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El crimen de la apropiación

Difícilmente haya causas que muestren de forma más explícita la presencia actual de las consecuencias del terrorismo de Estado que las que investigan y juzgan casos de apropiación de niños y niñas secuestrados con sus madres o que nacieron durante el cautiverio de éstas, en la última dictadura militar. Esta siniestra práctica represiva no estaba configurada con claridad antes de producirse el golpe de Estado, pero rápidamente fue absorbida como parte del proceso de aniquilamiento de las personas sindicadas como enemigos por los represores. Sus aristas diferenciales se delinearon de inmediato.Uno de sus propósitos fue que los niños no crecieran con las familias tildadas de subversivas, en forma similar al tratamiento que impuso el franquismo a los hijos de los republicanos que eran asesinados o apresados. Durante la dictadura franquista, esos niños fueron llevados a reformatorios y separados de sus familias, para evitar que los criaran de acuerdo con valores contrarios a los que buscaba imponer el régimen. En nuestro país, tuvieron diferentes destinos: algunos fueron apropiados por integrantes de las fuerzas armadas o de seguridad o personas vinculadas con éstos; otros fueron asesinados junto a sus padres; y unos pocos fueron adoptados por familias que de buena fe los educaron. Pero el objetivo de quienes pergeñaron el terrorismo de Estado fue el traspaso violento de los menores desde el grupo en el que habían nacido hacia otro, para evitar que estuvieran con sus familias verdaderas.

Otra de sus finalidades fue aplicar un castigo adicional a las familias de quienes osaron trasgredir el orden que imponía la dictadura. Como en el seno de esas familias habían nacido “extremistas”, esta práctica represiva fue una forma más de represalia por haberlos engendrado. El plus lo configuró –y lamentablemente lo sigue configurando– la angustia desgarradora de sumarle a la incertidumbre sobre lo ocurrido con las y los de-saparecidos no conocer el destino de sus hijos, quienes también pasaron a integrar la ominosa lista de desaparecidos. En algunos casos, incluso, ni siquiera se ha podido determinar si mujeres que fueron secuestradas embarazadas llegaron a dar a luz o si los niños que nacieron en esas condiciones sobrevivieron al horror. Este castigo se sigue infringiendo y el dolor que provocan estas ausencias se renueva cotidianamente para las familias que aún siguen buscando.

El tercer objetivo fue aportar al disciplinamiento que la dictadura pretendía aplicar a la sociedad: a quienes se oponían al régimen saliendo del ámbito privado en el que debían estar recluidos y desafiando el orden establecido, no sólo se los secuestraba, se los de-saparecía, se los torturaba o se los apresaba, sino que también se les arrancaban sus hijos. En Paraná, desde el mes de agosto se está juzgando a seis de los responsables de la apropiación de los hijos mellizos de la desa-parecida Raquel Negro, cuya hija, su familia y las Abuelas tuvieron la enorme alegría de encontrar hace tres años. En cambio, a su hermano aún lo estamos buscando.

Los testigos principales de este juicio fueron médicos y enfermeras del Hospital Militar en donde fue obligada a parir Raquel y de un instituto médico al que fueron llevados los bebés. La diferencia entre el relato de unos y otras fue abismal: los médicos dijeron no recordar absolutamente nada o admitieron a regañadientes lo ocurrido. Las enfermeras se sentaron frente a los jueces y, pese a que estaban declarando contra militares y médicos, contaron la verdad con una valentía inusitada. Estas mujeres, en su mayoría de edad avanzada y trabajadoras, marcaron una línea ética que está en sintonía con lo que ha sido la pelea denodada de las Abuelas, y el coraje que exhibieron brilló frente a la cobardía o la connivencia repugnante de los médicos.

En nuestro alegato, pedimos que los acusados sean condenados a prisión perpetua. Para hacerlo, tuvimos que recurrir a un planteo novedoso pidiendo que se aplique la recientemente incorporada figura de desaparición forzada respecto de lo ocurrido con el hijo varón. Lo hicimos con el convencimiento de que es lo correcto, no sólo por los sólidos argumentos jurídicos que tenemos, sino porque consideramos que el mensaje simbólico de la sentencia tiene que estar muy claro: en Argentina de ninguna forma se toleran crímenes tan aberrantes como la apropiación. Esperamos que los jueces estén a la altura de las circunstancias y lo demuestren hoy dictando una resolución acorde con la gravedad de los hechos juzgados. Y ojalá esta sentencia también anime a más personas a aportar elementos para que podamos saber qué pasó con el mellizo y pronto festejemos su encuentro.

