del recinto
Cinco militares culpables por el robo de los mellizos
La Justicia condenó a cuatro represores con penas que van de 14 a 11 años de prisión para los coautores, y 5 años para el médico que actuó como partícipe necesario. De este modo se penaliza el robo de los hijos recién nacidos de la militante desaparecida Raquel Negro. El caso estaba impune desde 1978.
por Jorge Riani y Juan Cruz Varela (para EL DIARIO)
Se terminó la impunidad. El histórico juicio por el robo de los bebés nacidos en cautiverio en el Hospital Militar y la suspensión de sus estados civiles llegó a su fin: el Tribunal Oral Federal de Paraná condenó a cuatro militares y un médico.
La sede judicial se vio desbordada de personas, en la tarde de ayer, en momentos en que el presidente del tribunal, Roberto López Arango, leyó la sentencia por la cual se condenó a 14 años de prisión a Pascual Oscar Guerrieri, 13 años a Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong, 11 años a Salvador Dionisio Pagano –todos ellos señalados como coautores responsables de los delitos imputados– y al médico Juan Antonio Zaccaría, a 5 años de prisión, al hallarlo partícipe necesario.
La sentencia se completa con la absolución de Marino Héctor González, cuya situación difirió de la de los otros imputados, entre otras cosas, debido a que no fue mencionado por testigos clave que declararon en el juicio, como el periodista Miguel Bonasso o el militante Jaime Dri.
La sentencia fue leída sólo en su parte resolutiva, mientras que los fundamentos, con una extensión de 163 páginas, fueron entregados en CD a las partes. En verdad, la sentencia constituye una instancia más de comprobación de la trama de una historia macabra que da cuenta de la detención de presos políticos durante la dictadura, torturas, asesinatos y, en el caso particular que se juzgó, el robo de dos mellizos –una niña y un niño– nacidos en cautiverio en el Hospital Militar en marzo de 1978, luego sustraídos y alejados de su familia.
El mellizo varón continúa desaparecido, mientras que la niña sustraída es Sabrina Gullino, querellante en el juicio y que ayer concurrió a la lectura de la sentencia, como en cada una de las jornadas del proceso oral y público. La joven recuperó su identidad de origen en diciembre de 2008.
Las penas
La cuantía de las penas impuestas muestra que el tribunal –integrado por Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejos, además de López Arango– se acercó al criterio de los fiscales Juan Ignacio Candioti y Marina Herbel, que habían pedido penas muy parecidas a las finalmente aplicadas, con excepción de los casos de González y Zaccaría.
“Acreditados que fueron los hechos, con sus circunstancias de lugar, tiempo y modo, y demostrada la responsabilidad penal de los imputados, y tipificada la conducta dentro del catálogo delictivo, viene la tarea de ajustar las penas a aplicar teniendo en cuenta la escala penal de los ilícitos”, escribió López Arango antes de desglosar las penas impuestas.
Tal como lo pidieron los defensores oficiales Mario Franchi y Noelia Quiroga, los jueces resolvieron mantener las prisiones domiciliarias a Guerrieri y Zaccaría, beneficio del que ya venían gozando.
Ayer, con excepción del médico Zaccaría, los cinco militares procesados esperaron noticias del fallo en su lugar de detención en Campo de Mayo, según dijo una fuente judicial a EL DIARIO.
Fiesta
Con alegría y convicción los organismos de derechos humanos celebraron hasta entrada la noche, ya no la condena que recibieron los responsables del genocidio, sino el manto de justicia que cayó sobre la provincia. Hubo un festival popular para celebrar la alegría de continuar sembrando memoria, verdad y justicia, que es algo más que una consigna. En ese marco de algarabía, Sabrina dejó un mensaje a su hermano desaparecido, acompañada por la guitarra de Mansinatra, a través de su Canción del melli (ver recuadro).
La ciudad no es la misma que aquella de 1978. Pasaron muchas luchas, desdichas, ilusiones, desilusiones. Pasaron las madres que ya no están. Es cierto que los juicios están instalados como una conquista de la democracia aún en construcción. Son una especie de anticuerpo para tanta barbarie; son una respuesta desde la legalidad de las normas para los represores que no les dieron esa posibilidad a sus víctimas.
“No era lo que esperábamos, pero estamos contentos porque se cierra una etapa y se abre otra. Este juicio sirvió para comprobar que el melli está vivo, así que ahora hay que apostar a encontrarlo, y estamos cada vez más cerca”, admitió Sabrina Gullino.
La hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela señaló que “los abogados querellantes habían pedido prisión perpetua, pero es la sentencia que hay, con el dolor por la absolución incluido” y acotó: “Apostamos a una instancia de justicia en la que se les dieron a los imputados todas las garantías, tal como nos enseñaron las Madres y las Abuelas, no apelando a la venganza sino a la reconstrucción de la historia a través de la justicia y en el marco de las instituciones democráticas. Eso es lo que se les dio y lo que hay que defender siempre”.
Lo que se probó
Raquel Ángela Carolina Negro y Edgar Tulio Valenzuela fueron secuestrados el 2 de enero de 1978 en Mar del Plata y trasladados a la Quinta de Funes, en las afueras de Rosario. Con ellos estaba Sebastián, el hijo de Raquel, que tenía un año y medio.
En el juicio se determinó que Raquel Negro fue trasladada a dar a luz en el Hospital Militar de Paraná, procedente del centro clandestino de detención La Intermedia, y permaneció al menos 15 días en la sala de guardia, donde estuvo custodiada por agentes de inteligencia vestidos de civil que se rotaban cada 24 horas.
El parto se habría producido el 3 de marzo, fue atendido por médicos que no pertenecían al nosocomio castrense y tras el alumbramiento del varón, la madre lo arropó durante unos instantes hasta que unos hombres se lo llevaron; luego nació la nena.
Enseguida, los mellizos fueron internados como NN en la sala de terapia intensiva, porque supuestamente presentaban problemas respiratorios y cardíacos, y luego derivados al Instituto Privado de Pediatría (IPP), adonde la nena ingresó el 4 de marzo y el varón el 10 de marzo, en su caso sin identidad, desconociéndose dónde estuvo en esos seis días. Ambos egresaron el 27 de marzo. La nena fue dejada esa misma noche en el Hogar del Huérfano y luego dada en adopción legal. Hoy se sabe que se trata de Sabrina Gullino, quien recuperó su identidad en 2008. El mellizo varón continúa desaparecido.
Los abogados querellantes plantearon que los represores trazaron una “versión falseada” para pretender que el mellizo varón había fallecido, con el objetivo de que nadie siguiera buscándolo; mientras que los fiscales también destacaron el rol que tuvieron otros integrantes del engranaje represivo que no están sentados en el banquillo de los acusados por haber fallecido antes del juicio, como es el caso de los jefes del Segundo Cuerpo de Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri y Luciano Adolfo Jáuregui, el jefe del Destacamento de Inteligencia 121 Alcides Juvenal Pozzi; y mencionaron también a Juan Carlos Trimarco, jefe de la represión en Entre Ríos, quien fue declarado inimputable y se le suspendió el proceso penal en su contra. De la misma manera, apuntaron contra Luis Levin y Luis Beret, director y subdirector del Hospital Militar.
El fin de la impunidad
El viernes amaneció soleado, luminoso, típicamente primaveral. El celeste del cielo despejado se abría ante un histórico día de sentencia. En la calle, rostros jóvenes en blanco y negro, sus imágenes, recibían a otros cientos que iban llegando poquito a poco.
Cincuenta y ocho días duró el juicio. Dieciocho audiencias de debate. Cuarenta y un testigos pasaron ante el tribunal. Cinco condenados, un absuelto, una identidad restituida y un ausente. El juicio cambió la presunción de muerte por una certeza de vida respecto del mellizo. Pero sigue habiendo alguien que falta. NN Facundo dirá la investigación judicial.
La tensión creciente se iba percibiendo en el aire. De un lado los familiares, ex detenidos políticos y un puñado de funcionarios poblaron la sala entre murmullos y con más prendedores en blanco y negro. Del otro lado, el vacío de los acusados que no están. Cuántas veces habrán cruzado miradas durante el juicio.
A las 17.18 la voz entre ronca y severa del presidente del tribunal rompió el silencio. Sabrina se aferró más que nunca a Sebastián. No lloraron pero se los notaba emocionados. Nunca lloran. “No se llora frente a los hijos de puta”, dijo ella un día. En cambio lleva una sonrisa.
Tres minutos insumió la lectura de la parte resolutiva de la sentencia. Ese tiempo le llevó al tribunal explicar la condena a cinco represores por dos hechos de sustracción de menores y sustitución de identidad, cometidos en el marco de un plan sistemático que dio lugar a la tortura, desaparición forzada de personas y robo de bebés.
No hubo aplausos ni gritos ni llantos en la sala. Retratos de Raquel se elevaron y Sabrina y Sebastián se abrazaron con fuerza y ternura a la vez. Hubo una sensación de amargura y decepción que se mezclaba también con alegría. Era un desahogo después de treinta años.
Tuvo este juicio la importancia haber conmovido a una sociedad habitualmente apática. La sociedad paranaense ya no desconoce que a pocas cuadras del centro, a cinco minutos de la plaza, funcionó una maternidad clandestina y que los niños luego circulaban por distintas instituciones conocidas. Entonces la verdad se impuso. Porque no hay verdad en el olvido, en lo que se oculta, en lo que no se permite que salga a la luz. Y es ahí donde radica el triunfo. Ojalá entonces que este granito de justicia sirva para comprender que la verdad se construye con la memoria y que no hay presente ni futuro posible en el olvido del pasado.
Entre la alegría y la decepción
* Ana Oberlin, abogada querellante. “Estamos un poco decepcionados en cuanto al monto de las penas porque entendemos que se trata de delitos que por la gravedad y trascendencia que tienen, no solo afectan a las personas que han sido apropiadas sino a todo el núcleo familiar, que pasado 30 años bajo un tormento por no saber si los chicos viven o no, dónde están o si están con los asesinos de sus padres. Entonces, este tipo de delitos merece una mayor severidad. De todas maneras es una condena y estamos contentos de haber podido transitar este proceso, aún después de treinta y pico de años, en un país donde reinó la impunidad durante tanto tiempo”.
* José Iparraguirre, integrante de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. “La condena a los represores es un triunfo porque significa que salió a la luz la verdad de lo que pasó con Sabrina y nos permite investigar el destino del mellizo”.
* Florencia Amore, abogada querellante. “Es positivo que cinco imputados hayan sido encontrados culpables, pero ahora hay que esperar los fundamentos de la sentencia para ver cómo seguimos porque el tribunal hizo una graduación muy baja de las penas y eso habrá que verlo”.
* María Luz Piérola, coordinadora del Registro Único de la Verdad. “Lo importante es que los genocidas ya están condenados. Ahora hay que festejar porque conseguimos el juicio y castigo a los culpables y continuar trabajando para encontrar al mellizo e investigar otros nacimientos clandestinos que se produjeron en el Hospital Militar”.
* Clara Fink, madre de Claudio, desaparecido durante la dictadura. “Es una alegría haber llegado a esto, es un paso adelante que se ha dado; pero lamentablemente los montos de la condena no fueron lo que nosotros pensábamos. Y es hermosa esta fiesta, si hasta me parece que lo veo a Claudio saltando, corriendo, gritando, riéndose, festejando”.
22 Oct
La Justicia llegó con cinco condenas y una absolución
La primera sentencia por delitos de lesa humanidad en Entre Ríos contempló cinco penas de entre cinco y 14 años de prisión. Se absolvió a Marino González, señalado por un testigo como uno de los que participaba de los vuelos de la muerte.
por Alfredo Hoffman (para Diario UNO y Mesa Juicio y Castigo)
El Tribunal en lo Criminal Oral Federal de Paraná condenó este viernes a cinco de los seis acusados por los delitos de robo de bebés y sustitución de identidad durante la última dictadura cívico-militar. Fue la primera vez que la Justicia dictó una sentencia por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Entre Ríos y ese acto representa el comienzo del fin de una impunidad que lleva más de tres décadas de vigencia. En ese sentido, el fallo fue tomado por quienes impulsaron este juicio histórico como el cumplimiento de una etapa crucial, pero también dejó una sensación agridulce por la absolución de uno de los represores y el escaso tiempo de prisión que deberá cumplir otro en forma domiciliaria. Una vez que sean analizados los fundamentos, las querellas analizarán la posibilidad cierta de recurrir en casación.
