El sobreviviente de la dictadura reconoció a los represores por sus nombres de guerra y los señaló como los encargados de los centros clandestinos de detención de Rosario. Confirmó que Raquel fue traída al Hospital Militar de Paraná para dar a luz y que los dos bebés estaban vivos.

por Alfredo Hoffmann (especial para Mesa Juicio y Castigo)

 

Desde Panamá, por videoconferencia, Jaime Dri declaró este viernes ante el Tribunal Oral Federal de Paraná e involucró a los acusados Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Daniel Amelong y Walter Salvador Dionisio Pagano con el cautiverio de Raquel Negro embarazada y su traslado al Hospital Militar de Paraná para dar a luz. Además, un ex fisioterapeuta del nosocomio castrense declaró haber visto allí a una mujer detenida y custodiada entre 1977 y 1978; mientras que el periodista Reynaldo Sietecase recordó las revelaciones que le hiciera el represor Eduardo Costanzo durante una entrevista.

Dri les hizo una exigencia a los imputados que fue en la misma línea que la lanzada por los hermanos Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez cuando les tocó dar su testimonio: “Les digo a SebastiánJorgeDaniel Sergio II que hagan un acto histórico y digan dónde está el hermano de Sabrina y el Sebas. Rompan el pacto de silencio”. Sebastián era el apodo de Jorge Alberto Fariña, Jorge era Pascual Oscar Guerrieri, Daniel era Juan Daniel Amelong y Sergio II era Walter Salvador Dionisio Pagano. Dri los volvió a reconocer este viernes sentados junto a los otros dos acusados Juan Antonio Zaccaría y Marino Héctor González.

También hizo una reflexión: “Después de San Martín y Bolivar, siguen los mismos que detentan el poder contra los que levantan las banderas para dejar de ser esclavos y ser un pueblo libre y justo. La clase dominante argentina decidió mediante un método salvaje desaparecer a toda una generación. A 35 años, esos compañeros míos que fueron tirados al fondo del mar son esa juventud que no se resigna a ser esclavos y a que haya miles en la pobreza. Pongamos todos nuestro esfuerzo para construir una sociedad donde no nos enfrentemos más”.

El ex diputado justicialista dijo que María –apodo con el que conoció a Raquel Negro– fue secuestrada en Mar del Plata el 1 de enero de 1978 junto a su hijo Sebastián, que tenía un año y medio, y su pareja Tucho Valenzuela. Al día siguiente los tres llegaron a la Quinta de Funes, donde él estaba desde fines de 1977. Cuando el fiscal José Ignacio Candioti le preguntó, quién la tenía detenida a Raquel, dijo que “el de mayor rango era Jorge”, por Guerrieri, y quien comandaba el grupo operativo era Sebastián, por Fariña.

Un domingo por la tarde, cuando Tucho acababa de aceptar participar de la llamada Operación México para asesinar a la cúpula de Montoneros, que luego desbarataría, Raquel salió de la Quinta de Funes acompañada de miembros de la patota. Fue a Santa Fe a dejar a su hijo mayor con los abuelos maternos. Luego de la fuga de Tucho y de su denuncia internacional de las violaciones a los derechos humanos, todos los detenidos fueron trasladados a la escuela Magnasco, en Rosario, y de allí a La Intermedia, en la autopista que une esa ciudad y Santa Fe. Desde ahí Raquel fue “sacada en dos oportunidades: la llevaron a Paraná a los efectos de un chequeo médico”. No la llevaban por la autopista, sino que la retiraban por un camino de tierra que pasaba por debajo de un puente, que Dri reconoció durante una inspección que se realizó en el marco del juicio en Rosario.

Sobre la Operación México, el militante nacido en Chajarí relató: “A partir de la detención y secuestro, Tucho aceptó colaborar. Se redactaron informes en la oficina central de la Quinta de Funes, porque él supuestamente iba a una reunión de la conducción nacional de la organización. Se fue a las dos de la tarde, lo abracé y le dije ‘¡fuerza Tucho!’. Yo tenía mucha esperanza de que se iba a fugar”. A México iban, junto con Valenzuela, Amelong, Fariña, Jorge Cabrera y el montonero arrepentido Carlos Laluf. Luego agregó que “María sabía que Tucho se iba a fugar”, que ambos lo había acordado así.

Cuando regresó del segundo chequeo, Raquel le comentó que quienes la atendieron le habían dicho que todavía faltaba un tiempo para el parto. Por eso sorprendió lo que sucedió algunos días después: “Jorge reunió a todos. A mí me dijo que si querían me mataban y a María le comunicaron que nuevamente la llevaban a Paraná. Era de suponer que pudiera haber un desenlace peor”.

