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Este martes se inicia el último tramo del juicio por robo de bebés
Se espera que el acusado Amelong se extienda durante gran parte de la mañana en su ampliación de indagatoria. No se descarta que declaren otros represores. Después, si hay tiempo, se presentarán los alegatos.

EN PRIMER FILA, DE IZQUIERDA A DERECHA: LOS IMPUTADOS GUERRIERI, AMELONG Y GONZÁLEZ. (FOTO: UNO/JUAN IGNACIO PEREIRA)
A las 9 de este martes se iniciará el tramo final del juicio por robo de bebés en Paraná, con la ampliación de la indagatoria de al menos uno de los acusados y los alegatos de las querellas y los fiscales, de acuerdo a las estimaciones iniciales del Tribunal Oral Federal. De ajustarse todo a los tiempos previstos, ya la semana que viene se conocería la sentencia, se indicó a UNO.
No obstante, Juan Daniel Amelong buscará convertirse en el protagonista de la jornada y su intervención –ya solicitada en la última audiencia– podría extenderse indefinidamente. El represor, que también es abogado y ejerce su propia defensa en conjunto en el defensor oficial Mario Franchi, se dedicaría a utilizar su ampliación de indagatoria para solicitar medidas probatorias de difícil cumplimiento. En el juicio que se desarrolló en Rosario por la causa Guerrieri, que le valió una condena de prisión perpetua, pidió más de 90 y todas le fueron rechazadas.
Esa situación, ya vivida por algunos de los abogados querellantes en Rosario, hacen suponer que la voz de Amelong se escuchará durante gran parte de la mañana y podría condicionar la presentación de los alegatos durante la misma jornada. Además, en el medio debe realizarse la introducción por lectura de las pruebas documentales y testimoniales que correspondan.
De todos modos, Amelong podría no ser el único en ampliar su indagatoria. En su momento el procesado Marino González también había solicitado hacer uso de la palabra, aunque luego su defensa dio marcha atrás. De la misma manera, es una incógnita si el médico militar Juan Antonio Zaccaría decidirá volver declarar.
En caso de que no puedan completarse los alegatos este martes, continuarían los días siguientes. El orden previsto es: las querellas (en forma unificada), la Fiscalía y las defensas. Luego será el momento de las réplicas y contrarréplicas y posteriormente las últimas palabras de los imputados. La idea original del Tribunal era dar a conocer su sentencia el jueves 13, pero esto podría variar.
Las penas
El juicio por la causa Hospital Militar tiene por finalidad determinar las responsabilidades penales por el robo y la supresión de identidad de los hijos mellizos de los detenidos-desparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, nacidos en el nosocomio castrense paranaense entre febrero y marzo de 1978. Sabrina Gullino, uno de esos hijos, fue encontrada a fines de 2008 y se le restituyó su identidad biológica.
Uno de delitos investigados es el que está previsto en el artículo 139 inciso 2º del Código Penal, que prevé que se impondrá prisión de dos a seis años “al que, por un acto cualquiera, hiciere incierto, alterare o suprimiere la identidad de un menor de 10 años, y el que lo retuviere u ocultare”. El 139 bis establece que será reprimido con reclusión o prisión de 3 a 10 años “el que facilitare, promoviere o de cualquier modo intermediare en la perpetración de los delitos comprendidos en este Capítulo (Supresión y suposición del estado civil y de la Identidad), haya mediado o no precio o promesa remuneratoria o ejercido amenaza o abuso de autoridad”.
El otro delito está descripto en el artículo 146, que prescribe: “Será reprimido con prisión o reclusión de 5 a 15 años, el que sustrajere a un menor de 10 años del poder de sus padres, tutor o persona encargada de él, y el que lo retuviere u ocultare”. Además el 147 indica que “en la misma pena incurrirá el que, hallándose encargado de la persona de un menor de diez años, no lo presentara a los padres o guardadores que lo solicitaren o no diere razón satisfactoria de su desaparición”.
Por estos crímenes, cometidos en el marco del plan sistemático de represión ilegal que tuvo vigencia en el país entre 1976 y1983, son juzgados los militares de Inteligencia Juan Daniel Amelong, Pascual Oscar Guerrieri, Marino Héctor González y Jorge Alberto Fariña; el agente civil de Inteligencia Walter Salvador Dionisio Pagano y el médico militar Juan Antonio Zaccaría.
3 Oct
Regreso al punto de partida
En el juicio por robo de bebés se hicieron inspecciones en el Hospital Militar y en el IPP. Después de 33 años, Sabrina conoció el lugar donde nacieron ella y su hermano desaparecido
Alfredo Hoffman De la Redacción de UNO
ahoffman@unoentrerios.com.ar
Sabrina Gullino volvió ayer al Hospital Militar y al Instituto Privado de Pediatría. Le llamó la atención las distancias y las dimensiones: las dependencias de la institución del Ejército le parecieron estar mucho más cerca entre sí de lo que se imaginaba y la sala de Neonatología del IPP le pareció muy pequeña. Pensó que los médicos pediatras no pudieron no haberse enterado de que ella y su hermano mellizo desaparecido estuvieron allí durante alrededor de 20 días. Justamente, casualidad o no, ayer había ahí dos hermanitos en una incubadora. Estaban con sus nombres, perfectamente identificados. No era así hace tres décadas.
“Fue bastante fuerte, porque tuve una vivencia más figurativa, más completa. No es lo mismo reconstruir la historia sin ver el lugar, que cuando uno lo ve”, expresó a UNO la hija de Raquel Negro. Ella fue sustraída por los represores y pudo recuperar su verdadera identidad. Ahora es querellante en el juicio por robo de bebés que se realiza en Paraná.
En el Hospital Militar y en el IPP se hicieron inspecciones oculares como cierre de la etapa de producción de pruebas. Sabrina y su hermano mayor, Sebastián Álvarez, jueces, fiscales, abogados querellantes, los imputados Jorge Fariña, Pascual Guerrieri y Juan Daniel Amelong y tres enfermeras recorrieron las dependencias donde Raquel pasó sus últimos días, embarazada y en cautiverio. En la Guardia médica, guiados por la trabajadora de Maternidad que la asistió antes y durante el parto, visitaron la habitación donde estuvo detenida, custodiada las 24 horas. Luego rodearon el edificio y observaron la ventana que hace 33 años estaba enrejada con tablas de cajón de manzanas.