Roberto López Arango, presidente del Tribunal que también integraron Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejos, comenzó a leer a las 17.20 la parte resolutiva del veredicto. Afuera de la sala de calle 25 de Mayo se habían congregado cientos de militantes de Derechos Humanos de Paraná y otras ciudades del país, que en ese momento hicieron un tenso silencio. La sentencia condenó a cuatro de los cinco ex integrantes del Destacamento de Inteligencia 121: a Pascual Oscar Guerrieri a 14 años de prisión, a Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong a 13 años y a Walter Salvador Dionisio Pagano a 11. Y absolvió al quinto, Marino Héctor González. En tanto, también condenó al ex médico del Hospital Militar de Paraná Juan Antonio Zaccaría a cinco años de prisión. Hubo silbidos no sólo cuando se escuchó el beneficio para González, sino también cuando López Arango confirmó las prisiones domiciliarias de Guerrieri y Zaccaría.
De todos modos hubo celebraciones por las condenas, con un festival musical en la calle, y un recuerdo especial para Guillermo Mencho Germano, el autor de la denuncia en mayo de 2005 que posibilitó la apertura de la causa y su principal impulsor hasta su fallecimiento en diciembre de 2009. Esa denuncia fue la que permitió que Sabrina Gullino recuperara su identidad y supiera que es hija de los desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, que nació en marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná, que fue sustraída por los verdugos de su madre y que tiene un hermano mellizo a quien busca incansablemente junto con su hermano mayor Sebastián Álvarez.
Sabrina, con toda la emoción a cuestas, sintetizó sus sensaciones: “Esperábamos perpetua aplicando la figura de desaparición forzada por el melli, pero estamos contentos porque se cierra una etapa y se abre otra, y porque comprobamos que los juicios tienen todo un valor social. Además, para nosotros este juicio sirvió para probar que él está vivo, así que apostamos a encontrarlo. Cada vez estamos más cerca”.
Sobre la absolución de González dijo que “es la parte más dolorosa”, pero “es la sentencia que hay”. En ese sentido, rescató el valor de este acto de justicia: “Nosotros apostamos a esta instancia de justicia, a los imputados se les brindó todas las garantías; y también pensamos mucho en lo que nos dejaron las Madres y las Abuelas que es apostar no a la venganza, sino al contrario, a la reconstrucción de la historia a través de la Justicia con las instituciones democráticas y esto es lo que tenemos que defender siempre”.
“Pensamos mucho en todas las personas que son parte de esta historia, en mis papás, en el Mencho, en todas las personas que nos fueron acompañando. También estoy muy emocionada por toda la gente que se movilizó hasta Paraná y muy contenta por haber podido recuperar mi identidad y participar de este acto de justicia”, afirmó.
El veredicto
Los montos de las penas están en consonancia casi por completo con lo pedido por la fiscalía en su alegato, con las excepciones de las situaciones de González y Zaccaría, para quienes habían pedido 13 y 11 años respectivamente. Esta similitud se debió a que el Tribunal también consideró aplicable la ley vigente al momento de los hechos (11.179). Asimismo hubo coincidencia en la consideración del médico como partícipe necesario. Por el contrario, los jueces aceptaron el planteo de las querellas de que los otros cuatro condenados fueron coautores y no autores mediatos como propuso el Ministerio Público Fiscal. No se tuvo en cuenta el planteo introducido por los querellantes en su alegato unificado de que la situación del mellizo varón sea considerada desaparición forzada de persona, por lo cual habían solicitado para todos la pena de prisión perpetua en cárcel común.
La abogada querellante Ana Oberlin, representante de Abuelas de Plaza de Mayo, dijo que se esperaban penas más severas porque se trata de dos apropiaciones y por la entidad que tienen estos delitos. “Es importante que los jueces, pero también la sociedad, entiendan que estos delitos son gravísimos, pero también las consecuencias que tienen siguen impactando aún hoy a 35 años de la dictadura y de estos hechos. Pero más allá de eso hemos logrado condenas y eso sigue siendo positivo”, indicó.
Sobre la absolución de González dijo que esperará conocer los fundamentos para opinar. En cuanto a los cinco años para Zaccaría aseguró que se esperaba una pena mayor por su condición de médico que jugó un rol no menor en las primeras horas de vida de los niños y confesó que los escasos cinco años de condena para él fue “la mayor sorpresa”.
El absuelto
Marino González, el único absuelto, había sido señalado por el testigo Eduardo Costanzo –ex agente civil de Inteligencia– como quien había coordinado la custodia Raquel Negro en el Hospital Militar. Además, durante su declaración en el juicio, Costanzo lo había mencionado como el responsable de los vuelos de la muerte: “Les digo a Sabrina y a Sebastián que le miren bien la cara a González, porque él fue el último que tocó a su madre cuando la tiró del avión”, había dicho. González quedó en libertad con relación a esta causa, aunque permanece con prisión preventiva en Rosario por otro proceso por crímenes de lesa humanidad.
21 Oct
Día 18: Se fijó para el viernes el fin de la impunidad
El tribunal anunció que el viernes 21 a las 17 dará a conocer su veredicto en el juicio por la causa Hospital Militar. Los represores tuvieron oportunidad de decir sus últimas palabras y de hacerse una vez más los desentendidos. Se escucharon las réplicas y contrarréplicas a los planteos de prescripción y de nulidad de las acusaciones que hicieron las defensas.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)

El Dr. Lopez Arango (centro) y la Dra. Lilia Carnero, integrantes del Tribunal. Foto: Pablo Churruarín
Al finalizar la audiencia de este viernes el presidente del Tribunal Oral Federal de Paraná, Roberto López Arango, declaró la clausura del debate y anunció que los jueces se retiraban a deliberar. Dentro de una semana, el viernes 21 a las 17, se conocerá la sentencia y una síntesis de los fundamentos en el juicio por el robo de los hijos mellizos de Raquel Negro nacidos en el Hospital Militar en 1978, una proceso que se inició en mayo de 2005 con la denuncia del coordinador del Registro Único de la Verdad, Guillermo Antonio Germano. Por primera vez se hará justicia y comenzará a borrarse la impunidad de los autores de los delitos de lesa humanidad cometidos en Entre Ríos durante la última dictadura cívico-militar.
Al inicio de la audiencia, la fiscalía y las querellas contestaron los planteos que efectuaron el jueves las defensas. La fiscal Marina Herel rechazó la solicitud de prescripción de los delitos argumentando que “el tema ya fue planteado en la instrucción de la causa y resuelto el 17 de noviembre de 2011 en un planteo del imputado Juan Daniel Amelong”. Además mencionó que estos crímenes “ofenden a la dignidad humana, a la vida y a la moral pública” y no prescriben por ser de lesa humanidad, tal como fueron enunciados desde la causa 13/84 –el Juicio a las Juntas– y como fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los tribunales internacionales.
El fiscal José Ignacio Candioti rechazó los planteos de nulidad de las acusaciones, que la defensa había realizado por la alegada violación al “principio de congruencia” –porque se habría variado la plataforma fáctica y las calificaciones legales y las responsabilidades– y por una supuesta inconsistencia porque no se habría establecido concretamente los roles de los imputados para la atribución de responsabilidades.
“El principio de congruencia exige que los hechos que les han sido endilgados a los encartados y se les ha hecho conocer como imputación sean los mismos por los cuales se los somete a juzgamiento (…) Los hechos no han variado desde que empezó esta causa. Siempre la plataforma fáctica fue la misma”, dijo Candioti.
Sobre la calificación legal dijo que “el Ministerio Público Fiscal siempre consideró que la normativa aplicable era la misma” y que, en todo caso, “si se hubiese variado tampoco se afecta el principio de congruencia porque no hay una variación en los hechos”.
También indicó que la variación en la atribución de las responsabilidades, de autoría mediata para todos a autoría mediata para cuatro y participación necesaria para dos, se realizó “fundadamente” y por lo acaecido durante el curso del debate.
Sobre la supuesta inconsistencia de la acusación dijo que “se explicó por qué los cuatro autores mediatos (Guerrieri, Amelong, Fariña y González) formaban parte de un aparato organizado de poder que ideó y dio las órdenes para que se ejecutara el plan de traslado de Raquel Negro secuestrada, se realizara el parto clandestino y la sustracción de los bebés y sustitución de sus identidades. También se explicó por qué Pagano y Zaccaría fueron partícipes necesarios”.
Desde la querella unificada, Álvaro Pierola adhirió a lo dicho por la fiscalía sobre la prescripción, en cuanto a la calificación de los hechos como constitutivos de delitos de lesa humanidad. “Todas las valoraciones de los defensores ya fueron tratadas por la Corte en los fallos Arancibia Clavel y Simón”, dijo el abogado, por lo cual los jueces no podrían apartarse de la imprescriptibilidad. “Declarar prescriptibles estos delitos a esta altura del partido es una tesitura aventurada”, sostuvo.
Florencia Amore también compartió lo manifestado por la fiscalía sobre el planteo por la supuesta vulneración del principio de congruencia procesal. “Ha existido identidad fáctica en los hechos por los cuales se los indagó, procesó, se requirió a juicio y se los acusó. No se ha visto menoscabado el derecho de defensa en juicio”, dijo la representante de HIJOS Paraná. Además dijo que la defensa debe demostrar que los imputados no cometieron los hechos, no en qué calidad de autores. El cambio se hizo, de autores mediatos a coautores, se efectuó luego de evaluar la prueba producida en el debate, que se realizó bajo las reglas del debido proceso, remarcó.
En las contrarréplicas los defensores oficiales Mario Franchi y Noelia Quiroga y el defensor particular Humberto Franchi insistieron con el pedido de prescripción y con las nulidades.
Últimas palabras de los genocidas
Este viernes cinco de los seis represores acusados aprovecharon la oportunidad para expresar sus últimas palabras. Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Pascual Oscar Guerrieri, Marino González y Walter Pagano se declararon inocentes y dijeron desconocer los crímenes por los cuales fueron responsabilizados. El médico y también militar Juan Antonio Zaccaría prefirió mantenerse en silencio.
El primero en declarar fue Fariña. “Yo también quisiera saber qué ha pasado con los mellizos de Raquel Negro”, manifestó. “Nunca impartí ordenes ilegales ni recibí de mis superiores ninguna orden ilegal. Costanzo es un delincuente y yo un hombre de bien”. Para defenderse, curiosamente, eligió una frase de Juan Domingo Perón: “La única verdad es la realidad y la realidad y la verdad es que en el momento de los hechos estaba de vacaciones en Mar del Plata y después fui afectado a tareas del mundial del fútbol en la subsede Rosario”.
“Es en este momento cuando uno más se siente el reo”, dijo Amelong, pretendiendo dar un marco de emotividad a sus últimas palabras. Luego cuestionó los juicios contra los represores de la dictadura citando al abogado y académico y ex funcionario de Mauricio Macri, Daniel Pastor, un conocido crítico de los organismos de derechos humanos y defensor de la prescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad: “Pareciera que los derechos humanos son la octava maravilla del mundo, cualquier cosa que se pueda contraponer es condenable y no tiene que ser atendida con las normas del derecho penal”.
Amelong criticó al Ministerio Público Fiscal porque “más que nadie es el que ha demostrado que respeta a pie juntillas la política de Estado que ha implementado este gobierno” y porque a su juicio no cumplió con su función de controlar la legalidad del juicio. Según dijo, hubo sólo una “apariencia de legalidad”.
Por otra parte, acusó al tribunal de no ser imparcial: “Se está procurando un momento político para producir el fallo y eso es dolo eventual. Están apurando el fallo, que salvo sorpresa va a ser condenatorio. No desconozco las presiones que tienen ustedes para fallar en este juicio histórico”.
De la misma manera cuestionó a los medios de comunicación locales y a los que tuvo acceso de alcance nacional: “Ninguno vino a verme para hacer una nota, porque lo que no quieren escuchar es la otra parte de la verdad, algo que sea diferente a la historia oficial: se está engañando a la población (…) Solamente esta resolución va a ser justa si es legal, de lo contrario no será justa y sí seguramente va a ser elogiada por esos medios oficialistas, o presionados, o por interés o por el cobro de la pauta; pero la historia no va a valorar un fallo no justo”.
El represor, que también es abogado, dijo que quiso ejercer su autodefensa en esta causa porque notaba poca predisposición de parte de quien era su defensor oficial en aquel momento, Juan Carlos Ferrari, en quien “no podía confiar”. Por el contrario, destacó “la lealtad y el profesionalismo del doctor Franchi”, quien “tiró por tierra todo lo mal que se venía haciendo antes”.