Ana Oberlin. Abogada representante de la querella.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-179400-2011-10-21.html

«La prisión perpetua es la pena con la que deben ser condenados los imputados»

Florencia Amore, abogada querellante de Sabrina Gullino, de Sebastián Alvarez y de HIJOS, en la causa que investiga el robo de bebés, dijo a LT14 que durante el juicio «quedó clara la responsabilidad de los imputados» por lo que se pidió una pena de prisión perpetua. Este viernes a las 17 el tribunal dará a conocer el veredicto.

En comunicación con La raíz del grito, Amore sostuvo que «hace seis años que se está investigando y recolectando pruebas, la cual se reprodujo en el juicio oral y superó ampliamente la convicción que teníamos en la instrucción».

[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/10/la-prision-perpetua-es-la-pena-con-la-que-deben-ser-condenados-los-imputados.mp3|titles=la-prision-perpetua-es-la-pena-con-la-que-deben-ser-condenados-los-imputados]

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Para la querella es «imposible pensar en una absolución»

Florencia Amore, abogada querellante de Sabrina Gullino, de Sebastián Alvarez y de HIJOS, habló con LT14 respecto de la jornada 18º que se desarrolló este viernes en el Juzgado Federal de Paraná por la causa Hospital Militar. Afirmó que con el cúmulo de pruebas que hay respecto de la autoría de los imputados «es imposible pensar en una absolución».

En declaraciones al móvil de LT14, Amore detalló los pasos que se dieron en la audiencia de este viernes. Destacó que «no se violó ningún principio procesal, se ha desarrollado el debate en el marco del debido proceso, eso fue lo que sostuvimos hoy». Con respecto al pedido de absolución realizado por las defensar, dijo la abogada que «tras tantos años que se viene investigando esta causa entendemos que el cúmulo de pruebas demuestra la autoría de los imputados y hace imposible pensar en una absolución. Está mas que probado y ha quedado evidenciado en este debate oral».

 

[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/10/para-la-querella-es-imposible-pensar-en-una-absolucion.mp3|titles=para-la-querella-es-imposible-pensar-en-una-absolucion]

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En un emotivo acto, la tesis de Raquel Negro fue entregada a sus hijos

Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez recibieron este miércoles el trabajo final de la Licenciatura en Trabajo Social, carrera cursada por su madre desaparecida, Raquel Negro. El acto se realizó en la sede de la Facultad de Trabajo Social de UNER.

Este miércoles Sabrina y Sebastián recibieron la tesis de su madre, desaparecida durante la última dictadura militar. La entrega se realizó en el salón Ofelia Zaragozzi, con la presencia de autoridades de la casa de estudios, amigos y ex compañeros de Raquel Negro.

En este marco, Sabrina Gullino comentó a UNO que “fue un día muy arduo, de mucha alegría, donde nos contactamos con mucha gente y fue como un traspaso de emociones de una generación a otra”.

En este sentido expresó que “en una tesina de Trabajo Social un alumno deja plasmada su subjetividad, su ideología, y esto nos sirve para conocer el pensamiento de nuestra madre a los 20 años y sobre todo, ver su coherencia entre la teoría y la práctica”.

La joven dijo además que  “fue una sorpresa muy linda, y poder leerla a ella a través de este trabajo es muy emotivo”.

“Hoy vivimos un día de mucha intensidad, ya que además estuvimos escuchando los alegatos”, señaló en torno al juicio de lesa humanidad que se tramita ante el Tribunal Oral Federal de Paraná, por la causa conocida como Hospital Militar, donde se juzga a seis represores acusados de la sustracción de los mellizos de Raquel Negro nacidos en cautiverio y de la supresión de sus identidades.

