Guerrieri y Amelong, dos de los imputados por la sustracción de niños en Paraná durante la última dictadura cívico militar, declararon este viernes ante el Tribunal Oral Federal. Responsabilizaron al ex teniente Paul Navone, quien se suicidó en 2008, y al represor Costanzo, que es testigo en la causa. El juicio continúa el miércoles a las 10.

Por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)

 

El represor Amelong ejerce su defensa aunque en Rosario le hayan retirado su matricula de abogado. Foto Gustavo Vaccalluzzo

En el tercer día del juicio por robo de bebés durante la última dictadura, los represores Juan Daniel Amelong y Pascual Oscar Guerrieri responsabilizaron a Paul Navone de los delitos que se investigan. Navone es el hombre de Inteligencia del Ejército que se suicidó de un disparo en la cabeza en en febrero de 2008, el mismo día que debía prestar declaración indagatoria en la instrucción de la causa. Ambos también buscaron involucrar y desacreditar a Eduardo Costanzo, personal civil de Inteligencia que les adjudicó responsabilidad a ellos en el robo de los hijos mellizos de Raquel Negro y que debe comparecer como testigo el miércoles.

El resto de los acusados, Marino González, Jorge Fariña y Walter Pagano, prefirieron no hacer uso de la palabra, por lo cual el Tribunal Oral Federal de Paraná –que integran Roberto López Arango, Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejos– decidió leer sus declaraciones indagatorias realizadas durante la etapa de instrucción. La audiencia pasó a un cuarto intermedio hasta el miércoles a las 10.

El médico Juan Antonio Zaccaría, ex jefe de Terapia Intensiva del Hospital Militar de Paraná, en su sorpresiva declaración del jueves, había dado nombres de médicos fallecidos al mencionar a los probables responsables de la internación y parto de la hoy desaparecida Raquel Negro: los ginecólogos Jorge Mario Cantaberta y Miguel Bottero Brollo. Además, había dicho que cumplía órdenes de sus superiores, de quienes dijo no recodar los apellidos. Se habría referido así a quienes en 1978, al momento de los hechos, eran director y subdirector del nosocomio, los tenientes coronoles médicos Luis Levin y Marcelo Jesús Beret, también fallecidos. Ayer, Guerrieri y Amelong siguieron la misma línea al adjudicar responsabilidad sobre los hechos al suicidado Navone.

Guerrieri, quien fuera segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121 del Segundo Cuerpo de Ejército, citó una presentación del 13 de abril de 2011 efectuada por un defensor oficial del fuero federal de Rosario, Germán Artola, relacionada con un supuesto correo electrónico en el cual Costanzo diría que Navone fue quien “ejecutó a Raquel Negro de un tiro en la cabeza” y quien “se habría quedado con el varoncito”.

“Esto lo pide el defensor del señor Costanzo, que tenía conexión con el señor Navone, para apartarlo a Costanzo de la causa”, acotó. Como no aceptó responder preguntas, no agregó ningún dato más al respecto.

Dibujando en una pizarra lo que pretendía ser un esquema del Segundo Cuerpo de Ejército, también basó su estrategia defensiva en intentar demostrar que el DI 121 al que pertenecía no tenía injerencia sobre Paraná, ciudad que correspondía a la órbita del DI 122 de Santa Fe, donde se desempeñaba el militar que apareció muerto en la localidad cordobesa de Ascochinga, Córdoba, el 25 de febrero de 2008, en lo que judicialmente se consideró un suicidio.

Sin embargo, en las acusaciones de las querellas y la Fiscalía se remarca que el operativo que se ejecutó con Raquel Negro y sus bebés fue coordinado por ambos destacamentos, ya que el traslado de la detenida desde uno de los centros clandestinos de detención de la zona de Rosario lo efectuaron hombres del 121, que organizó conjuntamente con el 122 la custodia en el Hospital Militar. A esto hay que sumar que Guerrieri, Amelong, Pagano y Fariña ya fueron condenados por sus actuaciones en la Quinta de Funes, donde estuvo secuestrada Raquel junto a su marido Tulio Valenzuela –también desaparecido– y su hijo de un año y medio, Sebastián Álvarez, y en La Intermedia, donde Raquel llegó ya sin vida en el baúl de un Peugeot 504, según relató Costanzo.

En su momento, Eduardo Costanzo también acusó a Amelong y Pagano de haber sido los encargados de dejar a uno de los bebés –Sabrina Gullino, hoy con su identidad restituida y querellante en la causa– en la puerta de un orfanato rosarino.