Guerrieri, en tanto, buscó desligarse de los hechos responsabilizando a su jefe en el Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri, y nuevamente al militar que se suicidó en 2008, Paul Navone: “Yo era un teniente coronel, jamás podía interceder en la subsistencia de cualquier persona en el ámbito de Rosario. Galtieri tenía la potestad de ordenar lo que quisiera. Es muy claro que él puede haber ordenado directamente a un elemento dependiente como Navone que cumpliera esa misión. ¿Por qué iba a tocar elementos del 121? No nos tocó porque si yo tuviera que haber hecho ese plan, como un plan se hace de atrás para adelante, al primer tipo que tendría que haberle dicho lo que tenía que hacer es al señor Zaccaria, y a Zaccaría lo conocí acá”.
“Señor juez, basta del pasado, mientras estos juicios se prolonguen en el tiempo va a haber dolor, no de los que perdieron sus familiares, sino de todos. Si estos juicios siguen van a provocar heridas”, finalizó.
Marino González también dijo ser inocente. “No delinquí, no ordené delinquir, nadie que estuviera a mis órdenes delinquió. El personal que estaba a mis órdenes no vino en ningún momento a Paraná”, se defendió. “La privación de la libertad está relacionada con la posibilidad de que el Estado le permita al preso rehabilitarse e insertar nuevamente a la sociedad. En 30 años habré cometido alguna infracción de tránsito, ¿a mí me tienen que reinsertar?¿Por qué estoy acá?¿Será por venganza?”, subrayó.
Pagano, el ex agente civil de Inteligencia que eligió estar ausente durante la mayor parte del juicio, en su única declaración en dos meses, se acordó de Eduardo Costanzo, su ex compañero de patota que denunció a los procesados como intervinientes en el plan de robo de los bebés. “Soy inocente y con respecto a la denuncia de Costanzo es totalmente falsa. Nada más”, dijo.
14 Oct
Día 17: Las defensas culparon a Costanzo, a los médicos, a los muertos y al inimputable Trimarco
Los representantes de los represores expusieron sus alegatos pidiendo la absolución para todos. Argumentaron la supuesta falta de pruebas que los incriminen en el robo de bebés. Responsabilizaron de los hechos al testigo Costanzo, a los fallecidos Navone y Galtieri y al demente Trimarco. Plantearon la prescripción de los delitos y la nulidad de las acusaciones. Las seguidores de Cecilia Pando se hicieron presentes por primera vez en el debate.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
Los defensores pidieron este jueves la absolución de los seis represores acusados en el juicio por robo de bebés que se desarrolla en Paraná, argumentando supuesta falta de pruebas, el beneficio de la duda y la pretendida nulidad de las acusaciones. Además expusieron una hipótesis alternativa a la investigación de los hechos realizada hasta el momento, según la cual los responsables no serían los acusados sino el testigo Eduardo Costanzo, militares fallecidos y el jefe del terrorismo de Estado en Entre Ríos, Juan Carlos Ricardo Trimarco, declarado inimputable. De la misma manera, buscaron involucrar a los médicos que intervinieron en la atención de los hijos mellizos de Raquel Negro.
La jornada se extendió por casi ocho horas. En el cuarto intermedio del mediodía llegaron al escenario de las audiencias, por primera vez en lo que va del juicio, integrantes de la ultraderechista Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina (AFyAPPA), que encabeza María Cecilia Pando, esposa del mayor retirado Pedro Rafael Mercado. Eran menos de siete personas que se ubicaron en diferentes sectores de la sala y entablaron diálogo con la esposa del imputado Juan Antonio Zaccaría. Antes de retirarse comentaron que volverán a hacerse presentes este viernes.
El Tribunal Federal de Paraná, que integran Roberto López Arango, Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejo, dispuso que este primer juicio oral y público por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en Entre Ríos continúe este viernes a las 8.30, con las réplicas y contrarréplicas acerca de los planteos de prescripción y de nulidad de las acusaciones. Luego los procesados tendrían que expresar sus últimas palabras y se fijaría fecha para la lectura de la sentencia.
En la causa conocida como Hospital Militar se investiga el robo y la sustitución de identidad de los hijos mellizos de la pareja de militantes montoneros desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, nacidos en marzo de 1978 en el nosocomio castrense paranaense. Uno de esos mellizos, Sabrina Gullino, recuperó su identidad a fines de 2008, mientras que el restante, un varón, continúa siendo buscado.
Los alegatos
El defensor oficial Mario Franchi responsabilizó en su alegato al “Tucu” Costanzo, al comandante y el subcomandante del Segundo Cuerpo de Ejército al momento de los hechos, Leopoldo Fortunato Galtieri y Luciano Jáuregui respectivamente; el comandante de la Segunda Brigada de Caballería Blindada con asiento en Paraná, Juan Carlos Ricardo Trimarco, y el ex integrante del Destacamento de Inteligencia 122 de Santa Fe con servicios en la capital entrerriana, Paul Alberto Navone. De ese modo pretendió desvincular a sus representados Pascual Oscar Guerrieri, Rubén Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Dionisio Pagano y Héctor Marino González, quienes revistaban en el DI 121 con asiento en Rosario y, según Franchi, no tenían “ni autoridad ni jurisdicción” sobre Paraná. “Nuestra hipótesis es que este hecho fue decidido por Galtieri y Trimarco y Navone fue autor mediato o directo”, aseveró.
De los cinco supuestos culpables señalados por Mario Franchi, tres ya fallecieron: Galtieri, Jáuregui y Navone. El tercero de ellos se suicidó cuando fue llamado a declarar en esta causa y hay testimonios que lo señalan como el presunto apropiador del varón. Un cuarto, Trimarco, fue declarado inimputable por incapacidad mental. Sólo uno de los indicados está vivo: el testigo Costanzo, también integrante del DI de Rosario. Sobre él basó el defensor oficial gran parte de su alegato, intentando desvirtuar las declaraciones que incriminaron a sus representados. Dijo, sintéticamente, que es un “mentiroso patológico”, un “fabulador”, que ha incurrido en “delirios” y tiene “enemistad” y “animosidad” hacia los acusados. En ese marco dijo tener “una lista 24 razones” que demostrarían que miente.
«Costanzo no miente sobre los hechos pero sí respecto de la autoría cuando debe protegerse y por eso responsabiliza a otros”, señaló, para luego asegurar que el ex agente civil de Inteligencia conocido como “El Tucu” conoce los detalles de los hechos porque tuvo “una intervención directa”, por lo cual opinó que debió ser imputado y no testigo.
Por otra parte, para la defensa oficial los delitos se consumaron en el momento que los bebés egresaron del Instituto Privado de Pediatría, adonde habían sido derivados desde el Hospital Militar, puesto que fue entonces cuando salieron de la esfera de cuidado de los médicos, quienes eran “garantes de la integridad física” de los niños. Antes de esa instancia “no se puede hablar de sustracción, por lo tanto todos los actos anteriores resultan impunes”, aseguró Franchi.
Además el abogado cuestionó la responsabilidad profesional de los médicos y recordó las “evidentes contradicciones” de algunos de los que declararon como testigos y sus “posibles renuencias a declarar” que fueron señaladas por el Tribunal. Ese fue el caso de Miguel Torrealday, uno de los socios del IPP, aunque Franchi no mencionó ningún nombre. “Las pruebas son contra la responsabilidad profesional de los médicos y no contra mis defendidos, a quienes nadie vio en Paraná e incluso los testigos dijeron no conocer”, afirmó.
Noelia Quiroga, quien comparte la defensa junto a Mario Franchi, planteó que el delito ya prescribió y que el plazo de esa prescripción se cumplió diez años después de que los menores apropiados cumplieron 10 años, es decir en 1998.
Además los defensores se opusieron al planteo de la querella de que los acusados sean condenados también por el delito de desaparición forzada de personas, para lo cual pidieron la pena de prisión perpetua, y al pedido de aplicación de la ley penal más gravosa para los imputados y más nueva (Nº 24.410) en lugar de la más benigna y vigente al momento de los hechos (Nº 11.179) para los delitos de sustracción de menores y sustitución de identidad.
Por su parte, Humberto Franchi, abogado del médico militar Juan Antonio Zaccaría, solicitó la absolución de su defendido en base a la supuesta ausencia de testigos que hayan reconocido su intervención delictiva y sosteniendo que su participación fue meramente “sanitaria”.
Subsidiariamente pidió que se lo contemple como partícipe secundario, porque habría actuado con “negligencia” pero no con dolo, y se le aplique la absolución por el principio de “pena natural”, argumentando para eso que el estado de salud del procesado es “deplorable” como “consecuencia” del encierro que atraviesa en forma domiciliaria. Asimismo se sumó al reclamo de la defensa oficial de la prescripción de la acción penal y al rechazo de la imputación por desaparición forzada de persona y pedido de pena en base a la aplicación de la ley penal más gravosa que hiciera la querella en su alegato.
Humberto Franchi pretendió desvincular a Zaccaría igualando su intervención en los hechos con las que tuvieron otros médicos que no fueron imputados, como los del Hospital Militar Alfredo Berduc y Juan Ferrarotti y los del IPP con Torrealday a la cabeza. Según dijo, la participación de su cliente fue “casual” y solamente “sanitaria”, consistente en intentar que los bebés no murieran derivándolos al Instituto de Pediatría, aunque en otra parte del alegato dijo no atendió a los niños sino que fueron Berduc y Zaccaría y que quien los derivó fue Berduc.
Además remarcó que su defendido, quien era jefe de Terapia Intensiva del hospital, a diferencia de los otros médicos, fue el único que reconoció que el nacimiento de sus bebés y la internación en esa sala como NN fue una situación irregular; pero no tuvo otro margen de acción que ir a quejarse a la dirección del nosocomio, donde le dijeron que no se metiera con el tema. “No podía devolver los bebés a la madre. A lo sumo le podemos criticar que no tuvo la suficiente fuerza para oponerse a la situación irregular. Las consecuencias que implicaba esto no era sólo la pérdida de trabajo para Zaccaría, era algo más. Podía haber sido uno más de la lista”, manifestó, en alusión implícita a los desaparecidos. Y agregó: “No le quedaba otra”.
Por otra parte, desligó al anestesista de la patota que integraban el resto de los acusados: “La madre estaba a cargo del grupo que la trajo y se la llevó, no de Zaccaría”. Manifestó que los coimputados no lo conocían y que no participaba de las acciones clandestinas que aquellos desarrollaban y para las cuales utilizaban nombres falsos. “Zaccaría no tenía un nombre supuesto. Todo el mundo lo conocía en el hospital”, aseguró. Luego comentó que “el plan sistemático de robo de bebés utilizaba pediatras y ginecólogos, no anestesistas”.
13 Oct
Día 16: La querella pidió prisión perpetua para todos los acusados en la causa Hospital Militar
Los abogados pidieron una fuerte condena como coautores para Guerrieri, Fariña, Amelong, Pagano y González y como partícipe necesario para Zaccaría, por los delitos de sustracción, retención y ocultamiento de los hijos de Raquel Negro y de desaparición forzada del bebé varón. Además exigieron que vayan a cárcel común. La fiscalía solicitó 14 años para Guerrieri, 13 para Fariña, Amelong y González y 11 para Pagano y Zaccaría.
Por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
Los abogados de las partes querellantes pidieron este miércoles una condena de prisión perpetua de cumplimiento efectivo en cárcel común para todos los acusados en el juicio por la causa Hospital Militar, por los delitos de sustracción, retención y ocultamiento de los hijos de Raquel Negro, la supresión de sus identidades y la desaparición forzada del mellizo varón. Se consideró partícipe necesario al médico militar Juan Antonio Zaccaría y coautores a Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Daniel Amelong, Marino González y Walter Pagano. De la misma manera, solicitaron la inhabilitación perpetua para el ejercicio de cualquier función pública y tareas de seguridad privada; y que se revoque la prisión domiciliaria de la cual goza actualmente Guerrieri.
Subsidiariamente, para el caso que el Tribunal Oral Federal de Paraná no acepte la calificación del delito de desaparición forzada, se pidió una pena de prisión de 25 años e inhabilitación de cumplimiento efectivo.
Álvaro Baella, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, concluyó el extenso alegato de cuatro horas de las partes querellantes, calificando a los delitos de que fue víctima el bebé varón de Raquel Negro de “desaparición forzada” agravada por ser la victima una persona nacida durante la desaparición forzada de su madre, en concurso ideal con el delito de “supresión de estad civil de un menor de diez años”; todo esto en concurso real con la sustracción, retención y ocultación de un menor de diez años en concurso ideal con el delito de supresión de estado civil de un menor de diez años que tuvieron por víctima a Sabrina Gullino, la hija mujer de Negro.
