Este jueves Estela de Carlotto contradijo a Torrealday: dijo que sabía de la internación de los hijos de Raquel Negro en su clínica. Bonasso responsabilizó a los acusados. Se realizaron las inspecciones en el Hospital Militar y el IPP. Guerrieri reconoció la existencia de campos de concentración.

por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)

 

En la décimo cuarta jornada del juicio oral y público por robo de bebés, finalizó este jueves la etapa probatoria con las declaraciones testimoniales de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y del periodista Miguel Bonasso, una nueva ampliación de indagatoria del represor Pascual Guerrieri y las inspecciones oculares en el Hospital Militar y el Instituto Privado de Pediatría. El debate se retomará el 4 de octubre con el inicio de los alegatos.

En su testimonio, Carlotto recordó su reunión con uno de los socios del IPP, Miguel Torrealday, hace 11 años. Dijo que el pediatra le manifestó conocimiento sobre la internación de los bebés mellizos de Raquel Negro en esa clínica en marzo de 1978, algo que Torrealday dice no recordar.

“Él suponía que como la niña que había ingresado primero lloraba mucho, trajeron su mellizo para que la acompañara, siendo que pareciera que el chiquito no estaba muy bien de salud, por eso su ingreso fue posterior al de la hermanita”, relató Carlotto mediante videoconferencia. Dijo no recordar si Torrealday tuvo conocimiento directo o si le comentaron ese acontecimiento.

El encuentro entre Carlotto y Torrealday se produjo en el año 2000 y el médico se mostraba preocupado por haber supuestamente descubierto la anotación de bebés NN en el libro de ingresos del IPP, provenientes del Hospital Militar, lo que podría tratarse de casos de bebés apropiados a personas desaparecidas, como luego se comprobó. El propio Torrealday declaró que había detectado esas inscripciones muchos años antes, en 1989, por lo cual su entiende que su preocupación le surgió recién 11 años después.

“Él no me dijo cuándo fue que encontró el libro. Dijo que eran datos que no podían estar reservados, no dijo que él lo sabía desde determinado momento. Sí estaba preocupado porque estos datos podían servir para la búsqueda de la identidad de estos dos chiquitos”, dijo Estela. “Él lo que quería era sacarse el peso de encima de saber algo que estaba reservado en un instituto al que él pertenecía”.

“Torrealday dijo que el pago (de la internación) estuvo a cargo de quien los retiró”, agregó. “Dijo que los retiraron unas personas pero que no las conocía, no las identificó; dijo no saber quiénes eran. No recuerdo que haya dicho si él estaba presente”, sostuvo la dirigente de Derechos Humanos.

“Simplemente dijo los trajeron, está asentado el origen de quiénes los trajeron; los retiraron y está asentado el origen de quienes los retiraron y el pago por parte de esas personas que no dijo saber quiénes eran”, indicó.

Durante la reunión el médico no hizo mención al episodio en el cual las historias clínicas se habrían inutilizado durante la inundación de un depósito, algo que contó durante el juicio. “No se refirió a historias clínicas. Fue realmente hace ya 11 años. No se me hubiera escapado de todas formas el agregado que pudiera haber hecho este hombre de datos importantes. Ignoraba que habían desaparecido las historias clínicas, es muy sospechoso que desaparezca esa documentación”, reflexionó.

“Supongo que el médico dio el alta cuando ya estaban fuera de peligro. Tampoco se consigna que el niño (varón) salió fallecido. Él dice que el niño salió con vida. En este momento estamos ilusionados por estar cerca del encuentro de este mellizo con vida, quizá apropiado”, indicó.

 

La palabra de Bonasso

El periodista y diputado nacional Bonasso ratificó lo publicado en su libro “Recuerdo de la muerte”, en base a los testimonios del sobreviviente Jaime Dri y de la pareja de Raquel Negro, Tulio Valenzuela.
Bonasso, al igual que Dri la semana pasada, responsabilizó a los imputados en la causa por el cautiverio de Raquel Negro en los centros clandestinos de detención de Rosario y su traslado al Hospital Militar de Paraná para dar a luz.

“La referencia que tuve con posterioridad, en el año 81 cuando comencé a hacer la investigación para el libro, Jaime me contó que la habían llevado dos veces al hospital de Paraná y después la llevaron defintivamente; que había tenido mellizos y a ella habían trasladado, usando el eufemismo para decir que la habían matado”, manifestó Bonasso.