De allí fueron a Maternidad, un pabellón de techos altos y habitaciones que hoy están desocupadas. Una de esas piezas era la sala de partos. La enfermera explicó que allí dentro nacieron Sabrina y su hermano. Que un hombre que estaba en esa puerta, vestido de civil, entró y retiró al varón, que había nacido primero, argumentando que estaba cianótico. “Pero yo no lo vi cianótico, para nada”, recordó la mujer. Sabrina nació después y se quedó ahí con su mamá cuando la empleada se fue. Ayer al mediodía esa sala se dejaba ver vacía, con las paredes descascaradas y apenas iluminada con un cuadrado de luz que ingresaba por la única ventana.
Antes la comitiva había pasado por la sala 1, donde están las habitaciones, y Terapia Intensiva, donde los bebés estuvieron internados ya con sus identidades suprimidas. En aquellos años allí mandaba el médico militar Juan Antonio Zaccaría, hoy procesado, quien prefirió no participar de la inspección. En la otra punta del pasillo pero a pocos metros estaba la habitación 5, donde estuvo Raquel después del parto, vigilada por varios militares armados.
La segunda inspección fue en el IPP, en España 312. El despliegue de vehículos y de gente en esa calle céntrica motivó que se cortara el tránsito. Todos ingresaron por un pasillo angosto. Al final estaba la entrada de Neonatología. El médico Miguel Torrealday ofició de guía. Cerca estaban dos de sus tres socios: David Vainstub y Ángel Schroeder. Torrealday dijo que estaba muy conmovido y que su intención era colaborar con la Justicia. Pero Sabrina, después de estar allí, manifestó sus dudas y su enojo porque “ninguno de los cuatro médicos pueda asumir la responsabilidad que tuvieron en su momento”.
“No queremos más que encontrar al melli. Cómo cambiaría la historia si tiraran una pista certera. Esto nos deja un sabor amargo. No hallo una explicación a que esta gente con mucha trayectoria en Paraná, los cuatro o alguno de los cuatro, no sepan lo que pasó. Con las dimensiones de la sala, las características, el vidriado, hoy me parece imposible que Torrealday no haya sabido qué pasaba en esa clínica. Ellos saben lo que pasó, ahora lo tienen que decir, y espero que cuando termine el juicio pueda ir a darles un saludo sincero”, reflexionó.
En el IPP también estuvieron presentes enfermeras que colaboraron con la investigación: “Cada una fue aportando datos muy importantes y ya hay una relación de afecto con ellas, porque son un sostén muy importante en toda esta historia. Quiero destacar su valentía y su inmensa humanidad. Estuvo muy bueno encontrarme con ellas”, añadió.
Con los testimonios de ayer de Estela de Carlotto y de Miguel Bonasso –el del médico Jorge Eduardo Rossi no se realizará por sus problemas de salud– finalizó esta etapa del juicio por la causa Hospital Militar. Se abrió un cuarto intermedio hasta el 4 de octubre, cuando el acusado Amelong ampliará su indagatoria, se introducirán declaraciones testimoniales por lectura y se dará inicio a los alegatos.
“Para mí el proceso del juicio fue muy dinámico, muy preciso. Me parecen muy interesantes todos los avances que se han tenido, cada testimonio fue brindando mucha más fuerza a la hipótesis del bebé vivo, que ahora ya no lo dudamos más. Creemos que el mellizo vive y que alguien se lo llevó”, finalizó Sabrina.
Guerrieri y los CCD
Ayer Guerrieri solicitó hablar por tercera vez en lo que va del juicio para contestar las acusaciones del testigo clave Eduardo Costanzo y para asegurar que no tiene “ningún pacto de silencio con nadie, excepto con Dios”, en contestación a la interpelación que le hicieran Sabrina y Jaime Dri.
Sobre el final de su intervención, terminó admitiendo la existencia de centros clandestinos de detención. Ante una pregunta de uno de los integrantes del tribunal, dijo: “A un ladrón común se lo pone en una cárcel común. En todas las guerras que hubo en el planeta siempre existieron los campos de concentración”. Aunque luego intentó desvincularse: “Aquí puede haber habido, yo no los conocí, no estaba en esa tarea. Estuve afectado al Mundial 78”.
Carlotto recordó que Torrealday sabía
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó ayer la reunión que mantuvo hace 11 años con Miguel Torrealday, uno de los socios del IPP. Según relató, el médico le contó algunos detalles sobre la internación de bebés mellizos sin nombres provenientes del Hospital Militar –los hijos de Raquel Negro– en marzo de 1978. Esto entra en contradicción con lo dicho por el propio Torrealday en sus declaraciones: que no sabe nada o que no se acuerda.
Carlotto dijo que Torrealday le explicó porqué la niña ingresó el 4 de marzo y el niño el 10: “Él suponía que como la niña que había ingresado primero lloraba mucho, trajeron a su mellizo para que la acompañara, siendo que pareciera que el chiquito no estaba muy bien de salud”. Al declarar por videoconferencia, la titular de Abuelas dijo no recordar si Torrealday percibió esa circunstancia o si se la comentaron; pero sí es claro –de acuerdo con este testimonio– que estaba al tanto de los hechos. El encuentro entre Carlotto y Torrealday fue en 2000 y el médico se mostraba preocupado por haber supuestamente descubierto la anotación de bebés NN en el libro de ingresos del IPP. Sin embargo Torrealday declaró que detectó esas inscripciones mucho antes, en 1989.
Luego declaró el diputado nacional y periodista Miguel Bonasso, quien ratificó lo publicado en su libro Recuerdo de la muerte y responsabilizó a los imputados por el cautiverio de Raquel Negro y su traslado al Hospital Militar de Paraná para dar a luz.
23 Sep
“Navone fusiló a Negro y se llevó al mellizo”
Desde Barcelona, el militante peronista Oscar Kopaitich dijo que el oficial de Inteligencia del Ejército durante la última dictadura militar se llevó al hijo varón de la detenida desaparecida que dio a luz en el Hospital Militar de Paraná
El militante peronista Oscar Kopaitich dijo que el represor Paul Navone, quien se suicidara en 2008, mató a la detenida desaparecida Raquel Negro y que además se apropió del mellizo varón que la mujer había dado a luz en el Hospital Militar en 1978.