Esos crímenes fueron considerados por los letrados como de lesa humanidad, que “repugnan a la humanidad en su conjunto”. El alegato tuvo varias referencias a las palabras de Sabrina y de su hermano mayor, Sebastián Álvarez, quienes al declarar en el juicio describieron de qué modo esos delitos los han perjudicado a ellos y a su familia a lo largo de más de 30 años. Al finalizar su exposición, Baella recordó cuando Sabrina interpeló a los acusados diciéndoles que debían estar arrepentidos de no haberla tirado al río, porque ahora, tanto tiempo después, un tribunal los estaba juzgando.
Además, el abogado Álvaro Piérola, representante de la organización HIJOS, hizo mención especial a la lucha de cuatro madres de desaparecidos de Paraná, Amanda Mayor, Pepita Goyeneche, Carmen Germano y Clara Fink, a quienes brindó un reconocimiento que fue seguido, como en muchas otras intervenciones de los querellantes, por un cerrado aplauso de la sala.
Al comienzo de los alegatos, Ana Oberlin, abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, dijo: «Tenemos la certeza de que hemos llegado a probar de forma total y completa todos los elementos que habìamos puesto en nuestras acusaciones».
La letrada hizo una precisa descripción del contexto del terrorismo de Estado en el cual se cometieron los delitos. En ese sentido destacó que «el objetivo de la dictadura cívico militar era transformar totalmente la estructura económica y social del país, reprimir a los opositores políticos y disciplinar al resto de la sociedad, y esto sólo se podía lograr a través de la implantación del terrorismo de Estado, porque se necesitaban poseer todos los resortes del gobierno para poder garantizar la impunidad».
«Esos objetivos tenían algunos contornos difusos, por ejemplo qué hacer con los niños nacidos en cautiverio o de muy pequeña edad que eran secuestrados con sus padres. Esto surgió de forma casi inmediata y fue absorbido como parte de los objetivos a desarrollar en este plan criminal», sostuvo.
Oberlín detalló que durante la dictadura se organizaban los partos de las mujeres secuestradas embarazadas «de dos formas generales: una era organizar en los centros clandestinos de detención verdaderas maternidades clandestinas, donde se llevaba a parir a las mujeres que estaban en ese y otros CCD. La otra era usar infraestructura que ya existía y tenían a mano, que son los Hospitales Militares, como en el caso abordado en este juicio». Agregó que durante el debate quedó claro que Raquel Negro “no fue la única mujer que fue traída a parir ilegalmente aquí”.
«Esa práctica represiva –destacó la abogada– tenía tres objetivos centrales: el primero era que los menores no crecieran con sus familias biológicas, como se hiciera en España durante el franquismo con los hijos de los republicanos. En Argentina algunos niños fueron apropiados, otros asesinados y otros dejados en orfanatos y entregados de buena fe a familias que los criaron, como el caso de Sabrina Gullino. El segundo objetivo de este plan sistemático fue efectuar un castigo adicional a las familias de los desaparecidos. Cuesta mucho imaginar efectos más perversos y más actuales que este; se reactualiza cotidianamente el dolor de esa búsqueda que no termina”, aseguró Oberlin. El tercero de los objetivos era que consistía en una forma más de disciplinamiento para la sociedad. “No creo que exista un terror asimilable a pensar que te pueden llegar a robar a tus hijos, eso sin duda era paralizante para el resto de la sociedad”, aseveró.
Luego la abogada de HIJOS, Florencia Amore, hizo un desmenuzamiento de los pruebas que acreditan los delitos investigados: sobre todo los testimonios de Eduardo Costanzo, Jaime Dri, los periodistas Miguel Bonasso, Carlos del Frade y Reinaldo Sietecase, las enfermeras del Hospital Militar y del Instituto Privado de Pediatrpia, la declaración del imputado Juan Antonio Zaccaría y de los médicos de ambos centros asistenciales, entre otros.
Amore y los representantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Lucas Ciarnello, y de Abuelas, Álvaro Baella, detallaron cada una de las pruebas que incriminan a Guerrieri, Amelong, Fariña, Pagano, González y Zaccaría. En ese sentido se explicó:
* Guerrieri: era conocido con el alias de Jorge o Mayor Jorge, se ha probado con certeza para condenar que formaba parte del grupo operativo de represión que realizó y llevó adelante los hechos investigados en esta causa. El alias era utilizado para procurar la impunidad encubriendo su verdadera identidad. La prueba está dada por el testimonio de Jaime Dri. Jorge era uno de los de más alta jerarquía en cada uno de los centros clandestinos de detención. En su legajo figura que su grado a la fecha de los hechos era el de teniente coronel y prestaba servicios en el Destacamento de Inteligencia 121, donde era segundo jefe. Fue uno de los responsables del traslado de Raquel Negro a parir a Paraná. Costanzo lo sindicó como quien conducía operativamente la Quinta de Funes. En su legajo también aparece un informe médico por un cuadro depresivo tratado en 1982, que le diagnosticaba neurosis represiva ansiosa con componentes fóbicos, que se atribuía a la actuación que le cupo en el área de Inteligencia durante la lucha contra la denominada subversión en el país y en el extranjero. Guerrieri mismo reconoció sus delitos al resaltar que lo sucedido “estuvo en el contexto de una guerra revolucionaria en todo el planeta” y que “a Tulio se lo va a buscar porque era un guerrillero”. Sin embargo, no hay registro de una búsqueda legal de Tulio Valenzuela. También dijo que el tema de los chicos se desarrolló “en el contexto de una guerra revolucionaria” y a él “por edad biológica” le tocó estar. Es decir que reconoció su participación en los hechos y su participación en el grupo que cometió los delitos de lesa humanidad que investigados en esta causa.
* Fariña: usaba el alias Sebastián, se ha probado con certeza para condenar que integraba el grupo que llevaba adelante los hechos investigados en este juicio. No podía desconocer los hechos porque era el jefe de Operaciones Especiales, o sea de la patota. Además fue uno de los que viajó a México para llevar adelante la Operación México.
* Amelong. Alias Daniel. Se ha probado con el grado de certeza para condenar que integraba el grupo que llevaba adelante los hechos descriptos en el juicio. De la declaración de Jaime Dri surge que era uno de los integrantes de los centros clandestinos de detención. Fue también uno de los que viaja a México. A la época de los hechos tenía 26 años y el grado de teniente. Costanzo acreditó que fue uno de los que trasladó a Sabrina Gullino desde el Instituto Privado de Pediatría al Hogar del Huérfano de Rosario. Su familia era propietaria y lo sigue siendo del inmueble donde funcionó el CCD La Intermedia. En el momento de los hechos era segundo jefe de la sección Operaciones Especiales de Inteligencia. Reconoció en una nota de 1987 haber participado concientemente del aniquilamiento de la subversión ejecutando las órdenes que les fueron impartidas.
* Pagano. Alias Sergio paz o Sergio II. Se ha probado con el grado de certeza para condenar que integraba el grupo que llevaba adelante los hechos descriptos en este juicio. El testimonio de Jaime Dri lo señala como uno de los que lo tuvo cautivo. En el libro de Bonasso Recuerdo de la muerte se dice que fue uno de los que secuestró a Valenzuela y Negro. Fue además uno de los que trasladó a Sabrina al Hogar del Huérfano de Rosario.
* Marino González. Alias Pepe. Se ha probado con el grado de certeza para condenar que integraba el grupo que llevaba adelante los hechos descriptos en este juicio. Estuvo encargado de los trámites para la estadía de Raquel Negro en el Hospital Militar de Paraná y quien organizaba las guardias, según los dichos de Costanzo. En 1977/78 era capitán, era segundo jefe de la sección Inteligencia Especial del DI 121
* Juan Antonio Zaccaría. Ha quedado acreditado con certeza positiva para condenar que se desempeñaba como jefe de Terapia Intensiva y participó de los delitos descriptos. Los testigos manifestaron que era el jefe de Terapia Intensiva, que convocó a su lugar de trabajo a una de las enfermeras para recibir a los mellizos y que fue quien puso los datos de NN en las planillas de identificación de los pacientes. Era quien coordinaba todo y tenía conocimiento de los ingresos. Tenía el grado de capitán.
El abogado Ciarnello explicó que Guerrieri, Amelong, Pagano, Fariña y González deben ser condenados en calidad de couatores, por haber tenido el dominio funcional del hecho. “Los acusados en conjunto realizaron la apropiación de los hijos de Raquel Negro, con un plan en el cual armaron un dispositivo clandestino de detención en el interior mismo del Hospital Militar. Existió necesariamente entre los acusados una comunión de voluntades para ejecutar en forma conjunta y coordinada los delitos. Todos hicieron aportes indispensables para poder llevar a cabo el plan para la sustracción, ocultamiento de los bebés, la sustitución de sus identidades y la desaparición forzada del varón. Los acusados formaron parte de una organización criminal”, remarcó. Además, Ciarnello dejó en claro que Guerrieri y Fariña fueron quienes ordenaron las acciones.
“Lamentablemente no estamos juzgando a Juan Carlos Ricardo Trimarco (el jefe militar de la jurisdicción Paraná), quien podemos acordar que sería autor mediato. Lamentablemente va a morir impune. Aquí estamos juzgando a una de las tantas bandas de delincuentes del terrorismo de Estado”, remarcó.
En cuanto a Zaccaría, dijo que debía ser condenado en calidad de participe necesario o cómplice primario, ya que realizó “aportes esenciales” para la ejecución del plan. “También tenía el dominio del hecho, si retirara su aporte el delito no se habría llevado a cabo como se ejecutó. Debido a su posición jerárquica no sólo no desconocía la procedencia de los mellizos, sino que hubiese podido intervenir de modo diferente”, indicó.
También recordó que al declarar en el juicio “Zaccaria reconoció la ilegalidad de los hechos, pero no realizó ninguna conducta tendiente a evitar al menos la sustitución de identidad de Sabrina y su hermano, sino que prestó la colaboración imprescindible para la ejecución de los delitos”.
Alegato de la Fiscalía
La fiscal Marina Herbel manifestó que los delitos ocurrieron dentro de un plan sistemático clandestino estructurado desde el poder, bajo la jurisdicción del segundo cuerpo de Ejército y en el Hospital Militar de Paraná que dependía de aquel. El “eje” del operativo fue el Destacamento de Inteligencia 121, que ejecutó la sustracción de los menores y la sustitución de sus identidades, delitos de lesa humanidad que ocurrieron en el marco del terrorismo de Estado, aseguró la fiscal.
Herbel expuso los fundamentos de su acusación citando las pruebas testimoniales en coincidencia con lo manifestado previamente por la querella y repasando cómo se produjeron los hechos desde el traslado de Raquel Negro a Paraná y su internación en el nosocomio, hasta el nacimiento de los mellizos y su posterior derivación al IPP.
Además hizo una “exhortación a la gente de esta ciudad” que tenga algún conocimiento del paradero del mellizo varón, a que lo acerque al Ministerio Público Fiscal o al Juzgado federal de primera instancia de Paraná.
Luego el fiscal José Ignacio Candioti adelantó que mantendrían la postura sustentada en el requerimiento de elevación a juicio de la fiscalía, es decir que consideran que las figuras aplicables son las establecidas en los artículos 139 inciso 2 del Código Penal en concurso real con la establecida en el 146 del CP, es decir la “supresión de estado civil” y la “sustracción de menores”.
Asimismo dijo que mantenían la postura de considerar autores mediatos a Guerrieri, Fariña, Amelong y González, pero entendieron que en el curso del debate quedó acreditado que la responsabilidad de Pagano y Zaccaría debe ser encuadrada dentro de la participación necesaria.
“Queda demostrado que estos cuatro imputados fueron autores mediatos, porque actuaron en el marco de un aparato organizado de poder. Ellos tenían la capacidad de dar las órdenes. En su carácter de integrantes y conductores del DI 121 y principales responsables del centro clandestino de detención donde estaba Raquel Negro privada de su libertad, idearon, planificaron y dieron las órdenes para que Raquel Negro sea traída a Paraná a efectos de su parto clandestino y para que luego de ese parto sus bebés les sean sustraídos y les sean suprimidas sus identidades”, sostuvo Candioti.
“Lo que los convierte en los responsables es que en el carácter de agentes estatales se valieron de todo los recursos humanos y de los bienes que ese Destacamento de Inteligencia para perpetrar los delitos aquí investigados: vehículos, gente para custodia, centros clandestinos de detención y hospitales militares”, remarcó.
Además contaron con la participación de Pagano y Zaccaría y por eso deben responder en carácter de partícipes necesarios: Pagano llevó a la beba al Hogar del Huérfano, mientras que Zaccaría posibilitó que los niños salieran del hospital sin que lo supieran sus familiares y sin la correcta identificación, continuó el fiscal.
