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Un testigo aportó más datos sobre la maternidad clandestina del Hospital Militar
El hermano de un militante desaparecido habló sobre la internación de detenidas embarazadas para dar a luz. Además una enfermera del IPP dijo que vio a un bebé NN derivado del nosocomio, al que atendió Torrealday. Del Frade contó que Costanzo le dijo que Fariña se había llevado a la hija mujer de Raquel Negro.
En la décima jornada de debate del juicio oral y público por robo de bebés durante la dictadura se escucharon tres testimonios de peso: el del hermano del desaparecido Victorio Erbetta y militar retirado, que dio cuenta de la internación de embarazadas detenidas para dar a luz en el Hospital Militar de Paraná, lo que refuerza la hipótesis del funcionamiento de una maternidad clandestina; el de una enfermera del Instituto Privado de Pediatría (IPP) que declaró haber atendido a un bebé NN proveniente del nosocomio castrense al que atendía el médico Miguel Torrealday; y el del periodista rosarino Carlos Del Frade, quien aseguró que, durante una entrevista, el represor Eduardo Costanzo le dijo que el imputado Jorge Fariña se había llevado a la hija mujer de Raquel Negro después del parto.
Por el robo de los mellizos de Negro –nacidos en el Hospital Militar entre febrero y marzo de 1978– y la sustitución de sus identidades, el Tribunal Oral Federal de Paraná juzga a seis represores: Fariña, Pascual Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Marino Héctor González, Walter Salvador Pagano y Juan Antonio Zaccaría.
Joe Erbetta declaró que quien era su jefe en el Distrito Militar Entre Ríos, Ulises Chort, le reveló sobre le traslado de detenidas al hospital para dar a luz. “Hizo referencia a que las mujeres desaparecían y los hijos tenían un destino desconocido”, agregó. Incluso señaló que “se mencionó mucho un parto de mellizos en ese momento”, en probable alusión a los hijos de Negro.
Erbetta también dijo que cuando realizaba guardias en el ingreso a los cuarteles constató la entrada de hombres que pertenecían a los grupos de tareas, que se dirigían a los centros clandestinos de detención del Batallón de Comunicaciones y de La Escuelita, donde se vienen realizando excavaciones en busca de restos de desaparecidos.
Torrealday y los NN
Una enfermera de Neonatología del Instituto Privado de Pediatría, que también declaró en esta décima jornada, admitió la internación de un bebé como NN en la sala de Neonatología, proveniente del Hospital Militar, en 1978. Dijo que estaba bien bien de salud, aunque estaba “aislado” en una incubadora reservada para casos especiales.
El relato de la mujer involucró al médico socio del IPP Miguel Torrealday. En primer lugar porque dijo que él era su jefe en Neonatología. En segundo lugar, porque dijo que fue el profesional que atendió a aquel bebé y le dio una respuesta confusa sobre el motivo por el cual estaba el niño internado como NN.
“Me dijo que estaba la familia viendo lo que hacían con el niñito. No sabía bien el apellido, si iba a llevar el apellido de la mamá o del papá. Y el nombre todavía no lo habían confirmado”, trató de explicar la enfermera. Luego agregó: “Fue algo medio confuso, como que me quiso conformar y bueno, me dijo… Como queriendo decir eso”.
“Después no se le puso nombre a ese chico. No sé quién lo llevó ni cuando”, añadió. Según le dijeron sus compañeras de trabajo “se fue de alta”.
Carlos del Frade brindó un testimonio basado en las revelaciones que le hiciera Costanzo –miembro de uno de los grupos de tareas rosarinos– acerca del parto de Raquel Negro. Durante entrevistas periodísticas, el ex servicio de inteligencia que es testigo en la causa le contó que la detenida había tenido mellizos en Paraná, un varón y una mujer, y que el varón murió en el parto por estrangulamiento con el cordón umbilical. Esto se lo dijo Costanzo durante las entrevistas realizadas en la década del 90, cuando sólo se sabía que Raquel había sido traída a la capital entrerriana para el parto –por el libro de Miguel Bonasso, “Recuerdo de la muerte”– pero no se sabía nada sobre los niños. También Costanzo le dijo que “Fariña se la llevó” a la bebé mujer.
Asimismo, Del Frade dijo que entrevistó en dos ocasiones a Amelong en Rosario y en ninguna de las dos oportunidades el imputado quiso hablar sobre el caso de los hijos de Negro
14 Sep
Destacan el testimonio de una enfermera que sumó datos sobre la maternidad clandestina
El testimonio de la enfermera que recordó la internación de un niño como NN en Neonatología “nos pareció muy importante” porque avala la hipótesis de “una relación entre el IPP y el Hospital Militar”, dijo Piérola a Elonce Tv.
En la décima jornada de debate del juicio oral y público por robo de bebés durante la última dictadura militar se escucharon tres testimonios de peso: el del hermano del desaparecido Victorio Erbetta y militar retirado, que dio cuenta de la internación de embarazadas detenidas para dar a luz en el Hospital Militar de Paraná, lo que refuerza la hipótesis del funcionamiento de una maternidad clandestina; el de una enfermera del Instituto Privado de Pediatría (IPP) que declaró haber atendido a un bebé NN proveniente del nosocomio castrense al que atendía el médico Miguel Torrealday; y el del periodista rosarino Carlos Del Frade, quien aseguró que, durante una entrevista, el represor Eduardo Costanzo le dijo que el imputado Jorge Fariña se había llevado a la hija mujer de la detenida desaparecida Raquel Negro después del parto, publica Uno.