Sobre este tema indicó que “estoy totalmente satisfecha con la actuación de nuestros abogados. Los alegatos de la querella fueron impecables, con una precisión absoluta de la reconstrucción a partir de los testimonios y pruebas de lo que fueron todos estos años de investigación, así que con mis abogados no tengo más que un agradecimiento enorme”.

Sabrina pudo recuperar su verdadera identidad hace casi tres años, mientras que la búsqueda de su hermano mellizo varón todavía continúa.

“Mi padre me contó que a la nena se la llevaron Amelong y Pagano”

Entrevista exclusiva con el hijo del militar Paúl Navone

Pablo Navone es hijo del militar que se quitó la vida el día que debía declarar en Paraná por el robo de los mellizos de Raquel Negro. En su estudio contable de la localidad cordobesa de Jesús María recibió a EL DIARIO para una entrevista en la que no eludió respuestas. Dijo que su padre supo del parto en cautiverio, pero negó que se hubiera robado al mellizo varón. “Mi padre no mató a esa señora ni se llevó a ningún hijo”, dijo para afirmar luego que nadie en su familia tiene problemas en someterse a un ADN.

 

Por Juan Cruz Varela y Jorge Riani para EL DIARIO

 

Pablo Navone negó cualquier tipo de responsabilidad de su padre.

Pablo Martín Navone es contador público nacional. Así lo testimonia el diploma de la Universidad Católica Argentina (UCA) que cuelga en la pared de su estudio, situado en una céntrica esquina de la localidad cordobesa de Jesús María.

La prolijidad de la oficina parece ser el correlato lógico del orden marcial que exhibe una ciudad signada por la Escuela de Gendarmería: la institución que aporta el 10% de la población total y garantiza una movilidad económica estable y segura.

Al bajar de su Renault Megane, exactamente a las 15.30, Pablo Navone se revela como un hombre de notable puntualidad. Camina por entre las mesas de la cafetería ubicada frente a su estudio, y como si supiera que los cronistas lo esperaban allí, se dirige sin titubeos ante los enviados de EL DIARIO.

¿Era tan previsible el lugar de espera? ¿Será que en una región de 45 mil personas los rostros extraños resultan evidentes y los periodistas portan cara de periodistas y los contadores cara de contadores y entonces no había lugar a confusiones? Como sea, Pablo Navone acierta y se acerca al lugar correcto. Se presenta con formalidad de contador recibido en la UCA y accede a sentarse para que los enviados puedan tomar los cafés que una bellísima moza formoseña depositó en la mesa.

La instancia da lugar a una charla de ocasión referida al perfil de la ciudad conocida por su fiesta de jineteada y folclore. Unos diez minutos más tarde, la entrevista pautada comenzaba ya sí en el estudio, aunque con una única condición: que fuera una charla sin grabador.

 

GLOSARIO.

El hijo del militar Paúl Navone recibió a los enviados de EL DIARIO en su estudio.

Pablo Navone no duda en hablar de “guerra”, en lugar de terrorismo de Estado. No obstante, admite que hubo “excesos” por parte de las Fuerzas Armadas y considera que “no está mal que esos excesos sean revisados por la Justicia”.

Se lo ve convencido de lo que dice. “Estoy preparado para ser hijo de un militar”, enfatiza en un par de ocasiones. Su padre, Paúl Navone, es sujeto de acusaciones en el marco de la causa denominada Hospital Militar. El represor Eduardo Costanzo, al declarar ante el Tribunal Oral Federal de Paraná, en el juicio a seis militares, aseguró que fue quien se quedó con uno de los hijos mellizos de Raquel Negro.

Sólo ahí Pablo, el hijo del militar, introdujo en su discurso una expresión coloquial: “Eso es una pelotudez”. Niega que su padre haya asesinado a Raquel Negro y aquí la respuesta fue casi similar: “Eso es una pelotudez atómica”.

De ese modo salió a responder también al militante peronista radicado en Barcelona Oscar Natalio Kopaitich, quien había dicho en declaraciones periodísticas que Paúl Navone “fusiló a Raquel Negro y se llevó al mellizo”, y también al militar Pascual Oscar Guerrieri, que había tenido expresiones similares en ocasión de una indagatoria en el juicio donde se lo juzga por el robo de los bebés nacidos en el Hospital Militar.