Para el representante del Ministerio Público los represores “actuaron a gusto”, porque “había un componente ideológico en su accionar, como lo reconoció el propio Guerrieri”.
Asimismo defendió el testimonio del testigo Eduardo Costanzo ante las críticas de los imputados: “A Costanzo se le cree porque todos los datos que aportó se verificaron: que Raquel Negro fue trasladada al hospital de Paraná, que aquí nacieron mellizos, que eran un varón y una mujer y que la nena fue dejada en la puerta de un convento por Pagano y por Amelong”.
Luego Candioti solicitó la pena para Guerrieri, considerado autor mediato de los delitos investigados, teniendo en cuenta su elevado grado de instrucción, su grado de teniente coronel y otros aspectos. Para él pidió la condena de 14 años de prisión, accesorias legales y costas.
Para Fariña, también considerado autor mediato y teniendo en cuenta las mismas circunstancias, pidió 13 años de prisión, accesorias legales y costas.
Para Amelong, como autor mediato y considerando la modalidad de su intervención en la comisión de los delitos, pidió 13 años de prisión, accesorias legales y costas.
Para González, autor mediato, tuvo en cuenta la modalidad de su intervención en los hechos y reclamó 13 años de prisión, accesorias legales y costas.
Para Pagano, como partícipe necesario, y teniendo en cuenta el silencio que guarda sobre el destino del hijo varón de Raquel Negro, solicitó 11 años de prisión, accesorias legales y costas.
Finalmente, para Zaccaría, como partícipe necesario y teniendo en cuenta que era médico, pidió 11 años de prisión, accesorias legales y costas.
Los alegatos de los defensores se realizarán el jueves 13.
5 Oct
La querella solicitó prisión perpetua en cárcel común para los represores imputados en la Causa Hospital Militar
En tanto, la Fiscalía pidió condenas de 14 años de reclusión para Guerrieri; 13 años para Fariña, Amelong y González; y 11 años para Pagano y Zaccaría
Luego de exponer detalladamente los hechos, la querella pidió prisión e inhabilitación perpetuas en cárcel común para Juan Amelong, Pascual Guerrieri, Marino González, Jorge Fariña, Walter Pagano y Juan Antonio Zaccaría, en la Causa Hospital Militar. Sin embargo, en caso de que no sea contemplada la tipificación prevista en el artículo 142 ter del Código Penal -referida a la desaparición forzada de personas-, se propuso la pena de 25 años de prisión e inhabilitación perpetuas, lo que incluye además la revocación del beneficio de cárcel domiciliaria del que hace uso Guerrieri. Durante una presentación unificada, los abogados querellantes sostuvieron que “los acusados ejecutaron un plan conjunto de apropiación de los hijos de Raquel Negro, que fueron botín de guerra como represalia a la Operación México llevada a cabo por Tulio Valenzuela”. Igualmente, entendieron que el médico anestesista fue partícipe necesario y cómplice primario de los hechos. Según argumentaron, hubo una “intervención dolosa en base a la actuación antijurídica de la cual estaba al tanto”, incluso “prestó la colaboración indispensable” para la sustracción y sustitución de la identidad de los mellizos. Tras un cuarto intermedio, realizó su alegato el Ministerio Público Fiscal, que solicitó 14 años de reclusión para Guerrieri, y 13 años para Fariña, Amelong y González; por considerarlos autores mediatos de los delitos que se investigan. Por otra parte, requirió la pena de 11 años de cárcel para Pagano y Zaccaría, en cuanto habrían sido partícipes necesarios.
Por Betiana Spadillero Gaioli,
de ANALISIS DIGITAL
Durante la jornada, que se extendió ocho horas, comenzaron los alegatos, a fin de precisar las responsabilidades de cada imputado en el juicio por sustracción y sustitución de identidad. Este miércoles expusieron sus argumentos las partes acusatorias, y a pedido de la Defensoría Oficial se pasó a un cuarto intermedio hasta el 13 de octubre a las 9.
Pedido de penas de la querella
Tras un extenso proceso de producción de prueba, la querella (unificada) arribó a la conclusión de que los imputados cometieron los delitos de desaparición forzada de persona agravada, y de sustracción, retención y ocultamiento de menores de diez años.
En consecuencia, solicitó las penas de prisión perpetua e inhabilitación perpetua con cumplimiento efectivo y en cárcel común para los seis acusados. De todos modos, en caso de que no sean contempladas las tipificaciones, se propuso la pena de 25 años de prisión e inhabilitación perpetua -también de cumplimiento efectivo y cárcel común-, lo que prevé además la revocación de la prisión domiciliaria de Guerrieri.
De acuerdo a los argumentos esbozados, los ex integrantes del Destacamento de Inteligencia 121 deben ser condenados en calidad de co-autores penalmente responsables de los hechos investigados, que fueron llevados a cabo en la clandestinidad con su consentimiento y el de los diferentes estamentos del Ejército. En otras palabras, hubo un co-dominio del hecho, potestad de tener, dejar continuar o no detener el resultado final.
Según explicó el abogado Álvaro Piérola, la tipificación corresponde a delitos de lesa humanidad, porque “formaron parte de un plan sistemático con un efecto transgeneracional, que no prescribe en el tiempo”. En esa línea, se valió del artículo 146 del Código Penal, como una “herramienta para la persecución y condena de delitos de sustracción de menores durante la última dictadura cívico-militar”.
En concreto, indicó que Sabrina Gullino fue víctima de sustracción, retención y ocultamiento cuando era menor de diez años. Mientras que su hermano es damnificado bajo la figura de desaparición forzada de persona agravada, de acuerdo a lo previsto en el artículo 142 ter del Código Penal.
En el caso del mellizo varón, se suma a la negativa de informar sobre su paradero, la difusión de versiones sobre su eventual muerte, a fin de sabotear la búsqueda de sus familiares. Además, para ambos rige el delito de supresión de identidad, que requiere la aplicación del artículo 139.
Anteriormente, Lucas Ciarniello resaltó que “el gobierno de facto instauró una estructura formal y una también clandestina” en todo el país. “Por ello, llegamos a la inevitable conclusión de que paralelamente a la estructura del Destacamento de Inteligencia 121 existía una patota que se encargaba a cometer los delitos juzgados acá y que se condenaron en la Causa Guerrieri”, certificó.
“Los acusados ejecutaron un plan conjunto de apropiación de los hijos de Raquel Negro, que fueron botín de guerra como represalia a la Operación México llevada a cabo por Valenzuela. Existió una comunión de voluntades para realizar los delitos”, reafirmó asimismo. Y resaltó la importancia de los actos preparatorios, ya que los crímenes contra la humanidad “necesitan un contexto de organización”.
“Estamos juzgando a una de las tantas bandas de delincuentes pertenecientes al Ejército Argentino”, asentó.
Respecto de las licencias presentadas por los imputados, remarcó que “no resultan elementos que deban ser valorados”, porque se vinculan con las características de los hechos: que se prolongaron mucho más allá en el tiempo y que se realizaron en forma clandestina. “Esto descarta cualquier pretensión de inocencia”, aseveró.
Por su parte, la querella consideró que el médico Zaccaria debe ser condenado como partícipe necesario y cómplice primario de los hechos, según lo establecido en el artículo 45 del Código Penal.
Al respecto, Ciarnello apuntó que sabiendo el origen de los menores y la calidad de detenida política de Negro, el profesional “hubiese podido intervenir de forma diferente” en los hechos. Hubo una “intervención dolosa en base a la actuación antijurídica de la cual estaba al tanto”, incluso “prestó la colaboración indispensable” para la sustracción y sustitución de identidad de los mellizos.
Contexto histórico
“Comprobamos todos los elementos que incorporamos en nuestras acusaciones”, sentenció Ana Claudia Oberlin, antes de comenzar con el alegato crítico de la querella. De inmediato, apuntó: “Es ineludible hacer algunas referencias que tienen que ver con el marco criminal de los imputados, de lo contrario es imposible entender la mecánica de la dictadura cívico-militar”.
“Se produjeron distintas violaciones a los derechos humanos, que van desde los tormentos hasta el robo de niños. Ahora contamos con numerosas condenas y con la investigación que en su momento hizo la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), para concluir que funcionó un sistema cuyo propósito era reprimir a las personas sindicadas como enemigas”, agregó la abogada.
Paso seguido, mencionó los decretos del gobierno de facto que posibilitaron “lo que ellos denominaron ‘guerra contra la subversión’, y que habilitaron operaciones militares internas, que tenían como objetivo eliminar a los ‘subversivos’, preservar el orden de la seguridad, los bienes, las personas y el Estado”. Esas operaciones indicaban además “las acciones psicológicas a desarrollar y fijaban los blancos de dichas acciones, principalmente, en algunas organizaciones”.
De esta forma, se intentó “transformar radicalmente la estructura económica y social del país, para lo cual resultaba necesario además de reprimir, adoctrinar a la sociedad, a través de la implantación del terrorismo de Estado”. Lo que fue posible mediante el acceso de las Fuerzas Armadas a “todos los resortes del gobierno”.
La letrada remarcó que entre 1976 y 1983 “se impuso una hipótesis bélica que tenía como objetivo fundamental el enemigo interior”. Según explicó, “para concretar esta misión el país fue dividido en cuatro zonas operativas, y en este esquema se puntualizó el Comando de Zona Dos, que abarcaba Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Chaco y Formosa”.
En ese marco, “las actividades de inteligencia adquirieron una importante transcendencia, incluso cinco de los acusados en la causa pertenecían justamente a esta estructura, por lo que tenían cabal conocimiento de lo que implicaba llegar a ese propósito”.
“No hablamos de un régimen autoritario, sino de un terrorismo de Estado, que impuso medidas coactivas, lo que se promovió fue un ataque indiscriminado a la sociedad civil, incluyendo el robo de niños”, enfatizó.
Y amplió: “Se formaron dispositivos represivos. Raquel Negro y Tulio Valenzuela fueron insertados en esta maquinaria que buscaba aniquilar sus subjetividades y convertirlos en no personas. Uno de los dispositivos más macabros fue el uso instrumental de los niños, como forma de tortura de sus padres, lo que se conoce como tortura oblicua”.
Respecto a los partos de las detenidas políticas, precisó que tenían lugar “de dos formas en general, una de ellas consistió en organizar maternidades en los centros clandestinos, hasta donde también se trasladaban a mujeres que estaban en centros cercanos o de la región”. Pero igualmente “se utilizó infraestructura que ya existía, que son los hospitales militares”. En este caso, quedó probado que Negro “fue traída a parir en Paraná y que no fue la única, por lo que es altamente probable que los centros clandestinos de la zona hayan traído a las detenidas a parir en esta ciudad”.
Continuando con su argumentación, Oberlin detalló que el robo de niños tenía tres objetivos centrales: “El principal era que los menores no crecieran con sus familias biológicas. Hecho que se imitó del franquismo español. En ese marco, la mayoría de ellos fueron entregados a represores, algunos fueron asesinados y otros dejados en orfanatos. Se trató de un traspaso violento de los niños de un grupo a otro”, expuso.
“También de esta forma aplicaron un castigo adicional a las familias. Por eso, cuando dicen que esto es pasado, no puedo dejar de pensar en cómo esta búsqueda se actualiza cotidianamente en las personas que siguen buscando a sus familiares”, añadió. Asimismo, advirtió que “esta fue una violencia específica para las mujeres que se habían apartado del lugar machista que les estaba asignado, porque salieron de sus casas, del ámbito privado y salieron a militar”.
Finalmente, resaltó que se trató de “una forma más de disciplinamiento para la sociedad, porque se necesitaba que se conocieran estas acciones, para imponer el terror”.
Detalle de los hechos y las responsabilidades
Como parte del alegato de la querella, se detalló la plataforma fáctica sobre la que discurrió el debate. Sirviéndose de las testimoniales de ex detenidos políticos, periodistas y enfermeras, la abogada querellante Florencia Amore asentó que “quedó probado que Raquel Negro fue trasladada desde el centro clandestino de Rosario hasta el Hospital Militar, donde tras dar a luz a mellizos fue trasladada a La Intermedia, donde llegó sin vida”.
A su vez, volvió sobre los aportes de los deponentes referidos a la internación de Negro en el nosocomio castrense, las condiciones de atención, la custodia que permaneció con ella durante su estadía y la derivación de los mellizos desde Terapia Intensiva al Instituto Privado de Peditría (IPP). También aludió a la posibilidad de que otras detenidas hayan dado a luz en ese lugar.