Finalizada la audiencia, el abogado querellante Álvaro Baella manifestó ante Elonce TV: “Queremos destacar el testimonio de Del Frade, que da cuenta que las versiones de Costanzo venían siendo dadas a la luz en distintas versiones periodísticas desde el ’96, ’97 y ’98, tanto a él como a Reynaldo Sietecase y a Miguel Bonasso”.
Según el letrado, “éstas versiones son absolutamente contestes con lo que después declara Costanzo sucesivamente, pero en una etapa más avanzada, cuando empezamos a ver los primeros resultados del avance de los juicios”.
Inclusive Baella destacó que “a esto ya lo venía sosteniendo Costanzo en pleno momento de impunidad, cuando la posibilidad de los juicios no se avizoraba. En ese momento, daba cuenta de los nacimientos de los mellizos y también hablaba de un convento, y fueron las pistas con la que se pudieron dar y encontrar a Sabrina Gullino”.
Por su parte el querellante Álvaro Piérola destacó el testimonio de la enfermera que declaró hoy y que trabajaba en 1978 en el Instituto Privado de Pediatría. El letrado señaló que la mujer recordó “a un niño que fue internado, que estaba alojado cono NN y que era proveniente del Hospital Militar de Paraná”.
En ese sentido, comentó: “Nos pareció muy importante su testimonio, porque se sigue avalando nuestra hipótesis inicial de acusación, que tiene que ver con una relación existente entre el IPP y el Hospital Militar”.
“Los mellizos, conforme constancias del propio IPP, estuvieron en Neonatología. Así que el aporte que hizo la enfermera hoy es muy provechoso para la causa”, redondeó Piérola
http://www.elonce.com/secciones/policiales/nota.php?id=229920
14 Sep
El juicio por robo de bebés ingresa en el tramo final
El viernes concluirá la etapa de testimoniales en el primer debate oral y público por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia de Entre Ríos. Se espera la declaración de Eduardo Costanzo, el ex integrante de la patota que rompió el pacto de silencio militar y reveló datos clave para restituir la identidad a Sabrina Gullino
El juicio contra seis represores por el robo de bebés nacidos en el Hospital Militar de Paraná ingresa esta semana en las instancias decisivas, con la declaración de la última tanda de testigos. Diecisiete personas deben comparecer entre miércoles, jueves y viernes ante el Tribunal Oral de Paraná, aunque el número podría verse reducido.
En el banquillo de los acusados están los ex militares Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Pagano y Marino Héctor González; y el médico anestesista Juan Antonio Zaccaría, quien se desempeñaba como jefe de terapia intensiva del Hospital Militar. Los seis represores están acusados por los delitos de sustracción de menores y sustitución de identidad en el caso de los mellizos que Raquel Negro dio a luz en marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná.
En esta cuarta semana del juicio, que se inició el 24 de agosto pasado, concluirá el desfile de testigos. Para estos días se espera con expectativa la decisión del tribunal respecto de Eduardo Rodolfo Costanzo, el ex agente de inteligencia e integrante de la patota rosarina que rompió el pacto de silencio militar y dio los primeros datos que permitieron la restitución de identidad de Sabrina Gullino. En su caso debía declarar en el inicio del juicio pero no pudo hacerlo a raíz de una indisposición médica que le impidió viajar a Paraná, por lo que se debe fijar una nueva fecha.
También debió reprogramarse la declaración de Jorge Eduardo Rossi, el cuarto socio del Instituto Privado de Pediatría (IPP), al que fueron derivados los mellizos que dio a luz Raquel Negro en el Hospital Militar. Su testimonio y el del médico Lorenzo Torrealday podrían ser importantes luego de las declaraciones de sus socios Miguel Torrealday, David Vainstub y Luis Schroeder, que si bien dijeron desconocer el paso de los bebés por la sala de neonatología del centro asistencial incurrieron una serie de contrapuntos y olvidos claramente selectivos que podrían tener consecuencias penales.
Lo que viene. Casi con seguridad, Estela de Carlotto, que es querellante en la causa, no prestará declaración en este juicio, ya que se encuentra en Francia, donde hoy recibirá un premio de la Unesco por el fomento de la paz a través de la tarea que vienen desarrollando desde hace años las Abuelas de Plaza de Mayo
También es incierta la presencia ante el Tribunal Oral Federal de Paraná de Jaime Dri, aunque en su caso declararía por un sistema de videoconferencia desde Panamá, donde reside. Dri, oriundo de Chajarí, es sobreviviente de los centros clandestinos de detención rosarinos y uno de los primeros en revelar cómo operaba la patota, ya que en julio de 1978 logró escapar a Paraguay y luego se exilió en Francia, donde denunció públicamente el genocidio. La importancia de su testimonio es el relato directo de lo ocurrido, ya que Raquel Negro le contó que sería trasladada a Paraná para dar a luz.
