Día 8: El médico al que el Tribunal acusa de omitir información
Declaró Torrealday, uno de los socios del IPP, dijo desconocer quién atendió a los bebés de Raquel Negro y lo entregó a los apropiadores. Además, una empleada del Hospital Militar aportó a la investigación y habló sobre la relación entre el nosocomio y el terrorismo de Estado.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
La octava jornada del juicio oral y público por la causa Hospital Militar estuvo centrada en lo sucedido en el Instituto Privado de Pediatría (IPP). Uno de sus titulares, Miguel Torrealday, evitó dar precisiones sobre quién pudo anteder a los hijos de Raquel Negro y el Tribunal le reprochó estar “omitiendo información”. Dos enfermeras de esa clínica corroboraron que allí estuvieron internados los mellizos y una de ellas contó inclusive cómo fue el instante en que una pareja los retiró en una aparente adopción. Además, una empleada de laboratorio del nosocomio castrense dijo que tuvo conocimiento del caso por comentarios y contó detalles de la relación entre la institución y la represión ilegal, involucrando a Zaccaría.
El socio del IPP aseguró desconocer qué profesional atendió en esa institución a los hijos de la detenida-desaparecida Raquel Negro, en marzo de 1978, y quién los otorgó en una supuesta adopción que en realidad era parte del plan de sustracción de los represores.
Torrealday declaró este jueves como testigo. Visiblemente nervioso, respondió durante más de una hora a las preguntas tendientes a establecer precisiones sobre la derivación de los niños a la clínica que dirigía, desde la Terapia Intensiva del nosocomio castrense, y sobre cómo se produjo el robo de los mismos.
El testigo, quien juró por Dios y los Santos Evangelios, dijo estar “comprometido con la búsqueda de la verdad”, pero aseguró que no se acuerda de la internación de los bebés, sino que se enteró mucho tiempo después revisando los libros junto a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carloto, donde aparecían registrados como NN López y Soledad López: “Yo no estaba en conocimiento de esto, para mí fue una sorpresa. Quienes participamos de esta sociedad (por los socios del IPP), estamos comprometidos y queremos saber quién fue el médico que atendió a estos pacientes. Si ingresaron por la guardia tienen que haber sido médicos diferentes, porque hacíamos guardia cada siete u ocho días; pero si fueron orientados hacia un médico en especial, él pudo haber tenido oportunidad de haberlos visto. Queremos saber quién fue el médico porque nos puede aportar la información para recuperar el niño perdido”.
—Usted no puede decirle al Tribunal “queremos saber”. Ustedes deben saber. Ustedes tienen la clave para saber, por eso tienen que hacer memoria –le advirtió la jueza Lilia Carnero.
—Trabajábamos muchos médicos, no sólo nosotros cuatro (por él y sus socios Vainstub, Schroeder y Rossi). La internacion era abierta y cada uno venía e internaba sus pacientes –respondió Torrealday.
Más adelante, el presidente del Tirbunal, Roberto López Arango, aseguró: “Me extraña que ninguno de los cuatro médicos supiera lo que sabían todas las enfermeras”. El testigo insistió en que no tenía conocimiento.
—Creo fervientemente que usted omite información. Yo creo que usted sabe –le increpó luego Carnero.
—En mi caso personal no es así –respondió.
Torrealday sostuvo durante su testimonio que durante aquellos años el IPP era una clínica “abierta”, en la cual cualquier médico de Paraná podía ingresar a su paciente cuando necesitaba los servicios de Neonatología. Ése es uno de los motivos por los cuales dijo desconocer quién estuvo a cargo de la atención y alta de los hijos de Raquel Negro. “Para nosotros es un problema de confianza. No quisiéramos que se repita esta situación”, señaló. Argumentó que “no había control de los profesionales”, que no los “chequeban”, porque se conocían.
Cuando le preguntaron qué profesional pudo haber tenido contacto con los niños, dijo: “Es la pregunta del millón. Ésa es una de las cosas que nos venimos preguntando permanentemente”.
Los datos verdaderos de los mellizos y del médico que los atendió, se debieron haber inscripto en las historias clínicas. Pero esta documentación, según manifestó, ya no existe: “En el año 80 se hizo el Sanatorio de Niño, ampliamos la sociedad y se unificó la administración. Las historias clínicas se depositaron en un sótano que se inundó y se inutilizaron”.
Tampoco existen las planillas de guardia, que permitirían saber quién los atendió. “No las tenemos a esas planillas. Me duele decirlo porque no quiero ser parte de lo que se dice, la corporación médica”.
Además de Torrealday, también declararon otros tres testigos vinculados al Instituto de Pediatría. Se trata de enfermeras de Neonatología, dos de las cuales aportaron datos de interés para la investigación.
Una de ellas aseguró que vio a un par de mellizos rotulados como NN en incubadoras. Sus expresiones permiten suponer con alto grado de certeza que se trata de los niños de Negro: dijo que eran un varón y una mujer, que «la nena era más gordita y el nene era más chiquito» y que nunca vio a los padres.