En la entrevista con EL DIARIO, Pablo Navone no eludió ninguna respuesta y se refirió también al suicidio de su padre. El teniente coronel Paúl Alberto Navone apareció muerto, con un balazo en la sien derecha y una pistola calibre 9 milímetros en la mano, el mismo día que debía declarar en Paraná por la causa que ahora se juzga.

–¿Por qué cree que tomó la decisión de quitarse la vida?

–Yo considero que mi padre era una persona honorable y que no estaba dispuesto al manoseo de ser sometido a una causa judicial. Participó de la guerra contra la subversión y cumplió actos de servicio, y lo hizo convencido de que era lo que tenía que hacer. No se quedó con ningún mellizo ni le pegó un tiro a Raquel Negro. Pero sabía que no habría justicia para él, que lo meterían preso y no saldría nunca más. En la carta que dejó para la familia nos dice: “Les dejo este dolor y esta paz”.

–¿Cuál fue la reacción de su padre ante la citación a declarar?

–Nosotros somos gente de una vida familiar muy intensa y todos estamos al tanto de la vida de todos. Sabíamos de la preocupación que él tenía porque decía que no había tenido una participación trascendental en estos hechos; pero estaba nervioso, incómodo, ante esa situación, así que cuando lo citaron a declarar contratamos al mejor abogado que pudimos (Justiniano Martínez), a pesar de que él no quería.

 

Alterado por la citación

El militar Paúl Navone fue citado a declarar como imputado el lunes 25 de febrero de 2008. Unos meses antes Costanzo había dicho ante la jueza federal Myriam Galizzi que el operativo de traslado de Raquel Negro a la capital entrerriana para dar a luz estuvo a cargo del “mayor Navone, del Hospital Militar de Paraná”.

Esa situación había generado preocupación e intranquilidad en Navone, aún en los meses previos a recibir la requisitoria judicial. Su hijo Pablo nunca antes había hablado del asunto con él. “De este tema no hablaba. Nunca profundizaba sobre lo que había sido su accionar durante la guerra contra la subversión ni qué grado de responsabilidad había tenido porque nos quería mantener al margen”, afirmó en la entrevista con EL DIARIO.

–¿Qué intervención tuvo su padre en el operativo de traslado de Raquel Negro?

–Puede ser que tuviera alguna participación, que la recibiera a esta señora y que trabajara con alguna persona del Hospital Militar de Paraná. Qué rol cumplió, específicamente, no sé, aunque debe haber estado al tanto porque era agente de inteligencia. Pero no mató a esa señora ni se llevó a ningún hijo. En su esquema mental no correspondía hacer nada de eso porque además era una persona de fe.

Sin embargo, Pablo Navone aseguró que su padre le contó que “el chico estaba grave”, aunque no pudo precisar si conocía el dato porque le constara o porque se lo hubieran dicho. “Dijo que el chico estaba grave y falleció”, insistió, dejando en claro, ahora sí, que el agente de inteligencia estaba al tanto de los detalles de la operación. Y enseguida soltó una de las frases más contundentes de la charla: “Me dijo también que (Juan Daniel) Amelong y (Walter) Pagano se llevaron a la nena y la dejaron en un orfanato”. La referencia es coincidente con lo que declarara el propio Costanzo en el juicio.

El entrevistado no omitió referirse a quienes atribuyeron a su padre haber asesinado a Raquel Negro para apropiarse del mellizo. Sobre el militante Kopaitich dijo que “ofende” y “lastima” con sus declaraciones y que sus dichos “son propios de alguien que participó de la guerra desde el otro lado y, entonces, tiene cierto rechazo por aquellos que tuvieron las botas puestas”.

Respecto de las acusaciones lanzadas por Guerrieri y Amelong en el juicio, apeló a una respuesta más bien pragmática y de sentido común: “¿A quién es más fácil echarle la culpa? Mi papá murió y le echaron la culpa. A otra cosa mariposa”.