En el cierre de esta instancia del debate oral y público están citadas, además, dos empleadas del IPP; los periodistas Miguel Bonasso –como diputado nacional podría declarar por escrito–, Reynaldo Sietecase y Carlos Del Frade; el padre adoptivo de Sabrina Gullino; el hermano de Raquel Negro; la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos, María Belén Rodríguez Cardozo; la nieta recuperada Victoria Torres Ruiz; y el militar retirado Horacio Pantaleón Ballester, integrante del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), entre otros testigos.
Inspecciones
Dentro de las instancias judiciales, están pendientes las inspecciones judiciales del Hospital Militar y del IPP, algo que podría concretarse la semana próxima, según indicaron fuentes judiciales a EL DIARIO. Luego de ello se realizarán los alegatos de los fiscales, querellantes y defensores y los imputados tendrán la posibilidad de decir sus últimas palabras, previo a la sentencia que deberá dictar tribunal integrado Roberto López Arango, Lilia Carnero, Juan Carlos Vallejos y María Ivón Vella.
Juan Cruz Varela
14 Sep
Los que dicen presente en el juicio
Estudiantes, funcionarios, candidatos, militantes, docentes comenzaron a acercarse a las audiencias, a medida que avanza el desarrollo del primer juicio por delitos de lesa humanidad en Paraná.
Cada mañana, de miércoles a viernes, pocos minutos antes de las 10, arriban a la sede del Juzgado Federal de Paraná, en calle 25 de Mayo, los magistrados, los abogados, los testigos y los acusados. También llegan Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez y decenas de militantes de organismos de derechos humanos y de periodistas que cubren las audiencias. Un poco menor, pero pareja, es la concurrencia en la sala habilitada para la prensa en calle Urquiza, en el edificio del Tribunal Oral en lo Criminal Federal, desde donde se pueden seguir las alternativas del juicio en pantalla gigante.
A todas aquellas personas que de algún modo están obligadas a estar allí, se suman quienes deciden hacerse presentes: funcionarios públicos, dirigentes políticos, militantes, docentes, estudiantes y abogados desfilaron por el primer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Entre Ríos que se está realizando desde el mes pasado en Paraná.
Avergonzados. El diputado nacional Raúl Barrandeguy estuvo en la apertura y en algunas audiencias. “Quisiera ir todos los días, pero por mi trabajo estoy en Buenos Aires parte de la semana y se me complica. He ido cada vez que pude y voy a seguir yendo”, contó a EL DIARIO.
“Asisto como un militante comprometido con los derechos humanos desde siempre. No soy un observador imparcial, sino que tengo una posición tomada, de compromiso con la querella, con la verdad, la memoria y la justicia, por supuesto enfrentada con estas manifestaciones del horror que todos los días, con las distintas declaraciones, nos ponen otra vez en ese tiempo espeluznante””, añadió el letrado.
Dijo también sentirse “estupefacto al ver como gente respetada de Paraná no tiene memoria acerca de cosas que a cualquiera le impactarían en el alma y las recordaría por siempre”. Y aprovechó para señalar: “No era solamente cuestión de algunos militares malos, sino que hubo sectores sociales indiferentes o que aplaudieron y aprobaron lo que sucedía. Hoy esta realidad les golpea en la cara y muchos deben sentirse avergonzados”.
Búsqueda.
El defensor del Pueblo de Paraná, Luis Garay, también lamenta no poder estar más tiempo por razones de trabajo. “No concurro por mi función, sino como ciudadano, ya que siempre he estado interesado y comprometido con los derechos humanos”, comentó.
Remarcó que “en este caso, hay que destacar la búsqueda de justicia, pero también la búsqueda del destino del mellizo” y exhortó: “Tiene que ser una preocupación de toda la ciudadanía y sería bueno que todos nos pusiéramos a investigar cada uno en su entorno, con sus padres y sus abuelos, porque alguien tiene que saber algo. Hay que ponerse en el lugar de Sabrina”, instó.
Garay concurre junto a su esposa, la odontóloga Viviana Poggio. Ella es hija del periodista Horacio Poggio, de Concepción del Uruguay, desaparecido en julio de 1976 en Córdoba.
Reparación. El ministro de Gobierno, Adán Bahl, estuvo presente en la apertura, día en que también llegaron al lugar la secretaria de Justicia, Lucila Haidar, y la senadora nacional Blanca Osuna. “Fuimos a la primera jornada del juicio, que constituye un hecho histórico de enorme relevancia, posible gracias al fuerte compromiso con los derechos humanos de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y acompañado por el gobierno entrerriano”, expresó el funcionario a EL DIARIO.
“Desde el inicio de esta causa hemos acompañado activamente el proceso que culminó con la restitución de la identidad de la joven Sabrina Gullino y también estamos presentes ahora, cuando la justicia está cada vez mas cerca”, indicó luego. Y convocó a la ciudadanía a involucrarse: “Nuestra comunidad no será la misma tras la realización de este juicio y todos los entrerrianos deben interiorizarse y acercarse porque la reparación no será sólo para las familias afectadas en forma directa, sino para todos los argentinos”.