En su declaración, además de proclamar “absolutamente” su inocencia, Amelong acusó a Navone y Costanzo de los delitos que se abordan en el juicio, e insistió con la estrategia de desacreditar las afirmaciones que se espera que reitere el segundo el miércoles, diciendo que tiene “animosidad” contra los imputados. Al igual que Guerrieri, habló de la “relación” que existiría entre ese testigo y Navone y para demostrarlo solicitó que se investigue el entrecruzamiento de llamadas entre los domicilios de ambos desde hace muchos años atrás, algo que parecería de difícil cumplimiento, entre otras medidas de prueba.

 

Reivindicación

El represor Guerrieri en el banquillo de los acusados. Foto: Gustavo Vaccalluzzo

En la primera parte de la audiencia, ayudado con papeles que tenía sobre el pupitre, Pascual Guerrieri hizo una reivindicación de la tarea que efectuaron las fuerzas armadas durante el terrorismo de Estado, al tiempo que se defendió diciendo que debía cumplir órdenes. En varias oportunidades les habló directamente a los abogados querellantes, hasta que López Arango le ordenó que declarara dirigiéndose al Tribunal.

“Quiero hacer esta declaración con respeto hacia los que no están, tanto de la parte de ellos como de la parte de nosotros. Yo también soy un ferviente admirador del ‘nunca más’”, sostuvo. Como se esperaba, estaba reflotando el argumento de la alegada guerra contra la subversión para referirse a los crímenes de lesa humanidad.

“Nos tocó vivir en esa época, nacimos en esa época y esas cosas pasaron en esa época. La Argentina vivió una agresión terrorista y nosotros estábamos al servicio de la Nación como soldados profesionales y tuvimos que cumplir”, añadió. “Aspiro a un juicio justo. La otra parte no está, no existe, está desaparecida. Existimos nosotros solos, cuando no fue así”, dijo.

Por otra parte, dijo que cumplía órdenes del jefe del Segundo Cuerpo, aunque desvinculándose del robo de bebés: “Hay un precepto de Inteligencia que es la necesidad de saber: como el área es técnica y es reservada no todo el mundo debe conocer lo que pasa. Dicen los reglamentos nuestros: si usted no lo tiene que saber, no se lo van a decir, porque atenta contra la misión que usted tiene que cumplir. Yo no le di ninguna orden a nadie, ni me acuerdo de este hecho, para nada, estoy seguro de esto. Esto fue una orden directamente impartida por el señor general (Leopoldo) Galtieri. Yo como teniente coronel, ¿qué le digo al general?¿No lo hago, me voy, me escapo? No existe esto, usted cumple órdenes, usted no puede evadir. Yo tenía que cumplir las órdenes, aunque esto no me tocó, entonces no acepto ninguna de las cosas referentes a mí. Inclusive me parece que en el legajo figura que yo estaba de licencia”.

Otros fragmentos de su declaración reivindicativa del terrorismo de Estado, que exime de mayores comentarios, fueron los siguientes:

«En la época democrática tuve una satisfacción personal, fui elegido por mérito, no por ninguna bandera partidaria –mi única bandera es la verde oliva del Ejercito argentino– director de planeamiento de la SIDE y duré 10 años. También tengo en mi haber cinco años de oficial instructor y profesor del Colegio Militar de la Nación. Vengo hoy acá después de 10 años que llevo preso, casi una condena, aquejado de algunos males que produce esto y la edad, males silenciosos que no se ven, como la presión, el colesterol y otros más que no voy a decir acá. Nosotros también estamos sufriendo mucho, nuestras familias también. Quiero que esto se termine».

«Se habla de la patota, yo nunca instruí patotas ni fui preparado para instruir patotas, patota puede ser la barra brava en la cancha, patota puede haber sido la triple A. El Ejército argentino no fue una patota».

«Hay otra confusión muy grande. El flagelo terrorista es de los años 60, ahí empezó la guerrilla en el país. Es un contexto grande pero hay una conexidad en todos estos aspectos. Eso da una respuesta de por qué estamos acá, porque biológicamente nos tocó vivir esa época. Si hubiéramos nacido ahora, estaríamos libres de cargo y culpa. Es lo mismo que decir que los curas preparan monjas para ser prostitutas».

«Aspiro a un juicio justo. La otra parte no está, no existe, está desaparecida. Existimos nosotros solos, cuando no fue así».

«¿Se acuerdan cuando decían la única salida es Ezeiza? La única salida que tengo yo, disculpen la grosería, es Chacarita, tengo 77 años, ¿cuánto me queda de vida? No puedo salir por ningún lado, ni voy a salir, no me dejan. Tengo cinco hijos y ocho nietos».

«Nosotros no somos el ejercito del Proceso de Reorganización Nacional. Yo entré en el Liceo Militar en 1948 y al Colegio Militar en 1952, soy soldado del Ejercito del general San Martín, no soldado del Che Guevara. Mi bandera es la que usted tiene ahí, la única que enarbolé y que voy a defender toda mi vida. Nosotros mismos conseguimos la democracia que hoy gozan ustedes. Sino hoy hubiera estado ante un tribunal popular».