“El que sabe bien cómo fue que Paul Navone se llevó al mellizo de Raquel Negro del Hospital Militar de Paraná en 1978 es Oscar Kopaitich, que está en España”, había afirmado ayer ante el Tribuna Oral Federal de Paraná Eduardo Constanzo, ex integrante de las fuerzas civiles que prestaron servicios para la represión ilegal durante el último gobierno de facto, en el marco del juicio por el robo y susticución de identidad de los hijos de Negro, uno de los cuales, Sabrina Gullino, restituyó su identidad en diciembre de 2008.
En varias comunicaciones, vía telefónica y por mail, el militante de la Tendencia Revolucionaria del PJ en los turbulentos años ’70, en Rosario, Oscar Natalio Kopaitich, agregó más datos a la sugerencia que Costanzo dejó picando en la sala, según cita Notife.
Kopaitich compartió escuela primaria con Paul Navone en la ciudad de Casilda, próspera por su explotación agropecuaria, cenicienta entre las ciudades del sur santafesino.
“Efectivamente, Paul Navone compartió conmigo la escuela primaria, cuyos fondos daban a su casa. Él estaba un grado detrás de mí porque creo que tenía uno o dos años menos que yo”, dice desde Barcelona Kopaitich a este medio. “Para que tu tengas una perfecta idea de cómo era, te diré que muy de vez en cuando, porque sentía como todo niño la necesidad de compartir con otros esas vivencias que sólo se dan en esa época de nuestra vida, aparecía por mi barrio”, agrega.
“Pobre diablo –informa- siempre le faltaban cinco para el peso, ya que siempre el eje de cualquier joda o agresión propia de ésa época, eran los años ’50. Si no te acomodás a esa jodas te hacés milico a cura”, señala en sorna. “Este subnormal terminó en el Liceo Militar de Santa Fe», define.
-Y después, de grande, ¿cómo fue la relación?
– Solía volver a Casilda, vestido de blanco y dorado con un pequeño machete en la cintura. Y nosotros, los chicos, pasábamos en bicicleta y desde «milico puto» a cualquier otro improperio nos venía bien. No tenía un sólo amigo. El Ejército no logró hacerlo hombre como tal vez pretendieron él y sus padres. Porque cuando Raquel Negro hizo un parto perfectamente normal y tuvo a los mellizos, para llevarse el niño, que es lo que él quería, (Juan Daniel) Amelong y (Pascual) Guerrieri, lo obligaron a fusilar a La Negra, a quien también tuve la suerte de conocer personalmente. Y lo hizo.
-¿Cómo se enteró del suicidio de Navone? Justo un día antes de declarar en instrucción por la causa de los hijos de Negro.
-Para mí, lo suicidaron los mismos que nombro anteriormente, porque iba a vomitar hasta lo comido el año anterior. Porque no me cabe en la cabeza que fuese capaz ni de suicidarse. Este tema, y varios más, los traté cuando él vivía todavía. Yo me fui de la Argentina en 2002 sin que nadie conociera su paradero. Unos años antes, con mi mujer y mi hijito, éramos asiduos concurrentes a la pileta de natación del Club Gimnasia y Esgrima de Rosario, en esos tórridos veranos insoportables de nuestra zona. Allí vino a recalar el Coronel Oscar Flamini, ex amigo de la infancia también y de la promoción de Paul. Era el Jefe del Batallón 121, hasta que lo retiraron. Él no conocía a nadie y me saludaba con efusión aunque yo no le daba cinco de bola. Hasta que un día, molesto por esta situación, me arrimé a la sombrilla debajo de la cual estaba él con su familia y le dije directamente “Oscar, te invito una cerveza, quiero conversar contigo”. Me aceptó de inmediato y charlamos durante casi dos horas y entre las cosas que hablamos estaba el tema de Paul.
– El juicio ventilo que Amelong, Guerrieri y Marino González participaron del operativo de traslado de Negro a Paraná. ¿Conoce sobre algun otro militar o PCI que haya tenido intervención directa en el hecho?
– Sí, Walter Pagano que fue uno de los que llevó a la nena (hoy Sabrina) al Hospicio de Huérfanos, pero no mucho más. El coche lo condicía el mayor o capitán Marino González, que fue el mismo conductor que retiró a Raquel Negro de La Intermedia, que es un campo de propiedad de la Familia Amelong, que está ubicado exactamente frente a la estación de servicio de la Autopista a Santa Fe, en La Ribera, a pocos metros del Río Carcarañá. Este fue un tema manejado por el interés de Navone en apropiarse de una de las criaturas. Y la orden de matarla cuando diera a luz era directa de Galtieri. Aunque el movimiento de gente, la tortura y otras minucias, estaban ordenadas por el Coronel Juvenal Alcibíades Pozzi. De quien tengo para hablar un rato largo. Y es uno de los menos conocidos de estos criminales.
– ¿Navone se llevó el niño?
– La investigación sobre el niño robado por Navone es muy fácil de llevar a cabo, si en Casilda sigue viviendo el «Negro», hermano de Paul, casado con la «Chiqui», y un flor de tipo que creo no se hablaba con el hermano. Aquí todo lo que hay que hacer es encontrar a la viuda de Paul y preguntarle cuántos hijos tiene. Y cuál no nació de su vientre. Ya está.
Navone, el duro
Navone se suicidó el 25 de febrero de 2008 en Córdoba, en el parque de un Hotel cordobés de la Fuerza Aérea. La decisión parece haber estado planeada. El ex oficial de inteligencia del Destacamento 122 con asiento en Santa Fe dejó una carta explicando los motivos: “Tomo esta decisión en pleno uso de mi libertad y facultades. Nadie ,de mi entorno familiar ni de mi contexto, tiene conocimiento de lo que he dispuesto hacer. Lo hago solo sin participación de tercero alguno. Adopto esta conducta como el mejor camino para mí.”. Destinó las palabras al juez de la causa y luego se disparó en la localidad de La Granja, en Córdoba. “La distancia estimada entre la boca del arma y la piel ha sido menor de 50 centímetros”, informó el médico forense que hizo la necropsia. Los abogados le habían advertido que un procesamiento podía generar el embargo de los bienes en 800 mil pesos y ese dato le disparó los valores de glucemia.