Contrato. La abogada penalista Noemí Berros siguió atenta varias jornadas. Consultada por este medio, explicó que su participación tiene que ver con que “es un acontecimiento muy importante tanto para la ciudad, como para la provincia”. Agregó que “este primer juicio por delitos de lesa humanidad aborda hechos muy graves de nuestro pasado y allí salen a la luz la verdad y la justicia, lo que reconstruye la memoria y evita que estos acontecimiento se repitan”.
“Como dice el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, este tipo de juicios ya forman parte del contrato social de los argentinos”, reflexionó la letrada. Y completó: “Los crímenes que no se juzgan terminan dejando de ser crímenes para la sociedad”.
Fantasmas. Para el concejal Martín Uranga, también presente en varias jornadas, “estar en el juicio es presenciar un sueño”. Explicó que concurre “con mucha expectativa”, como ciudadano, como militante y también por su rol de abogado.
Uranga es querellante en la causa Área Paraná, que se tramita por escrito, y destacó por ello “la riqueza que da la oralidad. En instancias como estas, que desgraciadamente no tendremos en la causa Área Paraná, se puede valorar la diferencia”, comparó.
“A pesar de silencios corporativos que tradicionalmente han existido, van surgiendo cosas en los testimonios de las enfermeras, por ejemplo, que en este contexto, ante un tribunal y con la discusión pública en torno a esta etapa, recuerdan cada vez más cosas. También estos juicios generan conciencia y provocan que quienes no se animaban a hablar, ante un contexto judicial y político que brinda garantías, se empiezan a liberar de los fantasmas”, concluyó.
Luciana Dalmagro
http://www.eldiario.com.ar/diario/entre-rios/19753-los-que-dicen-presente-en-el-juicio.htm
13 Sep
La desmemoria que atenta contra la verdad y un relato estremecedor
Pese a la existencia de un registro administrativo donde se consigna la atención de NN, los médicos fundadores del Instituto Privado de Pediatría siguen mostrándose con una desmemoria que atenta contra la posibilidad de conocer el destino final de uno de los mellizos de la militante desaparecida Raquel Negro. Además, en el juicio por el robo de bebés durante la dictadura en Paraná, esta semana se escuchó el desgarrador testimonio de una muerte en el Hospital Militar, pero referido a otro caso que no se juzga en esta oportunidad.
Jorge Riani para EL DIARIO
Enhebrando testimonios, datos sueltos, coincidencias, se conforma un relato. La memoria y la desmemoria, pero también el compromiso y el desinterés modelan el resultado de ese relato: hay cosas que se toman y otras que se descartan. Igualmente queda un relato.
Si hay una instancia de la vida en sociedad donde la mentira muestra su rostro más cínico, esa instancia son los juicios orales y públicos donde desfilan muchos testigos. Algunos para hacer una afirmación y otros para hacer exactamente la contraria o desmentirla.
El juicio por el robo de bebés en el Hospital Militar de Paraná y la sustitución de sus identidades es un caso de esos. Y allí también se va conformando un relato que los jueces, fiscales, querellantes –menos obligadamente los defensores que no tienen el imperativo de imparcialidad de las otras partes– van armando esa historia. Con los jirones que dejan la memoria y la buena voluntad de un puñado de personas.
Y ese relato, con todo lo escuchado esta semana de audiencias, puede sintetizarse así: unos mellizos recién nacidos son internados en una clínica privada. En un establecimiento donde la atención se paga. En todas las incubadoras –ocho o nueve– hay tarjetas de identificación de niños con el nombre y algún otro dato. En las que ocupan los hermanitos en cuestión –una nena y un nene– también había tarjetas de identificación. En una de ellas, en lugar de nombre había una doble inicial: NN.
Las enfermeras sabían que venían derivados del Hospital Militar y que su madre era una detenida política, una “subversiva” o “terrorista”, como parte de la sociedad llamaba entonces a los militantes perseguidos por la dictadura.
Como todos los niños, estos mellizos son registrados al ingresar y egresar del centro asistencial privado. La nena fue anotada como “López, Soledad” el 4 de marzo de 1978 y el varón como “López, NN” el 10 de marzo de ese mismo año. El 27 de marzo fueron dados de alta.
Tienen apenas días de nacidos y alguien, entonces, se encargó de llevarlos de allí. La clínica se llama Instituto Privado de Pediatría (IPP). Las enfermeras saben muy bien todo esto que se cuenta aquí; de hecho, son ellas –las únicas– las que aportan los datos esenciales para arribar al relato.
Enfermeras que se jubilaron del Hospital Militar y colegas del instituto privado son las que saben de esta historia. Pero increíblemente los cuatro médicos dueños del instituto privado no conocen la historia –eso dicen ellos– o no la recuerdan.
ESO DICEN ELLOS.
En sus testimonios, los médicos no han podido ponerse de acuerdo, ni siquiera, en decir quiénes eran los responsables de dar de alta a los niños. “El médico de cabecera”, dicen. ¿Qué médico de cabecera? No saben –eso dicen ellos– puntualmente cuál de los que actuaban en la Paraná de 1978.