La letrada puso especial énfasis en la declaración de Zaccaría, quien en la ampliación de su indagatoria admitió que había visto a Negro, que habló con ella y vio a los menores vestidos en Terapia Intensiva. En igual sentido, retomó las declaraciones de los médicos Alfredo Berduc y Juan Ferraroti –quienes según las enfermeras se encargaron de derivar a los mellizos al IPP.
“Haciendo un análisis global de los testigos, todos reconocieron, por haberlo visto o escuchado, la existencia de mellizos (un varón y una nena) que estaban alojados en Terapia Intensiva, que Zaccaría era el jefe del área y que después fueron llevados al Instituto de Pediatría”, redondeó.
Enseguida, se explayó sobre la estadía de los mellizos en el IPP, recalcando que los deponentes recordaban su internación, que en los libros de ingreso figuraban como NN y que no hay registros de quién se los llevó cuando fueron dados de alta, el 27 de marzo de 1978. En esa línea, remarcó que los propietarios del centro de salud Miguel Torrealday, David Vainstub y Ángel Schoerder no pudieron dar cuenta de estas irregularidades.
Posteriormente, refirió al testimonio de Eduardo Tucu Costanzo, quien indicó que Sabrina fue conducida por Pagano y Amelong desde el IPP al Hogar Huérfano de Rosario, desde donde fue dada en adopción a la familia Gullino. El proceso legal de adopción fue certificado por Raúl Gullino, mientras que el lazo sanguíneo con Negro y Valenzuela fue confirmado posteriormente mediante cotejo genético.
En cuanto al mellizo varón, su destino es incierto y reviste por ello la calidad de desaparecido.
Párrafo aparte, se dedicó a las responsabilidades que le corresponden a los imputados. “Guerrieri, quien usaba el alias de Jorge, formaba parte del grupo operativo de represión que llevó adelante los hechos investigados en la causa”, precisó, tras lo cual destacó los aportes que realizaron el ex detenido político Jaime Dri y el periodista Miguel Bonasso -autor del libro Recuerdo de la muerte.
Igualmente, destacó las indagatorias de Guerrieri, quien reconoció su participación en lo que denominó “guerra contra la subversión” y ratificó que actuó según sus convicciones.
A su turno, Álvaro Baella refirió a la Operación México, así como la participación de los represores Fariña y Amelong en lo que finalmente resultó una acción de contrainteligencia diseñada por Valenzuela. Sobre Amelong señaló que fue quien trasladó a Sabrina a Rosario, que cumplía funciones de Inteligencia y que además era propietario del predio donde funcionó el centro clandestino La Intermedia.
En tanto, Ciarniello especificó las pruebas que acreditaron las responsabilidades de Pagano, incluido el traslado de Sabrina al Hogar Huérfano. “Bajo el nombre de Sergio Paz, Pagano actuó como personal civil del grupo especial que comandaba Guerrieri”, afirmó. Respecto a González sostuvo que “formó parte de la patota, bajo el alias de Pepe, que llevó a cabo los hechos delictivos que se investigan”.
Por último, quedó acreditado que Zaccaría cumplía funciones en Terapia Intensiva del Hospital Militar, que se encontraba presente cuando se llevaron a los menores al IPP y que tenía acceso a las planillas de identificación de los mismos. Además, tuvo contacto con la detenida-desaparecida Raquel Negro tras el alumbramiento.
Fundamentos del Ministerio Público Fiscal
En la segunda parte de la audiencia, que inició pasadas las 15, el Ministerio Público expuso sus argumentos para solicitar las condenas de los imputados. En ese orden, Marina Herbel de Pajares repasó el contexto histórico de la represión ilegal en Argentina, para luego retomar los relatos de los testigos vinculados al traslado de Negro a Paraná y el nacimiento de los mellizos en el Hospital Militar.
Más adelante, volvió sobre las declaraciones atinentes a la internación de los menores en el Instituto de Pediatría. La fiscal destacó que los propietarios del centro de salud no recordaran los hechos y entraran en contradicción con las afirmaciones de algunas enfermeras.
En términos generales, la letrada reconstruyó los acontecimientos de forma similar a la descripción que anteriormente había realizado la querella. Paso seguido, José Ignacio Candioti refirió a las tipificaciones, ratificando lo establecido en la requisitoria de elevación a juicio, es decir, los delitos contemplados en el artículo 139 en concurso real con el artículo 146 del Código Penal.
Al respecto, aludió a los alcances de los crímenes de sustracción de menores y sustitución de identidad, así como la literatura que hay en la materia, según fallos e interpretaciones judiciales.
También se explayó sobre el funcionamiento del plan sistemático implementado por la Fuerzas Armadas: “Se llevaron a cabo hechos concretos, como secuestro de personas, la conducción de éstas a centros clandestinos donde eran torturadas y vejadas, la posterior desaparición de las mismas o su restitución con las huellas de la represión, y también el robo de bebés”, enfatizó.
A continuación, desarrolló la teoría de la autoría mediata, según la cual “siempre va a haber alguien que ejecute los hechos delictivos, porque el plan está trazado para que la orden se cumpla” en alguno de sus estamentos. Por ello, afirmó que quedó demostrado que los ex integrantes del Destacamento 121 actuaron “en el marco de un aparato estatal, con recursos humanos y con bienes”.
“De los elementos analizados surge que sin el consentimiento y las órdenes de Guerrieri, Amelong, Fariña y González, Raquel Negro no hubiese sido trasladada al Hospital Militar, donde se produjo el alumbramiento clandestino y la posterior sustitución de identidad”, aseguró.
Además, destacó que los represores “contaron claramente con la participación de Pagano y Zaccaría, por eso deben responder en el carácter de partícipes necesarios”. Y añadió: “Pagano no sólo venía a hacer las guardias en el hospital, sino que también llevó a Sabrina hacia Rosario. En tanto, Zaccaría posibilitó que los bebés salieran sin que su familia tuviera conocimiento ni posean la correcta identificación”.
Candioti expresó asimismo que los imputados tuvieron la «capacidad de comprensión» de que actuaban en forma ilícita. De hecho, subrayó que “había un componente ideológico en el accionar” de los represores.
Al momento de las responsabilidades, la Fiscalía solicitó 14 años de prisión para Guerrieri, y 13 años para Fariña, Amelong y González; por considerarlos autores mediatos de los delitos que se investigan en la causa. Por otra parte, requirió la pena de 11 años de reclusión para Pagano y Zaccaría, en cuanto fueron partícipes necesarios de los hechos.
Antes de terminar su alegato, Candioti exhortó a los imputados a que “rompan el pacto de silencio”, para que sus familiares puedan dar con el paradero del hermano mellizo de Sabrina; y bregó por que se haga justicia.
La causa
La investigación tuvo su inicio en la denuncia realizada el 18 de mayo de 2005 por el entonces coordinador del Registro Único de la Verdad, Guillermo Germano. En la presentación hizo referencia a dos clases de hechos: la internación de mujeres en estado de gravidez en el Hospital Militar de Paraná, quienes se hallaban privadas ilegítimamente de su libertad; y el asesinato y entierro clandestinos de personas en el Escuadrón Comunicaciones.
En ese contexto, se indaga sobre la apropiación de los hijos de Negro, quien fue detenida ilegalmente al igual que su pareja Edgar Tulio Valenzuela y su hijo menor Sebastián Álvarez, el 2 de enero de 1978 en Mar del Plata. La mujer fue trasladada desde la Quinta de Funes en Rosario hasta el nosocomio castrense, donde dio a luz a los mellizos.
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=154400
5 Oct
Día 15: Amelong responsabilizó a los médicos del IPP y dijo que él sólo arreglaba autos
Rozando el absurdo, el acusado se basó en sus dotes de mecánico y restaurador de autos para fundamentar su pretendida inocencia en el robo de los hijos de Raquel Negro. Volvió a cuestionar a Costanzo y dijo que cuando ocurrieron los hechos estaba de licencia. El hijo de Navone no prestará declaración testimonial porque está en España. Este miércoles se inician los alegatos.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
El ex militar de Inteligencia Juan Daniel Amelong, uno de los acusados por el robo de los hijos de Raquel Negro, amplió este martes su declaración indagatoria. Lo hizo para ratificar su alegada inocencia e intentar desacreditar los dichos del testigo Eduardo Costanzo, quien lo vinculó al señalarlo como uno de los que dejó a Sabrina Gullino en la puerta de un orfanato de Rosario.
Además de buscar desligarse, procuró involucrar a los socios del Instituto Privado de Pediatría de Paraná. “Si hay alguien que sabe qué paso con el bebé varón son los médicos del Instituto Privado de Pediatría. Los tres que declararon acá fueron objeto de severas advertencias por su reticencia. No vi que se les haya formado una causa por falso testimonio”, sostuvo el militar.
“Quienes saben a quién les entregaron las criaturas, no cabe ninguna duda que son los tres doctores que declararon acá. Especialmente el doctor (Miguel) Torrealday”, afirmó el acusado. Además agregó: “Pudimos ver en el IPP que en un espacio del 50% de esta sala no vieron los bebes, no vieron los carteles, no saben quién los retiró. ¿Vio las cunas, vio las incubadoras y no vio lo que había adentro? ¡Por favor!”.
Amelong basó su estrategia defensiva en presentarse como un mero encargado de cuestiones logísticas del Ejército; afirmó que recién en 1980 comenzó a especializarse en tareas de inteligencia. Además dijo que entre el 15 de febrero y el 15 de marzo de 1978, cuando se produjeron los hechos investigados, se encontraba de licencia.
“Ya desde el Colegio Militar, siendo cadete de cuarto año, antes de egresar como subteniente, era encargado del parque automotor de la Compañía de Ingenieros en El Palomar. Siempre he estado destinado en el área de logística”, dijo el acusado.
Según dijo, casualmente, su primer destino fue Entre Ríos. En 1973 y 1974 estuvo en General Galarza, donde trabajó “primero en la parte de movimiento de suelos y alambrados en la ruta que va desde proximidades de Rosario del Tala a Gualeguay y luego exclusivamente en la parte de mantenimiento; actividades relacionadas en lo que comúnmente se llama los fierros”. Como dato ilustrativo, señaló que en 1974 diseñó y construyó un circuito de carreras de autos en Galarza, que fue inaugurado con la actuación del piloto Alberto Scarazzini. “Estuvimos juntos en la inauguración del circuito”, recordó.
Durante su intervención se fue en detalles relacionados con su fanatismo por los “fierros”, como él mencionó. Esto le valió una advertencia del presidente del tribunal, Roberto López Arango: “Está abundando en detalles sobre sus actividades como hobbies, que no hacen a su derecho de defensa. Hay cierto divague en su relato defensivo. La presidencia le pide que acote”.
Esos divagues rozaron el absurdo y llegaron a tal extremo que aportó como supuesta “prueba” de su supuesta inocencia en la causa la foto de un Torino que él mismo habría restaurado.
Además contó cómo fue que quedó detenido en 2004, por orden de la Justicia federal de Rosario. Relató que se enteró por radio cuando retiraba a su hijo al jardín de infantes, pretendiendo dar una imagen familiar para contraponerla a las graves acusaciones que pesan en su contra. Dijo que se presentó espontáneamente, inclusive antes de que llegara la orden de detención y que no intentó fugarse. “En cuantito supe que se me requería por la justicia, me presenté”, afirmó.
Cuando se refirió específicamente a la causa buscó desacreditar los dichos de Costanzo: “He visto que en la instrucción de esta causa se han dividido los hechos en tres momentos fácticos, uno relacionado con la detención y la muerte de Raquel Negro, según ahí se consigna, eso ya fue juzgado en la causa de Rosario. Un segundo momento fáctico que es el traslado, la custodia y el alumbramiento de los alegados mellizos. Esto sí hace al objeto procesal de esta causa. Si las fechas que se han consignado en la causa son ciertas, yo estaba de licencia, y además el destacamento no tenía ninguna jurisdicción sobre Paraná. Del tercer momento fáctico (la sustracción de los bebés), él único testigo hasta ahora es el señor Costanzo. Cuando le preguntaron (a Costanzo) sobre las circunstancias en que (Walter) Pagano le habría dicho que él y yo llevamos la criatura a un convento, dijo que si le preguntaran a otros de los integrantes que estaban en la Quinta de Funes dirían que no es cierto. El mismo testigo está diciendo que no tiene cómo probar sus dichos, que son de un tercero que lo niega”.