Un día antes de declarar como imputado en Paraná, se disparó en la cabeza con una 9 mm alrededor de las 3 de la mañana del 25 de febrero de 2008 y el cuerpo fue encontrado cinco horas más tarde. Nadie lo custodiaba. Nadie lo cuidaba. Todo muy raro.
Formado en el Liceo de Santa Fe, Navone siguió su carrera como cursante en Campo de Mayo en 1967, saltó a Rosario un año más tarde y en diciembre de 1970 su destino fue Santa Fe, tres años más tarde lo enviaron a Córdoba y en el 1975 a un curso de Técnica en Buenos Aires. Fue oficial de inteligencia del DI 122 con destino en Paraná entre el 15 de diciembre de 1976 hasta el 31 de diciembre de 1977, según informa el legajo reservado al que tuvo acceso Notife.com
Como el resto de los oficiales que participaron de la represión ilegal, cumplió funciones en Formosa hasta el fin de la dictadura. Su carrera acabó como Jefe de División en Rosario en el año 1991 y el 31 de julio de 1993 se le declaró el retiro voluntario de la fuerza.
Navone tuvo un paso de perfeccionamiento de técnicas de inteligencia en el Batallón de Inteligencia 601, que operaba en Buenos Aires en la esquina de Viamonte y Callao.
Algunos textos históricos aseguran que Navone integró la patota que en 1979 asesinó al comandante montonero Horacio Mendizábal y que, como parte de ese “merito” se hacía llamar como el asesinado, que ingresó al país en la llamada Contraofensiva.
Todos los nombres de los oficiales que operaron en Paraná
El Destacamento de Inteligencia 122 que operó en Santa Fe tuvo una “Sección Paraná” que el Ejército desmenuzó en un informe reservado que, al momento de escribirse esta nota, no estaba agregado al expediente.
El Jefe que comandaba todas las operaciones en la capital entrerriana era el Mayor Rubén Ignacio Gaitán, que estuvo hasta noviembre de 1977, después lo siguieron en la jefatura de la Sección los Mayores Eduardo Andrés Álvarez, hasta noviembre de 1979 y Armando Enrique Zarabozo, hasta el 10 de octubre de 1982. Este último hizo viajes en Comisión a Colombia en 1978 y juntó 119 días para completar un curso de “Analistas e Interrogadores”. En esos cursos se estudio Inteligencia de combate en las unidades y las responsabilidades del Oficial de Inteligencia en las unidades, según detalla el Boletín Reservado del Ejército 4844.
Los capitanes afectados a la Sección Paraná fueron Carlos Gustavo Fontana, los Teniente Primero Raúl Méndez, Paul Navone, Juan Bautista Scartascini y Antonio Torres González.
Completaban el elenco del área Paraná el subprincipal de Infantería Hugo Morino, el Sargento Ricardo Fick, el Sargento de Infantería Julio Seguín, los Sargentos Ayudantes Raúl Sciascia y Nicolás Suárez y los ayudantes en Comunicaciones Carlos Martínez y Rolando Santana.
El jefe máximo del Destacamento de Inteligencia 122 en el momento más duro de la represión fue el coronel Domingo Manuel Marcellini, que falleció en 2010 sin que se lo pueda juzgar por delitos de lesa humanidad. Se había formado en la Escuela de las Amércias, en Panamá, donde egresó en 1973.
22 Sep
Carlos Del Frade: “Costanzo estaba dolido porque lo dejaron afuera de muchos negocios”
El periodista dio hoy testimonio en el marco del juicio por la causa Hospital Militar, en el que se investiga el robo de bebés en Paraná durante la última dictadura cívico militar. Del Frade señaló que cree que el represor Eduardo Costanzo declarará. “Él tiene la necesidad de hablar”, dijo
El periodista Carlos Del Frade, declaró hoy en el marco del juicio por la causa Hospital Militar, en el que se investiga el robo de bebés y la existencia de una maternidad clandestina en Paraná. Por su parte, el periodista Miguel Bonasso también estaba citado para declarar hoy, pero posiblemente lo haga por videoconferencia el 22 de setiembre, junto con la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Antes de ingresar a la sala del Tribunal Oral Federal de Paraná, Del Frade hizo declaraciones a UNO y otros medios de prensa, e indicó que su citación como testigo tiene que ver con una serie de entrevistas que le hizo al represor Eduardo Costanzo, después de la dictadura.
“La verdad es que (hablar con los represores) fue algo muy especial, porque estaban todos libres, y la cuestión no era tan sencilla. Fue interesante separar la paja del trigo en lo que decían e ir armando el rompecabezas que siempre supone la investigación periodística”, dijo.
Consultado sobre si cree que que Costanzo -quien también está citado como testigo- va a declarar en el juicio, Del Frade señaló: “Creo que no va a tener ningún problema en declarar porque tiene la necesidad de hablar, de separar las aguas, ya que él está convencido de que no tiene una relación tan directa con estos hechos como sí la tienen Amelong, Guerrieri y Fariña. Es difícil creerle, pero lo cierto es que está diciendo eso y está aportando muchos datos; y esos datos hay que investigarlos”.
Cabe recordar que en la etapa de instrucción, Eduardo Costanzo había declarado que los militares Juan Amelong y Walter Pagano fueron quienes abandonaron a Sabrina Guillino -uno de los dos bebés de la detenida desaparecida Raquel Negro y recuperada en 2008- en un convento de Rosario. Se espera que declare el miércoles 21.
“Costanzo sentía que se daba cuenta de que se terminaba la impunidad, aunque en ese momento estaba todavía la Ley de Obediencia Debida y Punto Final. Cuando yo lo entrevisté, él estaba trabajando como remisero y en el corretaje de verduras que traía de su provincia, Tucumán. Estaba muy dolido porque lo habían dejado afuera de muchos negocios. Decía que (Jorge) Fariña había hecho mucha plata con el tema de la seguridad privada en Rosario y a mí me daba la sensación que eso era lo que más le molestaba. Con el paso del tiempo, todo lo que decía Costanzo más o menos se fue comprobando. Es un testigo muy interesante a la hora de dilucidar lo que pasó”, destacó Del Frade.