Frente a la elocuencia del libro administrativo, secuestrado en la clínica, donde precisamente se registraron los mellizos, hubo una aceptación por parte del médico Miguel Torrealday de que en su clínica había NN. En cambio, sus colegas y socios, David Vainstub y Ángel Schroeder, dijeron desconocer el libro y que estuvieran dando atención a hijos de una mujer detenida en el Hospital Militar. En cualquier caso, estos dos últimos se pusieron de acuerdo en señalar a Torrealday, actual funcionario del gobierno provincial en materia de Salud, como el responsable de Neonatología y por tanto el que más preeminencia tenía en el lugar.
Todos coincidieron en algo: las respuestas a los interrogantes están en las historias clínicas, pero como el depósito de esos documentos se inundó –eso dicen ellos– las pruebas que aportarían nombres y acortaría el camino hacia el verdadero destino del mellizo con paradero aún desconocido sencillamente desaparecieron.
Una periodista de la televisión abierta entrerriana que cubre el juicio hizo, entre salidas y salidas, una observación aguda: los tres médicos que declararon utilizaron expresiones calcadas para abrir el universo de médicos que pudo haber actuado en la atención y alta de los niños. Así el círculo no se limita a los apellidos Torrealday, Vainstub, Rossi y Schroeder.
La clínica “era una institución abierta” y al ampliar señalaron que –aquí sí, palabras más, palabras menos– cualquier médico podía internar a sus pacientes ahí y hacer el seguimiento.
Casi con la agudeza de un análisis de discurso, la periodista advirtió que la explicación sobre la destrucción accidental –eso dicen ellos– de las historias clínicas se dio con frases exactamente iguales por parte de los tres médicos que declararon. “Se mojaron y se estropearon”.
Hay que agregar que en el libro que sí rescató la Justicia, pese a que no apunta nombre de médico alguno, sí está la procedencia de los chicos: “Hospital Militar”. No dice IOSE, que es la obra social que corresponde al personal del Ejército, sino directamente Hospital Militar.
Se dijo ya la semana anterior que los médicos del nosocomio castrense sí admitieron que derivaron hacia el IPP a dos mellizos, hijos de una mujer detenida en el Hospital Militar.
En efecto, Juan Luis Ferrarotti y Alfredo Berduc hablaron de los niños NN. Pero nadie puede decir quiénes atendieron a esos chicos en el IPP y quién autorizó el alta.
A propósito del cardiólogo Berduc, que durante la segunda semana del juicio se mostró muy olvidadizo con nombres y circunstancias, pero no con el cuadro de salud que afectaba a uno de los niños, hay que decir que los testimonios de esta semana contradijeron severamente su afirmación respecto a que el mellizo varón habría muerto.
La enfermera del laboratorio del Hospital Militar que más datos aportó dijo taxativamente que el niño no estaba cianótico, como había afirmado Berduc, que estaba en buenas condiciones y que mucho menos parecía tener una cardiopatía congénita severa.
Pero el principal mazazo que recibió el testimonio de Berduc lo aplicó uno de los médicos del IPP, este viernes, ante una oportuna pregunta del fiscal José Ignacio Candioti. El médico Vainstub terminó aceptando que si hay una fecha de egreso de los mellizos es porque deben haber salido con vida.
El juicio contra los ex militares Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Pagano, Marino Héctor González y Juan Antonio Zaccaría, éste último además médico del Hospital Militar, sigue su curso.
El Tribunal Oral Federal de Paraná apunta dato sobre dato de esta historia, sin desconocer –a juzgar por las preguntas que formulan sus cuatro integrantes– el objetivo de hallar el destino del hijo mellizo que dio a luz Raquel Negro en cautiverio militar.
La niña aquella, la melliza, es Sabrina Gullino, y junto con su hermano mayor Sebastián Alvarez con el que se encontró en 2008 cuando recuperó su identidad, siguen de cerca el desarrollo de la historia, que es su historia.
Espeluznante
Hay muchos elementos que podrían apuntarse como saldo de lo que dejó la tercera semana del juicio. Pero no se puede omitir la alusión al testimonio que aportó la empleada del área de Laboratorio y Hemoterapia del Hospital Militar, que deja muy mal parado a uno de los procesados: el médico Juan Antonio Zaccaría, aunque no para el caso que se juzga en esta oportunidad.
Dijo la mujer –de la que se ha omitido publicar el nombre por una recomendación de la Mesa de Juicio y Castigo acogida por este medio– que “por orden de la Dirección” del Hospital Militar debió clasificar sangre extraída a detenidos políticos que llegaban con el rótulo de NN.
También dijo que los comentarios daban cuenta de que esos detenidos estaban encerrados en los batallones de Ingenieros y Comunicaciones, donde, hoy se sabe, funcionó el mayor centro clandestino de detención que hubo en la provincia de Entre Ríos.
“Tuve oportunidad de atender una cirugía a un NN”, dijo la testigo. Contó que buscó los elementos para extraer sangre y establecer el RH y grupo y que el médico le dijo que “no hay necesidad de eso porque dentro de un rato se muere”.
Ella igual hizo su trabajo. Cuando el juez Roberto López Arango le preguntó el nombre del médico, la mujer no dudó: “El doctor Juan Antonio Zaccaría”.