Luego agregó: “También Costanzo tiene distintas manifestaciones que no puedo dejar de lado. El periodista (Carlos) Del Frade dijo que cuando habló con él no hizo ninguna mención a los mellizos. Luego dijo que a la nena se la llevó Fariña. Ahora afirma que la llevamos Pagano y yo a un convento. El señor Raúl Gullino cuando se le preguntó sobre el detalle del momento en que habría estado reunido con la madre superiora (en el Hogar del Huérfano de Rosario), dijo que él quiso ahondar sobre el momento en que esa niña habría sido dejada ahí, y la superiora manifestó que no sabía si la había encontrado una persona que entraba o salía y no vieron ni escucharon nada. ¿A quién le tengo que creer si se trabó el timbre con un palillo, si no escucharon nada: a Gullino o a Costanzo?”.
Sobre el mellizo varón, Amelong recordó que Costanzo “primero dijo que nació muerto, que se estranguló con el cordón umbilical en el momento de nacer. En esta sala dijo que murió por la ingestión de los excrementos de la hermana en el seno materno. Cuál de ellas (por las versiones) es cierta, no sé, pero eso es lo que dice Costanzo contradiciéndose. Pero también en esta sala dijo que a esa criatura la tiene, según los comentarios de un tercero, o Navone o el hermano de Navone en Casilda”.
Luego insistió en que Costanzo “tiene una gran animosidad” contra él desde septiembre de 2005 cuando lo “quiso extorsionar con el tema del dinero” y aseguró que “ninguna de las denuncias” que hizo contra él o contra otros “merecieron ser tramitadas en la Justicia de Rosario”.
Además ensayó una argumentación que pretendió ser científica de que Costanzo mintió cuando denunció los vuelos de la muerte y cuando dijo que, según le contaron, desde 3.000 metros de altura se veía la sangre de los cuerpos al caer. “Se me ocurrió averiguar a qué velocidad mínima debían volar los aviones de transporte del Ejercito, me dijeron que no puede hacerlo a menos de 300 kilómetros por hora. Desde 3.000 metros tenemos 24 segundos de caída. En ese mismo tiempo el avión hace 2.000 metros. No hace falta más que calcular la hipotenusa de ese triángulo, el que vio eso (la sangre al caer los cuerpos) tiene que haber visto ese detalle a 3.500 metros de distancia. Yo creo que es imposible”.
El hijo de Navone, por ahora, no declara
El Tribunal Oral Federal, a pedido de la querella, llamó a declarar a Pablo Martín Navone, hijo del militar Paul Navone, ya que en recientes manifestaciones periodísticas dijo que su padre, antes de suicidarse en febrero de 2008, le contó que Amelong y Walter Pagano -otro de los imputados- se llevaron a la nena y la dejaron en la puerta de un orfanato. En esa entrevista, realizada en la provincia de Córdoba, dijo también que no tiene problemas en someterse a un estudio de ADN para que se compruebe o se rechace la versión de que sería hijo de Raquel Negro y Tulio Valenzuela o bien de otros desaparecidos. El hombre debía declarar el jueves en la instrucción de la causa por el destino del mellizo varón en el Juzgado Federal y el Tribunal había decidido que ese mismo día compareciera en el juicio; sin embargo no va a declarar en ninguno de los dos ámbitos, porque se constató que viajó ayer a España y regresa recién el 28 de octubre.
Este martes, en tanto, declaró uno de los periodistas que hicieron la nota publicada el lunes en El Diario, Juan Cruz Varela (el otro fue Jorge Riani). Varela ratificó lo publicado, en el sentido de que el hijo de Navone dijo que su padre le contó que el hijo varón de Raquel Negro falleció en el parto y que a la niña se la llevaron los acusados. Además indicó que su padre se desempeñaba en Paraná como integrante del Destacamento de Inteligencia 122 de Santa Fe y una de sus funciones fue recibir a Negro y coordinar su estadía en el Hospital Militar de Paraná.
«Me pareció que Pablo Navone tenía la necesidad de decir algunas cosas, de limpiar el nombre de su padre, por eso él refiere que no tenía ningún tipo de responsabilidad más que lo que le ordenaban, porque en ese momento tenía 27 años y no decidía cosas sino que cumplía órdenes. En ese marco me resultaba creíble lo que decía, pero no puedo valorar si lo que le dijo su padre es verdadero o no», dijo Varela.
“Él estaba seguro de que su padre había tomado la decisión de quitarse la vida. Desde noviembre de 2007 su padre estaba alterado o nervioso porque su nombre había comenzado a circular en virtud de lo que venía declarando Costanzo. Estaba seguro de que cuando lo llamaran a declarar iba a quedar detenido. Le decía que no quería que la familia pasara por todo un proceso judicial estando lejos, porque pensaba que iba a quedar preso en Paraná”, amplió.
La audiencia finalizó con la cuarta declaración del imputado Pascual Guerrieri, quien insistió con su teoría de que las Fuerzas Armadas actuaron en el marco de una guerra y pretendió desacreditar algunos testigos propuestos por la querella. Los alegatos de las querellas y los fiscales fueron pospuestos hasta este miércoles a partir de las 9.
4 Oct
Día 14: terminó la etapa testimonial y Sabrina conoció el lugar donde nació
Este jueves Estela de Carlotto contradijo a Torrealday: dijo que sabía de la internación de los hijos de Raquel Negro en su clínica. Bonasso responsabilizó a los acusados. Se realizaron las inspecciones en el Hospital Militar y el IPP. Guerrieri reconoció la existencia de campos de concentración.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
En la décimo cuarta jornada del juicio oral y público por robo de bebés, finalizó este jueves la etapa probatoria con las declaraciones testimoniales de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y del periodista Miguel Bonasso, una nueva ampliación de indagatoria del represor Pascual Guerrieri y las inspecciones oculares en el Hospital Militar y el Instituto Privado de Pediatría. El debate se retomará el 4 de octubre con el inicio de los alegatos.
En su testimonio, Carlotto recordó su reunión con uno de los socios del IPP, Miguel Torrealday, hace 11 años. Dijo que el pediatra le manifestó conocimiento sobre la internación de los bebés mellizos de Raquel Negro en esa clínica en marzo de 1978, algo que Torrealday dice no recordar.
“Él suponía que como la niña que había ingresado primero lloraba mucho, trajeron su mellizo para que la acompañara, siendo que pareciera que el chiquito no estaba muy bien de salud, por eso su ingreso fue posterior al de la hermanita”, relató Carlotto mediante videoconferencia. Dijo no recordar si Torrealday tuvo conocimiento directo o si le comentaron ese acontecimiento.
El encuentro entre Carlotto y Torrealday se produjo en el año 2000 y el médico se mostraba preocupado por haber supuestamente descubierto la anotación de bebés NN en el libro de ingresos del IPP, provenientes del Hospital Militar, lo que podría tratarse de casos de bebés apropiados a personas desaparecidas, como luego se comprobó. El propio Torrealday declaró que había detectado esas inscripciones muchos años antes, en 1989, por lo cual su entiende que su preocupación le surgió recién 11 años después.
“Él no me dijo cuándo fue que encontró el libro. Dijo que eran datos que no podían estar reservados, no dijo que él lo sabía desde determinado momento. Sí estaba preocupado porque estos datos podían servir para la búsqueda de la identidad de estos dos chiquitos”, dijo Estela. “Él lo que quería era sacarse el peso de encima de saber algo que estaba reservado en un instituto al que él pertenecía”.
“Torrealday dijo que el pago (de la internación) estuvo a cargo de quien los retiró”, agregó. “Dijo que los retiraron unas personas pero que no las conocía, no las identificó; dijo no saber quiénes eran. No recuerdo que haya dicho si él estaba presente”, sostuvo la dirigente de Derechos Humanos.
“Simplemente dijo los trajeron, está asentado el origen de quiénes los trajeron; los retiraron y está asentado el origen de quienes los retiraron y el pago por parte de esas personas que no dijo saber quiénes eran”, indicó.
Durante la reunión el médico no hizo mención al episodio en el cual las historias clínicas se habrían inutilizado durante la inundación de un depósito, algo que contó durante el juicio. “No se refirió a historias clínicas. Fue realmente hace ya 11 años. No se me hubiera escapado de todas formas el agregado que pudiera haber hecho este hombre de datos importantes. Ignoraba que habían desaparecido las historias clínicas, es muy sospechoso que desaparezca esa documentación”, reflexionó.
“Supongo que el médico dio el alta cuando ya estaban fuera de peligro. Tampoco se consigna que el niño (varón) salió fallecido. Él dice que el niño salió con vida. En este momento estamos ilusionados por estar cerca del encuentro de este mellizo con vida, quizá apropiado”, indicó.
La palabra de Bonasso
El periodista y diputado nacional Bonasso ratificó lo publicado en su libro “Recuerdo de la muerte”, en base a los testimonios del sobreviviente Jaime Dri y de la pareja de Raquel Negro, Tulio Valenzuela.
Bonasso, al igual que Dri la semana pasada, responsabilizó a los imputados en la causa por el cautiverio de Raquel Negro en los centros clandestinos de detención de Rosario y su traslado al Hospital Militar de Paraná para dar a luz.
“La referencia que tuve con posterioridad, en el año 81 cuando comencé a hacer la investigación para el libro, Jaime me contó que la habían llevado dos veces al hospital de Paraná y después la llevaron defintivamente; que había tenido mellizos y a ella habían trasladado, usando el eufemismo para decir que la habían matado”, manifestó Bonasso.
Por otra parte, relató cómo Tulio Valenzuela desbarató la Operación México para asesinar a la cúpula de Montoneros en tierra azteca y recordó la conferencia de prensa que Tulio dio en la casa de ese movimiento en Alabama 17 de Colonia Nápoles, en el DF. Recordó la preocupación que expresaba Tucho porque Raquel había quedado como rehén en la Quinta de Funes, embarazada, y temía por su vida y por el destino de los bebés.
Valenzuela no sabía que su mujer iba a tener mellizos, pero igual le dijo a Bonasso que estaba ilusionado con tenerlos, porque tenía antecedentes en su familia de nacimientos múltiples.
“Hay una extensísima carta de Tucho Valenzuela a Galtieri, que muestra la altura moral de Tucho y la bajeza de Galtieri de haber asesinado a su compañera. Le explicaba cómo había hecho para engañarlos, había hecho esa maniobra de contrainteligencia”, sostuvo el legislador.
En otro tramo se refirió al juicio revolucionario que Montoneros le aplicó a Valenzuela, mediante el cual lo degradó: “El juicio a Valenzuela fue un acto totalmente injusto que motivó mi crítica a la cúpula montonera, porque fue un acto stalinista y llevó a mi ruptura con la cúpula. La de Tucho fue una actitud heroica, como cuando lo mandaron de nuevo al país en una cita envenenada y se tomó la pastilla de cianuro y murió. Es dable suponer lo que le podían hacer si lo detenían vivo. La conducta de Valenzuela era coherente. Lo degradaron a subteniente. Cuando tuve un diálogo con Roberto Perdía, el número dos de Montoneros, le pregunté si a Dri le habían hecho también un juicio revolucionario y me dijo: ‘no cometimos el mismo error que con Tucho. Valenzuela tuvo una enorme grandeza en el juicio revolucionario, dijo que lo aceptaba pero les advirtió que si estaban vivos era porque él los había salvado”.
Sabrina conoció el lugar donde nació
Luego de las declaraciones de Bonasso y Carlotto, este jueves se realizaron las inspecciones judiciales en el Hospital Militar de Paraná y el Instituto Privado de Pediatría, con la participación de testigos que colaboraron aportando datos a la causa sobre lo sucedido en ambos centros de atención de la salud.
En el Hospital Militar, la propia Sabrina Gullino, la joven que recuperó su identidad en 2008, pudo asistir a la guardia médica donde estuvo detenida su madre Raquel Negro, a la sala de partos donde nacieron ella y su hermano mellizo y a la sala de Terapia Intensiva donde ambos estuvieron internados luego del nacimiento.
En el IPP, posteriormente, la comitiva judicial inspeccionó la sala de Neonatología, donde los hijos de Negro permanecieron internados durante poco menos de un mes en marzo de 1978. El guía en esta oportunidad fue uno de los propietarios de la clínica, Miguel Torrealday. También estuvieron presentes dos de sus socios, David Vainstub y Ángel Schroeder.
De ambas medidas de prueba también participaron los imputados Guerrieri, Fariña y Amelong. Este último, por su condición de abogado que ejerce su autodefensa, inclusive se permitió hacer preguntas a los testigos.