Por otra parte, añadió que “así como hay médicos del Hospital Militar, hay médicos de la Policía de las seis provincias que componían el Segundo Cuerpo del Ejército -Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos- que ahora están trabajando en el ámbito civil, se han reciclado. No digo que sean responsables, pero sí deben conocer cosas y por lo menos hay que tomarles una declaración testimonial. Hay muchos civiles vinculados a esto, sino no se explica la permanencia durante siete años de la dictadura”.
Consultado sobre los posibles motivos por los que algunos testigos de la causa adujeron no recordar lo sucedido en torno al robo de bebés en el nosocomio castrense, Del Frade explicó que “hay dos cuestiones por las que todos dicen no recordar lo que pasó: primero, el miedo a perder la libertad, y segundo, el miedo a que se descubran los vínculos económicos que se movieron en la dictadura. Tanto militares, como la Policía y otras fuerzas armadas eran títeres macabros. El tema grande son los titiriteros, delincuentes de guante blanco, el poder económico de cada provincia, que es el mismo que permanece en la actualidad. Si estos muchachos hablan, va a empezar a verse la responsabilidad de los que están hoy en el poder económico de cada provincia de lo que fuera el Segundo Cuerpo del Ejército”.
En la causa están imputados los ex militares Juan Amelong, Marino González, Walter Pagano, Pascual Guerrieri y Jorge Alberto Fariña; y el médico anestesista Juan Antonio Zaccaría.
14 Sep
Un testigo aportó más datos sobre la maternidad clandestina del Hospital Militar
El hermano de un militante desaparecido habló sobre la internación de detenidas embarazadas para dar a luz. Además una enfermera del IPP dijo que vio a un bebé NN derivado del nosocomio, al que atendió Torrealday. Del Frade contó que Costanzo le dijo que Fariña se había llevado a la hija mujer de Raquel Negro.
En la décima jornada de debate del juicio oral y público por robo de bebés durante la dictadura se escucharon tres testimonios de peso: el del hermano del desaparecido Victorio Erbetta y militar retirado, que dio cuenta de la internación de embarazadas detenidas para dar a luz en el Hospital Militar de Paraná, lo que refuerza la hipótesis del funcionamiento de una maternidad clandestina; el de una enfermera del Instituto Privado de Pediatría (IPP) que declaró haber atendido a un bebé NN proveniente del nosocomio castrense al que atendía el médico Miguel Torrealday; y el del periodista rosarino Carlos Del Frade, quien aseguró que, durante una entrevista, el represor Eduardo Costanzo le dijo que el imputado Jorge Fariña se había llevado a la hija mujer de Raquel Negro después del parto.
Por el robo de los mellizos de Negro –nacidos en el Hospital Militar entre febrero y marzo de 1978– y la sustitución de sus identidades, el Tribunal Oral Federal de Paraná juzga a seis represores: Fariña, Pascual Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Marino Héctor González, Walter Salvador Pagano y Juan Antonio Zaccaría.
Joe Erbetta declaró que quien era su jefe en el Distrito Militar Entre Ríos, Ulises Chort, le reveló sobre le traslado de detenidas al hospital para dar a luz. “Hizo referencia a que las mujeres desaparecían y los hijos tenían un destino desconocido”, agregó. Incluso señaló que “se mencionó mucho un parto de mellizos en ese momento”, en probable alusión a los hijos de Negro.
Erbetta también dijo que cuando realizaba guardias en el ingreso a los cuarteles constató la entrada de hombres que pertenecían a los grupos de tareas, que se dirigían a los centros clandestinos de detención del Batallón de Comunicaciones y de La Escuelita, donde se vienen realizando excavaciones en busca de restos de desaparecidos.
Torrealday y los NN
Una enfermera de Neonatología del Instituto Privado de Pediatría, que también declaró en esta décima jornada, admitió la internación de un bebé como NN en la sala de Neonatología, proveniente del Hospital Militar, en 1978. Dijo que estaba bien bien de salud, aunque estaba “aislado” en una incubadora reservada para casos especiales.
El relato de la mujer involucró al médico socio del IPP Miguel Torrealday. En primer lugar porque dijo que él era su jefe en Neonatología. En segundo lugar, porque dijo que fue el profesional que atendió a aquel bebé y le dio una respuesta confusa sobre el motivo por el cual estaba el niño internado como NN.
“Me dijo que estaba la familia viendo lo que hacían con el niñito. No sabía bien el apellido, si iba a llevar el apellido de la mamá o del papá. Y el nombre todavía no lo habían confirmado”, trató de explicar la enfermera. Luego agregó: “Fue algo medio confuso, como que me quiso conformar y bueno, me dijo… Como queriendo decir eso”.
“Después no se le puso nombre a ese chico. No sé quién lo llevó ni cuando”, añadió. Según le dijeron sus compañeras de trabajo “se fue de alta”.
Carlos del Frade brindó un testimonio basado en las revelaciones que le hiciera Costanzo –miembro de uno de los grupos de tareas rosarinos– acerca del parto de Raquel Negro. Durante entrevistas periodísticas, el ex servicio de inteligencia que es testigo en la causa le contó que la detenida había tenido mellizos en Paraná, un varón y una mujer, y que el varón murió en el parto por estrangulamiento con el cordón umbilical. Esto se lo dijo Costanzo durante las entrevistas realizadas en la década del 90, cuando sólo se sabía que Raquel había sido traída a la capital entrerriana para el parto –por el libro de Miguel Bonasso, “Recuerdo de la muerte”– pero no se sabía nada sobre los niños. También Costanzo le dijo que “Fariña se la llevó” a la bebé mujer.
Asimismo, Del Frade dijo que entrevistó en dos ocasiones a Amelong en Rosario y en ninguna de las dos oportunidades el imputado quiso hablar sobre el caso de los hijos de Negro
14 Sep
Un miembro del Tribunal cree que el director del IPP “omite información” vinculada con el robo de bebés
Así le increpó la jueza Carnero a Miguel Torrealday, quien declaró este jueves en el juicio por la causa Hospital Militar. El médico dijo desconocer lo sucedido con los hijos de Raquel Negro.
El médico Miguel Torrealday, socio del Instituto Privado de Pediatría (IPP), aseguró desconocer qué profesional atendió en esa institución a los hijos de la detenida-desaparecida Raquel Negro, en marzo de 1978, y quién los otorgó en una supuesta adopción que en realidad era parte del plan de sustracción de los represores. Uno de los integrantes del Tribunal le advirtió: “Creo fervientemente que usted está omitiendo información”.