Sobre Costanzo se explayó un poco más. Negó que fuera amigo de su padre y dijo que nunca habló de él hasta noviembre de 2007, cuando se enteró de lo que había declarado en el Juzgado Federal de Paraná; afirmó además que se contradice en sus declaraciones y que tiene “una actitud de inculpar a otras personas”. Sin embargo, reconoce que “algunas de las cosas que dice son verdad, porque gracias a su testimonio encontraron a Sabrina”, pero puso en cuestión los motivos por los cuales se presenta ante los estrados judiciales: “No se qué puede pasar por su cabeza; quizás quiera redimirse, quizás esté enojado o tal vez quiera repartir la porquería. Su actitud me genera mucha tristeza, es feo vivir en el odio”.

 

Perfil

Paúl Alberto Navone apareció muerto el 25 de febrero de 2008. Ese día debía presentarse a declarar como imputado en la causa en la que se investigaba el robo de los bebés de Raquel Negro y Tulio Valenzuela.

Navone tenía 62 años, había nacido en Casilda y vivió allí con su madre y un hermano menor. Tuvo una infancia difícil: a los 8 años falleció a su padre y tiempo después sufrió un accidente provocado por la explosión de una bolsa de cohetes que llevaba en un bolsillo y, aunque no tuvo secuelas, le dejó una gran cicatriz en la pierna.

En su temprana adolescencia inició la carrera militar y se fue del pueblo cuando ingresó al Liceo Militar General Belgrano, en la capital santafesina, aunque luego continuó como cursante en Campo de Mayo.

La década de 1970 lo encontró como integrante de la principal unidad de inteligencia del Ejército: el Batallón 601, un grupo operativo integrado por militares y civiles que se movía irrestrictamente en distintas zonas del país. En su caso, estuvo destinado un año en Rosario, tres años en Santa Fe, más tarde fue enviado a Córdoba y en 1975 a Buenos Aires. Entre el 15 de diciembre de 1976 y el 31 de diciembre de 1977 estuvo en Paraná como integrante del Destacamento de Inteligencia 122. De allí marchó a Formosa, donde cumplió funciones hasta el fin de la dictadura, pero en 1982 también estuvo en Malvinas. Su carrera terminó en Rosario en 1991.

Su familia ya estaba radicada en Córdoba y cuando se retiró del Ejército, Navone compró una casa en la pequeña localidad de La Granja. Entonces trabajó para una empresa de televisión por cable y después puso un bar y restaurante en Ascochinga. Al lado de la parrilla tenía un pequeño hospedaje con algunas habitaciones con las que solía aprovechar el excedente de reservas del hotel de la Fuerza Aérea. Eligió ese lugar para entregarse a la muerte una madrugada. “Fue sepultado en La Granja y tiempo después sus restos fueron cremados y sus cenizas esparcidas en distintos lugares con los que guardaba gran cariño”, contó su hijo.

 

ADN

El motor del proceso judicial ha sido siempre la búsqueda del mellizo varón que continúa desaparecido. A partir de los testimonios surgidos en el juicio, los fiscales Mario Silva y José Ignacio Candioti impulsaron una investigación alrededor de la familia Navone. Palabras más, palabras menos, pidieron que se establezca el origen de un hijo –que vive en España– y un sobrino de Paúl Navone. Tampoco sobre ese punto Pablo Navone evadió respuestas. “Pienso en Sabrina y Sebastián, que les han dicho que su hermano está vivo. ¡Cómo no lo van a buscar! Yo lo haría. Es legítimo el interés que tienen y si el juez hace lugar y eso contribuye a la paz de ellos, hay que hacer el ADN”, enfatizó ante los cronistas de esta Hoja.

–¿Habla por usted o por sus hermanos?

–Por mí, por mis hermanos y, en cierta manera, también por mis primos. Nosotros somos hijos del dolor y ellos también. Si sirve para que ellos encuentren la paz, estamos dispuestos a hacernos un análisis de ADN. El fin de la entrevista fue abrupto. El hombre consideró que ya no había más que decir y que tenía obligaciones laborales que atender ante la inminencia de un viaje a España. Entonces, con misma cortesía inicial, despidió a los periodistas y se internó entre papeles y libros de contabilidad.

 

http://www.eldiario.com.ar/diario/interes-general/21939-mi-padre-me-conto-que-a-la-nena-se-la-llevaron-amelong-y-pagano.htm