«Como no iban a visitarlos, a veces nosotros los agarrábamos como hijos y los teníamos de un lado y para el otro», explicó, haciendo el gesto de alzar un bebé y mecerlo.
La mujer dijo no saber qué pasó con los bebés, aunque supuso que «le habrán dado el alta». Esto echaría por tierra la versión de que el bebé varón falleció.
La otra enfermera del IPP que aportó datos habló de un bebé –no recordaba el sexo– que había sido derivado del Hospital Militar y estaba en una incubadora. Dijo que no era visitado por familiares, pero se decía que era «hijo de una extremista» y que lo «dieron en adopción».
La mujer relató un hecho que le llamó la atención: Lo que vi fue a la esposa del doctor Vainstub, con amigas o familiares, que fueron a verlo a través del vidrio. Tenían curiosidad porque era el bebé de una extremista».
Dijo no recordar comentarios de quién se llevó el bebé, pero sí que vio cuando lo sacó un médico y «se cerró la puerta y ya…» No recordó qué médico era, pero aseguró que era uno de los cuatro médicos.
Sobre los presuntos adoptantes, indicó: «Eran un hombre y una mujer, nosotros los veíamos del otro lado de la puerta, pero no sé exactamemente si eran ellos los que iban a adoptar al bebé».
«Yo siempre tuve deseos de hacer esta declaración porque si yo tenía conocimiento y no lo decía no me sentía bien. Entonces, para mí fue lo mejor», acotó.
Vox pópuli en el hospital
Este jueves declaró también una ex empleada de laboratorio del Hospital Militar, quien dijo que escuchó por comentarios el caso de Raquel Negro y el nacimiento de sus hijos.
La mujer dijo ante el Tribunal: «Yo me enteré después, de oídas, que habían nacidos mellizos de una persona NN que habían traído de Rosario y que los habían llevado a Terapia porque eran varón y mujer y el varón estaba con problemas. Después no supe más nada qué pasó. No puedo precisar de quién eran los comentarios, eran las enfermeras, eran comentarios que andaban ahí».
«Creo que también comentaron que los habían derivado porque en Terapia no había elementos necesarios para atender a los bebés y en Maternidad tampoco. Creería que el parto se produjo en Maternidad del Hospital Militar porque la trajeron para eso precisamente a esa señora. No fue mediante cesárea porque hubiera yo ido a hacerle transfusión si es que la pedían. Los habían derivado al Instituto de Pediatría, que en esa época que estaba en calle España», añadió.
«No sé cuál fue el destino de la mamá, ni el nombre ni si quedó internada ahí», explicó. Luego agregó: «Los nombres de los bebés no se sabían porque iban como NN. No creo que los hayan identificado con nombre a los bebés».
Sobre Raquel Negro, dijo que «los comentarios es que la habían traído detenida desde Rosario. No sé quién ni de qué manera llegó ni qué día la trajeron ni si la derivaron directamente a Maternidad».
“Dentro de un rato se va a morir”
La misma testigo expresó que durante la dictadura se hacían análisis de sangre a personas identificadas como NN que estaban detenidas en el Batallón de Comunicaciones, donde funcionaba un Centro Clandestino de Detención.
También dijo que en una oportunidad tuvo que asistir a quirófano a realizarle una transfusión a un hombre herido de gravedad, que «perdía mucha sangre».
Según la mujer el anestisista, que era el imputado Juan Antonio Zaccaría, le dijo que no era necesario que clasificara grupo y factor porque «dentro de un rato se va a morir». Ella le contestó que era su trabajo y lo tenía que hacer.
«Esa persona falleció en la cirujía», señaló, y añadió que luego escuchó por comentarios que la persona en cuestión había sido traída en el baúl de un auto hasta el Hospital Militar.
Además, en ese episodio dijo que tres cirujanos participaron de la intervención quirúrjica: los médicos militares Carlos Bautista Suino, Mario Sergio Crocce y un tercero que no pudo precisar quién era.
“Esa situación me provocó tanta angustia que pensé ‘¡qué vida desperdiciada¡’. Y salí del quirófano, pasé por la sala 1 y tomé el teléfono de la sala, aunque no se podían hacer llamadas al exterior, disqué el número de una amiga y cuando me contestó no podía hablar porque estaba muy angustiada. Después nunca más lo conté ni lo dije a nadie hasta que hice la declaración. Nunca lo mencioné, ni siqueira con mi familia”, sostuvo.
Luego declaró otro técnico de laboratorio, quien si bien no escuchó sobre el caso de Raquel Negro, avaló la posibilidad de que haya estado internada en la guardia médica, como declaró días pasados otra testigo, ya que las instalaciones del lugar lo permitían.
Además dijo creer en los testimonios que han brindado las enfermeras, de los cuales dijo estar al tanto a través de los medios, porque «eran muy buen personal».
Imprimir artículo | Este artículo fue publicado por admin el 8 septiembre, 2011 a las 23:15, y está archivado en del recinto. Sigue las respuestas a esta entrada a través de RSS 2.0. Puedes dejar un comentario o enviar un trackback desde tu propio sitio. |