9 Sep
Piden investigar si un militar se apropió del hijo varón de la desaparecida Raquel Negro
Los fiscales solicitaron al juez Gustavo Zonis que siga la hipótesis planteada por el represor Guerrieri, quien dijo que Paul Alberto Navone, que se suicidó en 2008, se quedó con el bebé de la detenida desaparecida que dio a luz en el Hospital Militar.
Alfredo Hoffman / Redacción de UNO
ahoffman@unoentrerios.com.ar
El juez federal de Paraná, Gustavo Zonis, evalúa por estas horas si sigue la pista arrojada por uno de los represores que es juzgado en la causa Hospital Militar, quien dijo en el tercer día del juicio que el militar suicidado Paúl Alberto Navone se habría quedado con el mellizo varón de la desaparecida Raquel Negro.
Desde la semana pasada, Zonis tiene en sus manos dos escritos presentados por los fiscales Mario Silva y José Ignacio Candioti, quienes le pidieron que investigue si esa versión tiene sustento o no, sobre todo porque Navone tiene un hijo nacido el 3 de noviembre de 1977. La fecha no coincide con el nacimiento de Sabrina Gullino y su hermano en el nosocomio de avenida Ejército, pero se sabe que en los casos de robo de bebés las fechas pueden ser adulteradas. Además, sí coincide con la fecha probable de parto de Graciela Susana Capocetti, también desaparecida.
El viernes 26, Pascual Oscar Guerrieri y Juan Daniel Amelong responsabilizaron a Paúl Navone del robo de los hijos de Raquel Negro. Navone es el militar de Inteligencia del Ejército que se suicidó de un disparo en la cabeza en febrero de 2008, el mismo día que debía prestar declaración indagatoria en la instrucción de la causa.
Como ex segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121 del Segundo Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario, Guerrieri buscó desligarse de los hechos adjudicando responsabilidad en el plan para la sustracción de los bebés al Destacamento 122 de Santa Fe –donde operaba Navone– con jurisdicción sobre Paraná. Y citó una presentación de abril de 2011 efectuada por un defensor oficial federal de Rosario, Germán Artola, relacionada con un supuesto correo electrónico en el cual el represor Eduardo Costanzo diría que Navone fue quien “ejecutó a Raquel Negro de un tiro en la cabeza” y quien “se habría quedado con el varoncito”.
Costanzo debe declarar como testigo en el juicio en las próximas semanas. Fue quien aportó a la Justicia el dato de que a la beba mujer la habían abandonado Amelong y Walter Pagano en la puerta de un convento de Rosario. Esa pista fue la que permitió encontrar a Sabrina Gullino a fines de 2008.
Luego de esa audiencia, los fiscales Silva y Candioti presentaron un escrito en la causa “NN López”, en la cual se investiga el destino del hermano de Sabrina y que tiene esa denominación porque así se lo registró en el Instituto Privado de Pediatría (IPP), adonde los niños fueron derivados desde el Hospital Militar. La presentación fue para que Zonis investigue la hipótesis y estuvo fundamentada en que en el legajo de Navone aparece que uno de sus hijos nació el 3 de noviembre de 1977, cuatro meses antes que los hijos de Negro. Le pidieron al juez la producción de prueba documental, como la partida de nacimiento.
Lo mismo solicitaron en la causa que investiga la apropiación del hijo de los desaparecidos Graciela Capocetti y Guillermo López Torres. Se estima que la mujer estaba embarazada de seis meses cuando fue secuestrada, en agosto de 1977, por lo cual el parto se habría producido en noviembre de ese año.
El momento
Graciela y Guillermo –junto a sus hijos Gustavo y Diego– fueron detenidos en el barrio Fisherton de Rosario en agosto de 1977 y desde entonces permanecen desaparecidos. Existen datos para suponer que Graciela fue trasladada al Hospital Militar de la capital entrerriana para dar a luz a un niño o niña que fue sustraído por los represores. Los hermanos, que tenían entonces 3 y 1 año, fueron devueltos a sus familiares y en 2009 se constituyeron como querellantes en Paraná.
6 Sep
Hospital Militar: una testigo contó que Raquel Negro abrazó a los mellizos antes de que se los robaran
En la continuidad del juicio por delitos de lesa humanidad, enfermeras dieron detalles del parto de Raquel Negro y de la internción como NN de sus hijos mellizos en Terapia Intensiva.
Diario UNO Entre Ríos
Una enfermera jubilada de 86 años, que trabajaba en la sala de Maternidad del Hospital Militar de Paraná, contó este jueves ante el Tribunal Oral Federal que ella estuvo presente en el parto en el que nacieron los hijos mellizos de la militante desaparecida Raquel Negro, que vistió a los bebés y que la madre los abrazó antes de que se los sacaran los represores. Su testimonio resulta revelador de la metodología empleada por los apropiadores de niños que operaron en el nosocomio de avenida Ejército durante la última dictadura cívico-militar y fue la nota destacada de la quinta jornada del juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en la capital entrerriana.
Antes de esa declaración se habían escuchado los testimonios de otras tres trabajadoras del hospital y del médico Alfredo Berduc. Todos relataron fragmentos de la estadía de los bebés en el servicio de Terapia Intensiva en marzo de 1978 y de cómo fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría, a excepción de una obstetra que recordó haber instruido sobre los síntomas de trabajo de parto a una embarazada aparentemente detenida cuyas características no coinciden con las de Negro, dado que aseguró que gestaba un solo bebé en su vientre y que era madre primeriza. Esto avalaría la hipótesis de más embarazadas secuestradas llevadas a parir al hospital.
La enfermera de Maternidad –cuya identidad se preserva por razones de seguridad– aseguró que fue la propia Raquel Negro quien le dijo su nombre, que le contó que venía “del cautiverio de Funes” (por el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario), que tenía un hijo mayor de unos dos años y que había sido “maltratada” y “arrastrada” cuando la trasladaron a Paraná. “Y cuando la bañé, era cierto, tenía lesiones, en la cola”, certificó.