Guerrieri reconoció la existencia de campos de concentración
La extensa audiencia de este jueves continuó luego con una ampliación de la indagatoria de Guerrieri, quien solicitó hablar por tercera vez en lo que va del juicio para contestar las acusaciones del testigo clave Eduardo Costanzo y para asegurar que no tiene “ningún pacto de silencio con nadie, excepto con Dios”, en contestación a la interpelación que le hicieran Sabrina y Jaime Dri.
El represor acusó a su ex subordinado el Tucu Costanzo de ser “un hombre que tiene una vida irregular”, se quejó porque los “insultó” durante su testimonio del miércoles y sostuvo que se expresó con “animosidad” hacia los imputados.
Sobre el final, terminó admitiendo la existencia de centros clandestinos de detención durante la dictadura, ante una pregunta de uno de los integrantes del tribunal. “A un ladrón común se lo pone en una cárcel común. En todas las guerras que hubo en el planeta siempre existieron los campos de concentración”, dijo; aunque luego intentó desvincularse: “Aquí puede haber habido, yo no los conocí, no estaba en esa tarea. Estuve afectado al campeonato mundial del 78”.
22 Sep
Día 13: Las revelaciones de Costanzo sobre el robo de bebés y el accionar cotidiano de los represores
El ex agente de Inteligencia ratificó que Raquel Negro fue trasladada al Hospital Militar de Paraná para dar a luz e involucró a cinco de los seis imputados con la sustracción de sus hijos mellizos. Pidió al Tribunal que investigue si Paul Navone, el militar que se suicidó en 2008, se quedó con el bebé varón. Fariña intentó desacreditar su testimonio.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
El 13º día del juicio oral y público por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en Paraná tuvo como principal protagonista a Eduardo Rodolfo Costanzo, ex personal civil de Inteligencia del Segundo Cuerpo del Ejército, quien dio detalles del plan para el robo de los hijos mellizos de Raquel Negro, nacidos en el Hospital Militar de Paraná entre febrero y marzo de 1978, y del accionar cotidiano de los represores involucrados en la causa. Además el imputado Jorge Alberto Fariña pidió prestar declaración indagatoria, para defenderse de las acusaciones que preveía que haría el testigo.
En su testimonio, Costanzo ratificó sus anteriores declaraciones acerca de que la detenida-desaparecida Raquel Negro fue trasladada embarazada al Hospital Militar de la capital entrerriana e involucró a cinco de los seis imputados con la sustracción de los hijos mellizos que nacieron en aquella oportunidad. Además pidió al Tribunal que investigue si Paul Navone, el militar que se suicidó en Ascochinga (Córdoba) en 2008, se quedó con el bebé varón.
El represor llegó sobre la hora de inicio de la audiencia desde Rosario, donde cumple condena de prisión perpetua en forma domiciliaria. Se hizo presente en la sala vistiendo una corbata estampada con personajes de Disney.
«Háganle un ADN al hijo de Navone, que el día que se mató lo mandaron a España, y al hijo del hermano de Navone, que vive en Casilda, porque siempre se comentaba que Navone tenía un hijo de desaparecidos, o él o el hermano», arremetió en un pasaje de su testimonio. Hasta ahora, Costanzo venía sosteniendo que el bebé varón había nacido muerto o había fallecido en el parto. Este miércoles dijo que ésa era una versión surgida de los comentarios de quienes estuvieron a cargo de la custodia de Raquel en el nosocomio de avenida Ejército, pero que ahora daba crédito a los comentarios que se escucharon en el juicio según los cuales no fue así, sino que los dos ingresaron al Instituto de Pediatría y de allí fueron dados de alta.
Además, recogió la versión que había lanzado el imputado Pascual Guerrieri al inicio del juicio, acerca de que Navone se habría quedado con la criatura. «Hace un año y medio que vengo luchando para que este atorrante del juez (federal de Rosario, Marcelo) Bailaque le tome declaración a Carlos Razetti, que tiene todo para decir de quiénes mataron a Raquel Negro y quién tiene el mellizo. Ahora el 1 de agosto presenté un pronto despacho», dijo el ex servicio de inteligencia. Razetti es hijo del dirigente justicialista asesinado por la Triple A en octubre de 1973, Constantino Razetti.
Además dijo que «hay un periodista que vive en Barcelona, Oscar Copaitich, que viene dando alaridos, diciendo quiénes mataron a Raquel Negro y quiénes tienen al hijo». Según indicó, este periodista «se crió con Navone en Casilda», donde «se comentaba que tenían un hijo de desparecidos, él o el hermano». Por eso pidió que le tomen declaración por videoconferencia a Copaitich y que se efectúen los análisis de ADN.
Por otra parte, ratificó lo que había expresado en otras oportunidades, acerca de que una noche, en el centro clandestino de detención La Intermedia, vio llegar a personas desconocidas en un Peugeot 504. Esos hombres se bajaron y abrieron el baúl y ahí pudo ver el cadáver de Raquel Negro, totalmente desnuda, atada y con una bolsa en la cabeza. «La sacaron y la llevaron con los otros muertos al camión, para llevarlos al aeropuerto y tirarlos al mar».
En un momento de la declaración, Costanzo se dirigió a los hijos de Raquel Negro: «Les digo a Sabrina y a Sebastián: mírenle bien el rostro a Marino González (uno de los imputados), porque él es el último que tocó a su madre, porque era él quien tiraba la gente de los aviones».
Sobre el operativo de traslado de Raquel Negro a Paraná, ratificó lo que ya declaró en sede instructoria: “Quién se encargó de todos los trámites fue Marino González, él organizaba las guardias, quién tenía que venir a cuidarla; me imagino que en comunicación con gente del hospital”, dijo. Específicamente mencionó que González debe haber tenido contacto con Navone en el nosocomio.
Aseguró también que la internaron “como la sobrina de Galtieri” y sus compañeros del Destacamento de Inteligencia 121 se turnaban para custodiarla en guardias de 24 horas, en una habitación con dos camas. Para eso venían desde Rosario en autos robados.
Sus pares del Destacamento le comentaron que nacieron un varón y una mujer y luego el imputado Walter Pagano le contó cómo dejaron Sabrina Gullino en el Hogar del Huérfano de Rosario. “Él y Amelong la tiraron a la nena en la puerta de un convento. Orgulloso estoy de que hoy Sabrina tenga su identidad gracias a mí. Lo que sé es que Amelong se quedó en el auto y Pagano la dejó en el hall. Contó que dejó un escarbadientes para que el timbre siguiera sonando y la monja de arriba preguntó ‘¿qué busca?’ y salió corriendo (…) Nos cagamos de risa (…) No sé quién la trajo a la bebé ni cuándo ni cómo llega a manos de ellos”.
A Raquel Negro la vio por últma vez ya sin vida, “la noche que mataron a los 16 detenidos en la quinta de Amelong”, en referencia a La Intermedia. “Después que los cargan a todos en un camión, un Merceditos Benz, para llevarlos al aeropuerto para tirarlos al mar, para un auto al lado mío, se bajan tres o cuatro tipos, abren el baúl, miro así y la veo totalmente desnuda, con una bolsa de plástico acá (en la cabeza) y atadas las manos. La sacaron y la cargaron junto con los otros muertos”.
Constanzo dijo suponer que la orden para trasladar a Raquel Negro embarazada al Hospital Militar de Paraná, desde su lugar de cautiverio en la zona de Rosario, la dio “la cúpula de arriba”, es decir el comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Guerrieri, o su lugarteniente, Luciano Adolfo Jáuregui, o el mismo Guerrieri, segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121.
Además de ellos responsabilizó a los demás cabecillas de la patota: “Fariña como jefe de la sección Operaciones Especiales”, Amelong como segundo jefe de esa sección y González “en la sección calle”. Los cuatro “sabían vida y milagro” de todo lo que ocurría. La “patota” era la que “operaba, detenía, hacía los vuelos de la muerte”. Alcides Juvenal Pozzi, el jefe del Destacamento “no daba señales de vida”.
Guerrieri era quien estaba al mando de la Quinta de Funes. En ese sentido, el testigo recordó cuando estando él en ese centro clandestino de detención, atendió el llamado de un periodista mexicano que había participado de la conferencia de prensa que Tulio Valenzuela había dado para desbaratar la Operación México, lo que motivó que se levantara ese centro clandestino de detención. “Una mañana suena el teléfono y atiendo yo y dicen: ‘habla el periodista del diario Uno más uno de México’. Yo entendí que era joda y le digo: ‘Uno más uno es igual a dos’. ‘No, es en serio’. Entonces le paso a Guerrieri, que atiende y dice ‘no, esta es una casa de familia’, y le cortó. Entonces se levanta todo de la Quinta de Funes y se va a la escuela Magnasco y de ahí a la finca de Amelong, a La Intermedia”.
En otros pasajes recordó cuando Amelong y Guerrieri lo amenazaron de muerte mientras compartían detención, antes de que a Costanzo se le otorgara prisión domiciliaria. A Guerrieri también acusó de haber “robado plata” de su familia, cuando estuvo preso en Tucumán por haber matado a una persona en una riña.
Sobre Fariña dijo: “Uno hasta se ha prestado para hacer de ladrón para él. Cuando él se va de jefe a Posadas, nos encarga robar una lancha para que lleve, una cupé Taunus que sea negra y un 504, que se llevó robados desde Rosario. Me acuerdo toda la forma en que choreaba, en que delinquía. En una oportunidad allanaron dos armerías grandes de Rosario, aduciendo que le vendían armas a los montoneros. Las desvalijaron a las dos y a uno de los dueños lo mataron. En la casa deben tener todavía esos adornos de ciervos que tenían en las armerías”.
“A mí nadie me va a hacer callar, nadie ni nada. Si me cortan la lengua para que no hable voy a escribir con la mano y si me cortan la mano voy a escribir con los pies y si me cortan los pies voy a hacer señas como Bernardo el mudo de la película El Zorro”, aseguró.
Fariña amplió su indagatoria
El imputado por el robo de bebés durante la última dictadura cívico militar Jorge Fariña amplió su indagatoria ante el Tribunal Oral Federal este miércoles, previo al testimonio de Eduardo Costanzo.
Fariña dijo que Costanzo tiene «animosidad» contra él, que es un «fabulador, mentiroso, mitómano, estafador, un personaje perverso» y agregó: «A él (por Costanzo) se le cree todo y a mí no se me cree nada, que soy todo lo contrario y reconocido en todas las ciudades donde estuve. Soy una persona de bien».
Luego añadió: «Creo que la investigación debe dirigirse y profundizarse principalmente sobre Costanzo y Navone, y sobre el IPP (Instituto Privado de Pediatría). Yo no tengo absolutamente nada que ver, ojalá se llegue a buen término y ojalá se sepa qué es lo que sucedió con los mellizos de la señora Raquel Negro».
Fariña se sumó a otro imputado, Pascual Oscar Guerrieri, en el planteo que hizo días pasados de que Costanzo y Navone tenían una relación personal, pretendiendo involucrar a ambos con el caso investigado.
Por otra parte, intentó desvincularse con los hechos argumentando que en febrero y marzo de 1978 estaba de vacaciones con su familia en Mar del Plata o dedicado exclusivamente al Mundial 78, lo mismo que dijo Guerrieri para defenderse.
El imputado Fariña pidió declarar antes de Costanzo, por cuyo testimonio había una gran expectativa. De hecho las salas en las que se puede seguir el juicio estuvieron abarrotadas, a la espera de la declaración del testigo.
En la causa Hospital Militar, que juzga a los represores Juan Amelong, Walter Pagano, Marino González, Jorge Fariña, Pascual Guerrieri y Juan Antonio Zaccaría, el Tribuna Oral Federal investiga la sustracción y sustitución de identidad de los hijos de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, quien dió a luz a mellizos en el nosocomio castrense en 1978.
Uno de sus hijos, Sabrina Gullino, recuperó su identidad en 2008, gracias, entre otros datos, al relato del propio Costanzo, quien dijo de qué modo se realizó el operativo de traslado de Negro y el destino de su hija recién nacida, quien fue abandonada en un convento de Rosario. El hermano mellizo de Sabrina continúa siendo buscado.
21 Sep
Fariña amplió su declaración y buscó desacreditar a Costanzo
Fariña solicitó ampliar su declaración indagatoria y comenzó a hacerlo a las 10.35. Informó al inicio de su alocución que permitiría preguntas del Tribunal y de los abogados defensores. «Ratifico todo lo declarado en la Instrucción. Soy inocente de todo lo que se me imputa y quisiera saber qué ha pasado con los mellizos de la señora Raquel Negro. Al señor (Jaime) Dri le quisiera decir que no hecho ningún pacto de silencio. No puedo hacer un pacto sobre algo que desconozco absolutamente», comenzó.
21 Sep