Después nació la nena, que se quedó con la madre. Al otro día, cuando fui, pregunté qué fue de la parturienta y me dijeron que la llevaron los familiares”. Nunca más supo del caso hasta que fue contactada para atestiguar en la causa y se enteró de que aquella joven había sido asesinada y desaparecida y los niños sustraídos.
También aportó que el parto fue realizado por médicos que no eran del nosocomio: “Personal de la sala de partos no eran, eran de afuera. Había dos que estaban en la puerta y uno sacó al chico”. Según lo que pudo observar, no se hizo ningún registro del nacimiento en la sala de partos.
Dijo también que “a veces llegaba al hospital de mañana y encontraba que habían usado la sala de partos” y en una ocasión le comentaron que “había sido un aborto en curso”. Deslizó que esos casos tampoco eran atendidos por personal del nosocomio, sino por profesionales que “eran de afuera”. En este punto, la hipótesis de la maternidad clandestina volvió a tomar forma, aunque no se profundizó sobre el tema.
Además de estar en el parto, ella asistió a Raquel Negro durante alrededor de 15 días, cuando estuvo alojada en una habitación de la guardia médica, con un custodio permanente en la cama de al lado y con una “reja precaria” en la ventana.
“A la chica Raquel Negro la pusieron en una habitación que estaba en la guardia medica y entonces ella me contó que venía del cautiverio de Funes y que tenía un nenito de dos años que lo habían llevado con la buela. Tenía mucha preocupación porque venía sabiendo que iba a tener mellizos. Venía con los estudios hechos de Rosario. Me mandó el suboficial Juan Vergara a que la atendiera, le hiciera el aseo, la llevara al baño. Pero lo único que me llamó la atención fue que Vergara me dijo no hablara con ella”, rememoró. “Ella estaba bien, era una chica linda, muy bien arreglada, buena ropa. Traía ropa para sus mellizos. Dijo que era la primera vez que estaba en el Hospital Militar.
Internación y derivación
Dos enfermeras de Terapia Intensiva del hospital ratificaron la internación de bebés como NN en ese servicio. Además afirmaron que el jefe del área, el imputado Zaccaría, tuvo participación en ese hecho.
Una de esas enfermeras, la primera que declaró este jueves como testigo en el juicio, ratificó la presencia de dos bebés mellizos en Terapia, a quienes llamaron Soledad y Facundo, que luego fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría. Dijo que los médicos Alfredo Berduc y Juan Ferraroti intervinieron en el traslado de los mellizos y que Zaccaría le informó que los niños serían entregados a los familiares, cuando en realidad fueron apropiados.
Esa trabajadora de la salud, que declaró durante una hora, dijo que ella estaba de guardia en el turno de la mañana –de 6 a 12– y que al llegar, la mañana posterior al nacimiento, se encontró con los dos niños en una misma incubadora. “Yo no sabía qué hacer, porque no era un lugar adecuado para atender esos bebés”, aseguró, y agregó que en ese momento Berduc entregó la guardia a Ferraroti, quien se encargó de derivar a los niños. El miércoles este médico dijo que no recordaba ese acontecimiento.
Además aseveró que la Planilla de Enfermería que le entregó su compañera los chicos estaban registrados como NN y que quien controlaba la confección de esa planilla era el jefe del servicio, o sea Zaccaría.
La testigo que delaró en segundo término relató lo sucedido en Terapia la tarde del nacimiento. Dijo que hacía guardia pasiva de 12 a 18 y que un día la llamaron del hospital porque había pacientes que atender. Cuando llegó, a las 16, estaba Zaccaría esperándola en el pasillo y le dijo que “había una parturienta que iba a tener mellizos y que iban a venir al servicio”. Ella recordó que atendió a un bebé que tenía problemas respiratorios, que no pudo identificar si era varón o mujer porque no lo desvistió. Aseguró que fue Berduc quien estaba a cargo del tratamiento y le daba las indicaciones sobre cómo antender a la criatura, al tiempo que trataba de comunicarse con el hospital San Roque y el IPP pidiendo cama.
Esta mujer detalló que en la Hoja de Enfermería que tenían en Terapia, donde debía estar el nombre del bebé ya decía NN. “Eso seguramente lo ha escrito el doctor Zaccaría o no sé qué otra persona podría ser. Creería que era el doctor Zaccaría”, afirmó.
Cuando salió de Terapia para ir a su casa, a las 18, pasó por delante de la habitación 5, donde se decía que estaba internada la madre. Se encontró con una gran cantidad de efectivos del Ejército, mucho mayor a la habitual, armados y vestidos de uniforme. Eran unos 20, cuando lo común era que no hubiera nadie, para no molestar a los pacientes. Entonces intentó “pasar ligero” por ese pasillo.