“Cuando nacieron los chicos, al varoncito yo lo vestí, se lo puse a la madre, lo tocó, lo abrazó”, contó la testigo entre lágrimas. “Después lo sacaron al chico, dos personas que yo no conocía, dijeron que no estaba bien. Y ella estaba muy preocupada, me preguntaba: ‘qué será de mi bebé, cómo estará’. Yo le decía que iba a tener que preguntarle al medico de niños, pero yo en ningún momento vi un médico de niños ahí. Después nació la nena, que se quedó con la madre. Al otro día, cuando fui, pregunté qué fue de la parturienta y me dijeron que la llevaron los familiares, y ahí nunca más supe nada hasta el año 2008. Nunca se habló de la chica”.
Por otra parte, dos enfermeras de Terapia Intensiva del Hospital Militar ratificaron la internación de bebés como NN en ese servicio. Además afirmaron que el jefe del área, el imputado Juan Antonio Zaccaría, tuvo un rol importante en ese hecho.
Una de esas enfermeras, la primera que declaró este jueves como testigo en el juicio por la causa Hospital Militar, ratificó la presencia de dos bebés mellizos en Terapia, que luego fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría. Dijo que los médicos Alfredo Berduc y Juan Ferraroti intervinieron en el traslado de los mellizos y que Zaccaría le informó que los niños serían entregados a los familiares, cuando en realidad fueron apropiados.
Esa trabajadora de la salud, que declaró durante una hora, dijo que ella estaba de guardia en el turno de la mañana –de 6 a 12– y que en ese momento Berduc entregó la guardia a Ferraroti, quien se encargó de derivar a los niños. El miércoles este médico dijo que no recordaba ese acontecimiento.
La testigo que delaró en segúndo término dijo que hacía guardia pasiva de 12 a 18 y que un día la llamaron del hospital porque había pacientes que atender. Cuando llegó, a las 16, estaba Zaccaría esperándola en el pasillo y le dijo que “había una parturienta que iba a tener mellizos y que iban a venir al servicio”. Ella recordó que atendió a un bebé que tenía problemas respiratorios, que no pudo identificar si era varón o mujer porque no lo desvistió. Y aseguró que fue Berduc quien estaba a cargo del tratamiento y trataba de comunicarse con el hospital San Roque y el IPP pidiendo cama.
Esta mujer detalló que en la Hoja de Enfermería que tenían en Terapia, donde debía estar el nombre del bebé, decía NN. “Eso seguramente lo ha escrito el doctor Zaccaría o no sé qué otra persona podría ser. Creería que era el doctor Zaccaría”, afirmó.
Por su parte, el médico Berduc recordó que asistió al mellizo varón con una cardiopatía congénita severa, y a la nena con «un poquito de arritmia». Dijo que como en Terapia no había elementos para atenderlos, habló con el director del establecimiento, Marcelo Beret, y lo persuadió para que se derivara a los niños a un centro apto, que en ese momento eran el hospital San Roque o el Instituto Pediatría. «A cuál de los dos los derivaron, no me acuerdo», indicó.
«De la mamá no supe nada. No averigüé, en ese momento no se podía averiguar mucho. Sabía que era una detenida y nada más. Esto me lo dijeron, no me acuerdo quién», manifestó.
Berduc dijo no saber quién dispuso la internación de los bebés en Terapia Intensiva y no tener «ni idea» dónde se produjo el parto, y en varias oportunidades se excusó de dar mayores detalles por no recordarlos.
Sin el represor Walter Pagano
Desde el inicio de la audiencia estuvo ausente el represor Walter Pagano, quien prefirió quedarse en la dependencia de Tribunales que se ha previsto para que permanezcan los acusados.
Por su parte, Pascual Guerrieri, otro de los reos, debe hacerse un control médico y tiene dolor de muela. La defensa propuso que lo atiendan en el Hospital Militar, ya que es el único lugar donde se le acepta la obra social Iose. El tribunal lo va a resolver oportunamente.
En el juicio por la causa Hospital Militar se juzga a los represores Juan Amelong, Jorge Fariña, Héctor González, Pascual Guerrieri y Walter Dionisio Pagano, y al médico anestesista Juan Antonio Zaccaría; por la sustracción y sustitución de identidad de los hijos de los detenidos desaparecidos Tulio Valenzuela y Rauqel Negro.
La mujer había dado a luz a dos mellizos en 1978, quienes fueron inscriptos como NN. Uno de ellos –Sabrina Gullino– fue abandonado en el Hospital del Huérfano de Rosario. Allí fue adoptada por la familia Gullino y en 2008 restituyó su identidad. El otro hijo de Negro sigue siendo buscado.
1 Sep
Gullino: “Quiero que quede claro que
no pudieron destruir a mi familia”
En la cuarta jornada del juicio a los represores por el robo de bebés en el Hospital Militar de Paraná durante la última dictadura se escucharon los conmovedores relatos de Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez, hijos de la militante desaparecida Raquel Negro. Luego, el médico Ferraroti no aportó datos a la investigación y recibió una advertencia del Tribunal.
Fuente: Diario UNO Entre Ríos
En el inicio de la segunda semana del juicio a los represores por el robo de bebes en el Hospital Militar de Paraná durante la última dictadura militar declaró Sabrina Gullino, hija de la militante desaparecida Raquel Negro.
Gullino apuntó a la falta de memoria de los médicos del Instituto Privado de Pediatría que no recuerdan la situación irregular en la que se encontraban los bebés derivados desde el Hospital Militar. “Me llama la atención que no recuerden que ingresaron los bebés sin mamá ni papá, que nadie los iba a ver. Me resulta dudoso que no recuerden nada de lo que pasó con esos bebes”, afirmó.
En otra parte de su conmovedor relato la joven aludió a los represores: “Los veo a los que están sentados ahí atrás –en referencia a Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Dionisio Pagano, Jorge Alberto Fariña, Marino Hector González y Juan Antonio Zaccaría– que son los responsables del secuestro de mi mamá y de papá, y del secuestro de mi hermano Sebastián, y que quisieron destruir a nuestra familia, y quiero decirles que quede claro que no pudieron”.
Luego, dirigiéndose a Amelog y a Pagano, manifestó: “Son los que me llevaron en el auto y me dejaron abandonada en un convento, quiero decirles que seguramente no deben estar arrepentidos de haber secuestrado a mis viejos, pero sí deben estar arrepentidos de no haberme tirado al río, porque miren todo lo que está pasando: 33 años después se constituyó este tribunal que los está juzgando”.