«¿Qué saben ustedes si nosotros queríamos el proceso? Nos pedían por la calle que viniera la revolución porque el gobierno de Isabelita no caminaba. La memoria uno la acomoda a las condiciones que uno la quiere acomodar. De manera que eso de la memoria, sí, tengamos memoria todos. No fue un problema de la Argentina sola, fue en Uruguay, Paraguay, fue una consecuencia de la guerra fría este-oeste».

«Somos personas de bien, yo no soy un asesino o una persona dedicada al mal, al contrario. Y ahí se confunde otra cosa, que en Rosario no le gustó a una abogada. Lo voy a repetir: el termino represión, nosotros somos represores, somos soldados del orden. Cuando hay un desorden siempre se manda a las fuerzas del orden a ordenar a los desordenados. Todos los gobiernos acuden a la fuerza cuando se desordena la cosa. Actualmente, pasa ahora en Plaza de Mayo cuando se descubrió este asunto de las beneméritas madres de Plaza de Mayo, que no le pagan los sueldos a los empleados y con eso no pasa nada y nosotros estamos acá poniendo la cabeza todos los días. Por eso yo también quiero nunca más para nosotros. Déjenme morir en paz, con mi familia a mi lado y con mis camaradas que me reconocen».

«La guerra es un acto inhumano de por sí y nosotros participamos porque el Ejército se prepara para la guerra. No creo que ningún Ejército se prepare para ser derrotado por nadie».

«El Ejército argentino que ustedes vieron en el desfile es el de campaña. Cuando viene la agresión terrorista nos encontramos que esta gente estaba muchísimo mejor preparada que los nuestros, porque eran ideológicamente más poderosos, estaban convencidos, venían con otra idea que en la venimos educados nosotros. Pero lo que me molesta es que no venían con los libros en la mano, venían con las armas para imponer un nuevo sistema. Eso es lo que pasó y ahora llegamos a esto. Por eso yo añoro de verdad el nunca más, pero nunca más también para nosotros».

«No estoy en contra de lo que dicen los señores (los querellantes), ojala los pueda abrazar un día. Normalmente siempre somos criticados, como a la Policía o a Gendarmería cuando dicen fue a reprimir, se excedieron, bueno».

 

Indagatorias

Los imputados Fariña, González y Pagano se abstuvieron de declarar, por lo cual se leyó lo que dijeron en oportunidad de sus indagatorias durante la instrucción.

Jorge Alberto Fariña declaró el 9 de mayo de 2008 pero no aceptó contestar preguntas. Dijo desconocer absolutamente todos los hechos mencionados. Sostuvo que se le imputaba ser el tercero en jerarquía de una unidad de inteligencia, la cual no tenía responsabilidad en tareas ejecutivas. Aseguró que no sabía todo, que sabía muy poco, que su grado de capitán era de oficial subalterno. Que no se puede comparar con la jerarquía de Trimarco o Galtieri. Se quejó porque se lo ponía en tercer lugar de una unidad muy pequeña a la vez que la relación entre un general y un capitán es infinita. “Ser tercero en el destacamento 121 de inteligencia no significa que debía conocer todo lo que pasaba en Rosario ni mucho menos en Paraná”, subrayo y se declaró “absolutamente inocente”.

Pagano declaró el 12 de marzo de 2008. Se declaró inocente. Dijo que anteriormente sólo había estado una vez en Paraná, “en 1984 o 1985 acompañando al doctor Ítalo Argentino Lúder como custodio, en el marco de la campaña como candidato a senador nacional”. Aclaró que “lo hacía como militante o activista peronista y no como integrante de una fuerza”. Después apuntó contra Costanzo, de quien dijo que “es un gran fabulador”, y lo responsabilizó de “apretar a algunos dirigentes políticos, también involucrados en distintos hechos” y de “vender el producto de esa fábula a los distintos medios de comunicación”. Otra de sus explicaciones fue que en la segunda mitad de 1978 realizó durante cinco meses un curso en Buenos Aires, pero confirmó que antes de eso, en el momento de los hechos, prestó servicios en el Destacamento de Inteligencia 121 como “agente de calle”.

González prestó declaración indagatoria el 10 de abril del mismo año. Negó los hechos que se le atribuían. Dijo que no lo que hacía Costanzo era “fabular” a partir del libro “Recuerdo de la muerte”, de Miguel Bonasso. Negó haber conocido a una mujer de apellido Negro, detenida y embarazada y haber coordinado aspecto alguno del operativo de su internación en Paraná.