Berduc: “Ojalá pudiera recordar”
El médico Alfredo Berduc recordó que asistió al mellizo varón con una cardiopatía congénita severa, y a la nena con «un poquito de arritmia». Dijo que como en Terapia no había elementos para atenderlos, habló con el director del establecimiento, Marcelo Beret, y lo persuadió para que se derivara a los niños a un centro apto, que en ese momento eran el hospital San Roque o el Instituto Pediatría. «A cuál de los dos los derivaron, no me acuerdo», indicó.
«De la mamá no supe nada. No averigüé, en ese momento no se podía averiguar mucho. Sabía que era una detenida y nada más. Esto me lo dijeron, no me acuerdo quién», manifestó.
Berduc dijo no saber quién dispuso la internación de los bebés en Terapia Intensiva y no tener «ni idea» dónde se produjo el parto, y en varias oportunidades se excusó de dar mayores detalles por no recordarlos dado que “pasaron ya 30 años”. Por ejemplo, dijo no acordarse si los niños estaban registrados como NN, si su intervención fue por la mañana o por la tarde y si había custodia militar mayor a la habitual. “No recuerdo, lamentablemente. Ojalá pudiera recordar y ayudarlos”, señaló.
Sobre el estado de salud del varón, indicó que “se estaba muriendo” y que sólo hubiera evolucionado favorablemente con una cirugía en un centro asistencial de mayor complejidad que en aquel momento sólo existía en Buenos Aires y La Plata. Le preguntaron, entonces, por qué lo derivaron a una clínica de Paraná. Respondió que se debió a que primero debían estabilizar el paciente y precisar el diagnóstico, algo que no podía hacerse en el Hospital Militar por carecer de Neonatología.
Berduc dijo que creía haber escuchado que el nene murió en el IPP y se sorprendió cuando le informaron que la búsqueda prosigue y que hay documentos que indican que fue dado de alta de ese instituto el 27 de marzo de 1978.
Finalmente, admitió que no se consultó la historia clínica de la madre ni se pidió su consentimiento para la derivación de sus hijos. “Cuando hablé con Beret me dijo que no se podía hacer mucho hincapié. Estábamos muy coartados en estas cosas. No era una situación normal y no se podía interrogar, decían que no podían tener contacto con esas personas (por los secuestrados), por lo que estas personas podrían decirle a uno. Esas cosas en ese momento no se permitían”, se justificó.
El imputado que interroga a los testigos

Amelong, de espaldas, despeinado y mal teñido, junto a Guerrieri conversan con el defensor oficial. Foto: Gustavo Vaccalluzzo
La querella se opuso categóricamente a que el imputado Juan Daniel Amelong realizara preguntas a los testigos, ya que por la calidad de los delitos que se investigan esa acción puede ser una forma de presión. “No estamos pidiendo que no se autodefienda, eso ya ha sido resuelto por el Tribunal, sino que las preguntas las haga a través de su representante”, expuso la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, Ana Oberlin. Agregó que si una persona acusada de crímenes de lesa humanidad interroga a uno de los testigos, eso implica una revictimización, y citó jurisprudencia para fundamentar su pedido. “Cualquier tipo de presión va a ir en detrimento del desarrollo de este proceso”, añadió.
Sin embargo, el Tribunal decidió admitir que el represor formule preguntas, con la salvedad de valorar en cada caso si la interrogación es apropiada o no.
Pagano ausente y Guerrieri con dolor de muela
Desde el inicio de la audiencia estuvo ausente el represor Walter Pagano, quien prefirió quedarse en la dependencia de Tribunales que se ha previsto para que permanezcan los acusados.
Por su parte, Pascual Guerrieri, otro de los reos, debe hacerse un control médico y tiene dolor de muela. La defensa propuso que lo atiendan en el Hospital Militar, ya que es el único lugar donde se le acepta la obra social Iose. El tribunal lo va a resolver oportunamente.
1 Sep
«Los testimonios de las enfermeras son valiosísimos y emocionantes»
Alvaro Baella, abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, dijo que «hoy fue una jornada donde tuvimos los primeros recuerdos que vienen después de muchos años de reticencia». Destacó los testimonios de las enfermeras y los diferenció de los médicos.
En diálogo con el móvil de LT14, Baella manifestó que la jordana de este jueves fue «sumamente intensa. Destacó que Alfredo Berduc, médico del Hospital Militar, habló de «lo que pasó en Terapia Intensiva con los mellizos». Al respecto dijo el letrado que «es como que sentimos que se empiezan a destrabarse los pactos de silencio que veníamos teniendo desde hace años en la causa. Los testimonios de las enfermeras son valiosísimos y emocionantes».
Mañana el juicio comenzará a las 9 y se presentarán dos enfermeras que trabajaron en el Hospital Militar.
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1 Sep