“Llegué a la Sala I –dijo en medio del llanto renovado– y tenía tanta angustia que tomé el teléfono para hablar con una amiga, a pesar de que no se podían hacer llamadas, y cuando mi amiga me atendió no pude hablar. Nunca más conté nada sobre el asunto, ni siquiera a mi familia”.
11 Sep
Dia 9: Según sus propios dueños, el IPP era un descontrol
Los socios del Instituto de Pediatría siguen manifestando su desconocimiento sobre quién atendió y dio de alta a los hijos de Raquel Negro. Admitieron que “cualquiera podía retirar” a un paciente sin acreditar que era familiar. Luego de un careo entre Vainstub y Schroeder, y de una ampliación testimonial de Torrealday, quedó claro que éste último cumplía el rol de encargado de Neonatología.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
En la novena jornada del juicio por el robo de los hijos de la detenida-desaparecida Raquel Negro, los socios del Instituto Privado de Peditaría (IPP) hicieron hincapié en la falta de control sobre lo que hacía cada médico que internaba niños en la sala de Neonatología e incluso sobre la entrega de los bebés dados de alta.
Los pediatras David Vainstub y Ángel Schroeder no aportaron datos sobre la internación en el IPP de los niños, registrados como NN López y Soledad López en marzo de 1978, sino que se mantuvieron firmes en su postura de que no vieron ni escucharon lo que sí conocieron enfermeras del lugar: la internación de hijos de una “guerrillera” a los que nadie iba a visitar y que estaban en cunas rotuladas con carteles donde se leía “NN”.
La audiencia tuvo como particularidad el careo al que sometieron a Vainstub y Schroeder, a pedido de las querellas y con la adhesión de los fiscales. El objetivo era dilucidar si Miguel Torrealday era o no el jefe del servicio de Neonatología, como había mencionado el primero y rechazado el segundo. Finalmente, luego de un intercambio, se pusieron de acuerdo en que cumplía ese rol en la práctica durante la época de los hechos. Entonces, el Tribunal dispuso que fueran a buscar a ese profesional a su domicilio para que ampliara su testimonial. Media hora después, Torrealday dijo que si bien «no había una figura de encargado», sus colegas lo consultaban porque era quien «tenía más experiencia y más conocimiento».
El interés radicaba en conocer quién tomaba las decisiones en la unidad del IPP donde estuvieron internados los niños y desde donde fueron entregados a una pareja que supuestamente se los llevaba en adopción, según el relato de una enfermera de la clínica. Se supone que el encargado pudo haber tenido contacto con los niños y haber tenido conocimiento del alta, pero Torrealday insistió con que no sabe nada.
“Cuando se inició, el IPP era una institución abierta, los médicos de todo Paraná venían con el chico, lo internaban, lo seguían, los medicaban y hasta le daban el alta. Cualquier médico de la ciudad podía internar sin que nosotros intervengamos. Era el médico de cabecera, al que se le daba mucha importancia. El IPP no hacía ningún seguimiento”, sostuvo Vainstub, argumentando su ignorancia sobre lo que pasó en la clínica con los niños, de lo cual “se desayunó” cuando vio los libros con los registros de NN, muchos años después.
Además de no controlar a los profesionales, tampoco lo hacían con los registros de ingreso y egreso a Neonatología: “Los hacían en la enfermería y la chica administradora que había en ese momento (ya fallecida). Yo nunca intervine en el asentamiento de ningún dato en ningún libro. No me consta si alguno de los socios efectuaba un control sobre los libros”, dijo el mismo testigo.
El caos puesto de manifiesto era tal que “el alta lo ordenaba el médico de cabecera” y “no había control de quién retiraba el bebé, cualquier persona podía ir y decir que iba a retirar el bebé”.
Schroeder, por su parte, señaló que a los niños internados “los controlaba el médico de cabecera, que podía ser cualquier médico de Paraná” y los dueños no ejercían control sobre eso “salvo urgencias”. Además en la parte administrativa ni él ni sus socios “veían los registros que ahí se llevaban” y “el alta se hacía (en la oficina) donde estaban las enfermeras” de modo informal: “No se le pedía ninguna documentación a quien retiraba los niños, nada, desgraciadamente no. Podía ir cualquiera”.
Torrealday, en la ampliación de su testimonial, insistió con ese concepto: “Modificarle la conducta de los colegas era dificílisimo y se enojaban cuando uno les revisaba las historias clínicas”.
Quién era el jefe
Entre Vainstub y Schoreder surgió una contradicción referida a quién era el jefe o encargado del servicio de Neonatología en 1978. El primero señaló que Torrealday era “el encargado” de la unidad y “posiblemente” cumplía el rol de médico de cabecera cuando un paciente no lo tenía, como habría sido el caso de los mellizos. Precisó que tenía la función de “entrar a la institución a ver que todo funcionara, que no faltaran elementos, si los pacientes estaban atendidos, con medicación, si iban los médicos de cabecera”.
En tanto, Schroeder afirmó que “no había jefe del servicio de Neonatología”, pero “generalmente Torrealday era el que comandaba”. Luego se rectificó y dijo que sólo atendía a sus pacientes, pero igualmente admitió que “controlaba los honorarios, lo que le correspondía a cada uno”, compraba los materiales y los medicamentos, y fue quien “organizó” el servicio.