Por otra parte, relató cómo Tulio Valenzuela desbarató la Operación México para asesinar a la cúpula de Montoneros en tierra azteca y recordó la conferencia de prensa que Tulio dio en la casa de ese movimiento en Alabama 17 de Colonia Nápoles, en el DF. Recordó la preocupación que expresaba Tucho porque Raquel había quedado como rehén en la Quinta de Funes, embarazada, y temía por su vida y por el destino de los bebés.

Valenzuela no sabía que su mujer iba a tener mellizos, pero igual le dijo a Bonasso que estaba ilusionado con tenerlos, porque tenía antecedentes en su familia de nacimientos múltiples.
“Hay una extensísima carta de Tucho Valenzuela a Galtieri, que muestra la altura moral de Tucho y la bajeza de Galtieri de haber asesinado a su compañera. Le explicaba cómo había hecho para engañarlos, había hecho esa maniobra de contrainteligencia”, sostuvo el legislador.

En otro tramo se refirió al juicio revolucionario que Montoneros le aplicó a Valenzuela, mediante el cual lo degradó: “El juicio a Valenzuela fue un acto totalmente injusto que motivó mi crítica a la cúpula montonera, porque fue un acto stalinista y llevó a mi ruptura con la cúpula. La de Tucho fue una actitud heroica, como cuando lo mandaron de nuevo al país en una cita envenenada y se tomó la pastilla de cianuro y murió. Es dable suponer lo que le podían hacer si lo detenían vivo. La conducta de Valenzuela era coherente. Lo degradaron a subteniente. Cuando tuve un diálogo con Roberto Perdía, el número dos de Montoneros, le pregunté si a Dri le habían hecho también un juicio revolucionario y me dijo: ‘no cometimos el mismo error que con Tucho. Valenzuela tuvo una enorme grandeza en el juicio revolucionario, dijo que lo aceptaba pero les advirtió que si estaban vivos era porque él los había salvado”.
Sabrina conoció el lugar donde nació

Luego de las declaraciones de Bonasso y Carlotto, este jueves se realizaron las inspecciones judiciales en el Hospital Militar de Paraná y el Instituto Privado de Pediatría, con la participación de testigos que colaboraron aportando datos a la causa sobre lo sucedido en ambos centros de atención de la salud.
En el Hospital Militar, la propia Sabrina Gullino, la joven que recuperó su identidad en 2008, pudo asistir a la guardia médica donde estuvo detenida su madre Raquel Negro, a la sala de partos donde nacieron ella y su hermano mellizo y a la sala de Terapia Intensiva donde ambos estuvieron internados luego del nacimiento.

En el IPP, posteriormente, la comitiva judicial inspeccionó la sala de Neonatología, donde los hijos de Negro permanecieron internados durante poco menos de un mes en marzo de 1978. El guía en esta oportunidad fue uno de los propietarios de la clínica, Miguel Torrealday. También estuvieron presentes dos de sus socios, David Vainstub y Ángel Schroeder.

De ambas medidas de prueba también participaron los imputados Guerrieri, Fariña y Amelong. Este último, por su condición de abogado que ejerce su autodefensa, inclusive se permitió hacer preguntas a los testigos.

 

Guerrieri reconoció la existencia de campos de concentración

La extensa audiencia de este jueves continuó luego con una ampliación de la indagatoria de Guerrieri, quien solicitó hablar por tercera vez en lo que va del juicio para contestar las acusaciones del testigo clave Eduardo Costanzo y para asegurar que no tiene “ningún pacto de silencio con nadie, excepto con Dios”, en contestación a la interpelación que le hicieran Sabrina y Jaime Dri.

El represor acusó a su ex subordinado el Tucu Costanzo de ser “un hombre que tiene una vida irregular”, se quejó porque los “insultó” durante su testimonio del miércoles y sostuvo que se expresó con “animosidad” hacia los imputados.

Sobre el final, terminó admitiendo la existencia de centros clandestinos de detención durante la dictadura, ante una pregunta de uno de los integrantes del tribunal. “A un ladrón común se lo pone en una cárcel común. En todas las guerras que hubo en el planeta siempre existieron los campos de concentración”, dijo; aunque luego intentó desvincularse: “Aquí puede haber habido, yo no los conocí, no estaba en esa tarea. Estuve afectado al campeonato mundial del 78”.