“La llevaron una mañana temprano. Al poco tiempo llegó la noticia de que había tenido mellizos, que estaba bien y en pocos días la iban a traer a la Intermedia”, dijo Dri. Inclusive recordó que alguien dijo: “Este hijo de puta de Tucho encima tuvo mellizos”. Era claro que ambos bebés estaban vivos, pese a que luego se echó a circular la versión de que el varón falleció. También que la habían llevado al Hospital Militar de la capital entrerriana. Luego a él lo trasladaron a la ESMA y ya no volvió a ver a Raquel, que hoy continúa desaparecida.

Dri describió aspectos de cómo funcionaban los centros clandestinos de detención: “Nunca vi personal uniformado en la Quinta de Funes y en La Intermedia. En Funes, para el vecindario se trataba de una quinta de descanso de los militares, por eso estaban siempre de civil y también los gendarmes que hacían la custodia, con los fusiles Fal escondidos para que no los vieran”. Pese a eso, internamente los militares se llamaban entre ellos por sus rangos: el mayor Jorge, el capitánSebastián y el teniente Daniel.

Todos los secuestradores tenían un compromiso ideológico con la llamada lucha antisubversiva. El testigo recordó especialmente que Sergio II (Pagano) era “un cuadro”, que incluso le regaló libros.

También recordó que al despedirse en una de las oportunidades que traían a Raquel a Paraná se abrazaron y ella le dijo: “Esperame, que después del parto nos fugamos juntos”.

 

Una detenida en el Hospital Militar

Luego de Dri declaró un testigo que se desempeñaba como fisioterapeuta en el Hospital Militar mientras hacía la conscripción. Contó que en una oportunidad lo enviaron a realizar una refuerzo de guardia a la sala de Enfermería del nosocomio, donde se encontraba una mujer detenida, atada de pies y manos.

Esto sucedió entre abril de 1977 y abril de 1978, que fue el periodo durante el cual realizó la conscripción. Raquel Negro estuvo cautiva allí durante la parte final de ese lapso de tiempo. De todos modos, el hombre no supo precisar si esa mujer se encontraba embarazada o si había tenido familia.

En esa habitación se realizaban tareas de enfermería. Había entre cuatro y seis camas y no tenía ningún cerramiento especial. Esa mujer no fue atendida por nadie durante el tiempo que el testigo estuvo de custodia.

 

Las revelaciones de Costanzo

Reynaldo Sietecase expuso ante el Tribunal sobre la entrevista que realizó al represor Eduardo Tucu Costanzo en junio de 1992. Durante las tres horas que duró aquel encuentro, el hombre que había llegado a la redacción del diario Rosario 12vistiendo un largo sobretodo negro, hizo una serie de revelaciones sobre la represión ilegal que el periodista rememoró ayer.

Sietecase recordó que Costanzo le habló de la “ejecución de 14 o 16 presos políticos” en lo que luego se confirmó que era el centro clandestino de detención La Intermedia. Entre esas víctimas el entrevistado nombró a María, seudónimo de Raquel Negro.

Entre los represores que estuvieron a cargo de aquella matanza, el ex servicio de inteligencia mencionó –entre otros– a Fariña y a Guerrieri, dos de los acusados en el juicio. En tanto, Costanzo aseguró que no intervino en los asesinatos, pero sí en la preparación de los cuerpos, a los que envolvieron con frazadas y ataron con alambres antes de que se los llevaran para ser arrojados desde un avión al mar.

“Después no pudimos encontrar más a Costanzo. Tiempo más tarde habló con otros periodistas, con Carlos Del Frade y José Maggi”, comentó el periodista. Y destacó que en esas posteriores declaraciones fue “abundando en más detalles”.

Además remarcó que lo que había dicho El Tucu en 1992 “empezó a cerrar” y a demostrarse como cierto. “Nunca nadie desmintió la nota”, dijo Sietecase, con excepción de Rodolfo Rieggé, quien en aquel entonces era flamante subsecretario de Seguridad del gobernador santafesino Carlos Reutemann y en otro reportaje negó haber tenido la participación en aquellos hechos que le había adjudicado Costanzo.

“Debe ser mi nota más importante en cuanto a lo que significó para la sociedad”, reflexionó sobre el final de su testimonio.

El Tribunal tendrá oportunidad de averiguar más sobre lo que sabe Constanzo cuando le tome declaración testimonial la semana que viene.