Cuando los carearon, Schroeder aceptó que, si bien no existía la figura de jefe, Torrealday cumplía ese rol en la práctica. Vainstub, en tanto, se corrigió y dijo que el control del servicio que hacía ese médico era sobre los insumos y no sobre los pacientes.
Finalmente le preguntaron a Torrealday y dijo que él “no se sentía el encargado” pero por ser el jefe de Neonatología del hospital San Roque “tenía más experiencia y más conocimiento” y lo consultaban cuando había algún problema. Además dijo que fue él quien “ideó” el servicio en el IPP.
La ambulancia y la discordancia
Vainstub manifestó que en 1978 el IPP no tenía ambulancia, sino que recién adquirieron una –marca Rambler– después de ese año. La jueza Lilia Carnero le llamó la atención: “Usted dice taxativamente que en esa época no tenían ambulancia pero no se acuerda de otra situación más importante como la internación de dos chicos durante 20 días”. Y le remarcó “las discordancias de su memoria, sobre hechos nimios y hechos importantes”.
“Lo que estoy diciendo es la verdad que tengo y mi verdad es bastante limitada porque en Neonatología yo prácticamente no participaba. Pueden haber hecho el traslado en un vehículo particular, era muy precarios los traslados, con una incubadora y un tubito de oxígeno”, respondió.
Schroeder también afirmó que “a ambulancia se compró “después del 78”. Sin embargo, durante la jornada también se escuchó el testimonio de una ex empleada de administración de los consultorios externos del IPP, quien aseguró que en 1978 la clínica tenía una ambulancia que “buscaba a los prematuros”, la cual “era como ranchera que la habían adaptado”. Allí iba el médico de guardia de Neonatología, que era el mismo que estaba de guardia en los consultorios.
El dato resulta clave para determinar quién era el médico que estaba de guardia cuando fueron a buscar los hijos de Raquel Negro en el Hospital Militar, según una enfermera de este nosocomio, en una ambulancia del IPP con un pediatra de la misma institución.
“Descabellado”
Vainstub contradijo a una enfermera que había manifestado que su esposa iba a ver por curiosidad a un bebé que “era hijo de una extremista”. Lo explicó así: “Es una cosa inverosímil. Yo personalmente trabajaba todo el día y vivo a una cuadra del Instituto; mi mujer iba con los chicos para que jugara un ratito. Eso sí, puede ser. Pero que vaya directamente a ver un chico, me parece una cosa descabellada”.
10 Sep
Sus socios señalaron a Torrealday como jefe de neonatología del IPP
Los médicos Vainstub y Schroeder no aportaron datos de relevancia para la investigación sobre el paradero del hijo varón que dio a luz Raquel Negro en el Hospital Militar en marzo de 1978. Sin embargo, apuntaron a que la preeminencia en las decisiones las tomaba Miguel Alberto Torrealday, otro de los socios del instituto privado.
por Juan Cruz Varela para EL DIARIO
Los códigos de silencio no se rompen. A veces aparecen hendijas por las cuales se cuelan responsabilidades. Pero la actitud corporativa se mantiene. Se escuchan frases hechas, algunas dudas, ambigüedades, raras amnesias, olvidos selectivos.
Dos médicos pasaron y otro fue traído nuevamente al debate. Se trata de David Vainstub, Ángel Luis Schroeder y Miguel Alberto Torrealday, los socios del Instituto Privado de Pediatría (IPP) –junto con Jorge Eduardo Rossi, quien no concurrió sino que presentó un certificado argumentando que se encuentra bajo tratamiento médico–.
Ninguno aportó datos de relevancia para tratar de establecer el paradero del mellizo varón que dio a luz Raquel Negro en el Hospital Militar, y fue necesario un careo entre Vainstub y Schroeder luego de que surgieran algunas contradicciones entre las declaraciones de ambos; pero lo más trascendente fue que los dos señalaron a otro de los socios como responsable del área de neonatología del IPP, a pesar de que no existía tal cargo en la estructura de organización. “El que tenía el rol de autoridad era Torrealday”, coincidieron en el careo que ordenó el tribunal. Antes, Schroeder había manifestado que “las decisiones se tomaban entre los cuatro, pero generalmente Torrealday era el que tenía más preeminencia”.
Sin embargo, no se pudo evacuar la duda de quién atendió a los mellizos hijos de Raquel Negro y quién firmó el alta del IPP, el 27 de marzo de 1978. De todas maneras, el médico Vainstub afirmó que si en los registros figura una fecha de egreso es porque el bebé fue retirado con vida del instituto.
Vainstub afirmó, como antes lo había hecho Torrealday y luego lo reafirmaría Schroeder, que el IPP era “una institución abierta”, es decir, “cualquier médico podía internar a sus pacientes ahí y hacer el seguimiento” sin intervención del instituto. En esos casos, el médico de cabecera era quien dejaba las instrucciones a las enfermeras, pero en el caso de pacientes que llegaran sin médico de cabecera “se hacía cargo el encargado de la sala de neonatología”, es decir, Torrealday.
JUSTIFICACIONES.
Vainstub y Schroeder dijeron no recordar el caso de los mellizos ni el ingreso de pacientes como NN. “Los chicos se identificaban con el nombre o con el apellido”, dijo el primero. Tampoco reconocieron que hubieran sido internados hijos de personas denominadas “guerrilleras” o “extremistas” y Vainstub rechazó la presencia de familiares o allegados de los médicos en la sala de neonatología, aunque admitió que a veces su esposa iba a visitarlo con sus hijos al instituto.
El médico Vainstub explicó que “cuando llegaban chicos con una derivación, traían una identificación” y en los casos de urgencia en los que no figuraran esos datos, se completaban luego. De todas maneras, aclaró que “en las historias clínicas constaban el ingreso, la procedencia, el nombre de los padres y el diagnóstico” y ante otra pregunta admitió que desde el punto de vista terapéutico era importante conocer si se trataba de mellizos y los antecedentes de los padres.
Sobre ese punto, Schroeder señaló que “en la sala de neonatología, a veces, había bebés que no tenían nombre; pero no podía ser que un chico estuviera sin nombre durante 17 días”, en referencia al varón, que tiene fecha de ingreso el 10 de marzo y egreso el 27 de marzo y en el libro de registros quedó anotado como “López, NN”, procedente del Hospital Militar. Sobre eso no pudo dar ninguna explicación y ensayó una excusa en la que pretendió apuntar contra la persona que elaboraba los registros: “Era un desastre”, dijo. Esa manifestación le valió una reprimenda del tribunal porque no pudo sostenerla.
En otro tramo de su declaración, Vainstub dudó sobre el momento en que el IPP adquirió una ambulancia. Si bien dijo que en marzo de 1978 no tenía vehículo de traslado, luego apuntó que “después de eso se adquirió una Rambler”, en un comentario que generó dudas sobre la referencia a la que aludía. Sobre eso, Schroeder acotó que “a veces los médicos buscaban chicos en sus autos particulares”.
OTRA VEZ.
El médico Torrealday fue nuevamente citado a comparecer ayer, a raíz de una serie de contradicciones que surgieron entre su declaración y la que brindaron sus socios. El profesional aclaró que “no era encargado” de la sala de neonatología, pero admitió que “era el más consultado porque tenía más experiencia”.
“Yo no cumplía en el IPP la función de jefe, no me sentía jefe, me sentía uno más, dispuesto a colaborar en lo que hiciera falta”, acotó el médico.
El juicio contra los ex militares Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Pagano y Marino Héctor González; y quien fuera jefe de terapia intensiva del Hospital Militar, Juan Antonio Zaccaría, continuará el próximo miércoles, ante el Tribunal Oral Federal de Paraná.
No reconocen libros de registro
En la jornada de ayer declaró también una secretaria administrativa de los consultorios externos del IPP. La mujer explicó que los dueños del instituto se rotaban en las tareas de mando y la relación con el personal administrativo y enfermeras.
Asimismo, apuntó que los médicos de guardia, que según dijo era el mismo que estaba a cargo de neonatología, confeccionaban las planillas de ingreso de pacientes, ya que era el mismo que iba en la ambulancia cuando se producía el traslado de un paciente.
Sin embargo, la mujer no reconoció el libro de registros en el que estaban anotados los hijos de Raquel Negro como “López, Soledad” y “López, NN”.
10 Sep
Informe de las audiencias de la semana- LT 14
En el marco del juicio oral y público por robo de bebés durante la última dictadura cívico militar, la semana pasada declararon personal del nosocomio castrense y del Instituto Privado de Pediatría (IPP). También prestaron declaración testimonial tres de los directores del IPP: Miguel Torrealday, David Vainstub y Ángel Luis Schroeder.
http://www.lt14.com.ar/derechos-humanos/23313-informe-de-las-audiencias-de-la-semana.html
10 Sep
Los periodistas Miguel Bonasso y Carlos Del Frade declaran el miércoles
La próxima semana continuarán las audiencias que comenzarán el miércoles con las declaraciones de Bonasso y Del Frade, mientras que el jueves será el turno del periodista Reynaldo Sietecase y el padre adoptivo de Sabrina, Raúl Gullino. El viernes el testimonio será de Jaime Drí, sobreviviente de la Quinta de Funes; y se prevé para ese día que Estela de Carlotto, lo haga mediante videoconferencia.
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/los-periodistas-miguel-bonasso-y-carlos-del-frade-declaran-el-miercoles.mp3|titles=los-periodistas-miguel-bonasso-y-carlos-del-frade-declaran-el-miercoles]
10 Sep
Un miembro del Tribunal cree que el director del IPP “omite información” vinculada con el robo de bebés
Así le increpó la jueza Carnero a Miguel Torrealday, quien declaró este jueves en el juicio por la causa Hospital Militar. El médico dijo desconocer lo sucedido con los hijos de Raquel Negro.
El médico Miguel Torrealday, socio del Instituto Privado de Pediatría (IPP), aseguró desconocer qué profesional atendió en esa institución a los hijos de la detenida-desaparecida Raquel Negro, en marzo de 1978, y quién los otorgó en una supuesta adopción que en realidad era parte del plan de sustracción de los represores. Uno de los integrantes del Tribunal le advirtió: “Creo fervientemente que usted está omitiendo información”.
9 Sep