Finalmente pidió a la sociedad paranense que si tienen algún dato de su hermano mellizo para aportar, que lo hagan. “Este tiempo es muy intenso y creemos que el melli está vivo y que los vamos a encontrar”, concluyó y se retiró aplaudida de la sala.
A su turno, Sebastián Álvarez apeló a la colaboración de los dueños del Instituto Privado de Pediatría (IPP) y a la gente que trabajaba en el Hospital Militar. «Que digan qué pasó, porque hay claras diferencias entre las enfermeras que todas recuerdan el caso y los doctores que no lo recuerdan. Con esto sacamos como conclusión que existió la complicidad civil de la dictadura, hay un silencio sobre lo que pasó con los chicos”.
“Hay esposas de médicos del IPP que iban a verlos, no sabemos si había un interés particular. Queremos que estos doctores que son tan conocidos en Paraná recuerden algo y puedan colaborar para que podamos encontrara a nuestro hermano”, apeló.
Tanto Sabrina como Sebastián recordaron especialmente al autor de la denuncia que dio origen a la investigación, el fallecido coordinador del Registro Único de la Verdad, Guillermo Germano.
Ferraroti dijo no recordar
En tercer turno declaró como testigo el médico Juan Ferratoti, quien se desempeñaba en Terapia Intensiva del Hospital Militar y, según relataron enfermeras, fue uno de los que intervino para trasladar a Sabrina y su hermano mellizo al IPP cuando los encontró en el servicio donde trabajaba, no acondicionado para recién nacidos. Este profesional dijo no recordar esos acontecimientos, aunque aclaró que los daba como ocurridos a partir de que se lo contó una de las enfermeras.
«No recuerdo específicamente la presencia de bebés en la sala de Terapia Intensiva. Cuando la doctora (Marina) Barbagelata (ex abogada querellante) me llamó, hablé con algunas enfermeras y me dijeron que una mañana que yo tomaba mi guardia, había dos bebes y pedí que los llevaran a otra clínica. Me dijo que a los chiquitos lo habían llevado a no sé dónde», sostuvo.
«¿El hecho lo da por ocurrido en base a lo que le refrescó la testigo?», le preguntó Roberto López Arango, presidente del Tribunal. «Imagino que sí, no recuerdo qué pasó pero la enferma con la que hablé me dijo que fue así y no tengo por qué dudar de que fue así», respondió.
Uno de los momentos de mayor tensión se podujo luego de que Ferraroti dijera que nunca había visto mayor movimiento de militares a lo habitual, en contradicción con lo afirmado por testigos respecto de los días en los cuales estuvo internada Raquel Negro. A partir de eso la jueza Lilia Carnero le preguntó si tenía «algún problema de vista», ya que le llamaba la atención esa contradicción, y le recordó que si omitía información podía incurrir en el delito de falso testimonio.
—No tengo ningún problema de vista –dijo el médico, y se defendió diciendo que había que ver cuándo y dónde se había notado esa cantidad inusual de militares.
—Se nota que las enfermeras tienen mejor memoria que los profesionales –acotó la magistrada.
—Puede ser –se limitó a contestar el testigo.
En tanto, Eduardo “Tucu” Costanzo, ex agente civil de Inteligencia, que debía declarar hoy no se presentó debido a problemas de salud que lo aquejan. Costanzo se encuentra cumpliendo condena con prisión domiciliaria en Rosario e iba a ser traído por la fuerza pública hasta la sede de la Cámara Federal de Apelaciones de calle 25 de Mayo, donde se constituye el Tribunal Oral desde el 24 de agosto. Ahora los jueces Roberto López Arango, Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejo deberán reprogramar este testimonio para una nueva fecha.
El Tribunal Oral en lo Correccional Federal de Paraná juzga a Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Dionisio Pagano, Jorge Alberto Fariña, Marino Hector González y Juan Antonio Zaccaría.
Los cinco primeros integraban el Destacamento de Inteligencia 121, que organizó el operativo para el nacimiento y el robo de los bebés. Zaccaría era el jefe de Terapia Intensiva y se lo acusa de haber co-organizando el parto, conociendo la procedencia y la situación de Raquel Negro, y haber dispuesto medios materiales y humanos para garantizar el éxito del operativo.
31 Ago
Guerrieri se extendió durante una hora y señaló a Galtieri y Navone
Pascual Oscar Guerrieri, coronel retirado ex jefe de la central de operaciones del Batallón de Inteligencia 601, comenzó a declarar a las 10.40 y lo hizo por casi una hora.
Contó cómo fue su ingreso al Ejército Argentino: «Entré a los 12 años. Tengo 77 y todavía no me pude ir», indicó.
Luego, se justificó calificándose de «militar profesional» y diciendo: «Nos tocó por razones biológicas vivir esa época. Si hubiéramos nacido en otro momento, no estaríamos acá».
Tras expresar que la única bandera que respeta es «la bandera verde oliva del Ejército Argentino», Guerrieri resaltó su rol como director de Planeamiento de la SIDE durante el gobierno de Carlos Menem, entre 1989 y 1999. «Para un cargo así se piden antecedentes y se analiza todo. Algún mérito debo haber tenido», expresó, con intención de mostrarse como «un militar no del Proceso, sino también de la democracia».
«Vengo acá después de estar 10 años preso. Estamos sufrieron mucho, nosotros y nuestras familias. Quiero que esto termine, pero sé que no voy a salir. No puedo salir. No me van a dejar. Tengo cinco hijos y ocho nietos», expuso.
En otro tramo de sus dichos, expresó: «Acá se habla de patotas, pero yo nunca instruí patotas. La Triple A habrá sido una patota, pero el Ejército no. Es lo mismo que yo dijera que los sacerdotes preparan monjas para ser prostitutas», comparó.
Tras señalar que, a su criterio, «el flagelo terrorista en Argentina no es de 1976, sino que empezó en 1960», Guerrieri dijo tener «fe» en el tribunal. «No somos el Ejército del Proceso», reiteró. «Soy soldado del Ejército de San Martín. No del Ché Guevara», agregó. Y completó: «Nosotros también conseguimos la libertad y la democracia de la que hoy gozan ustedes. Mucha gente se hace la distraída, pero nos pedían por la calle que viniera la revolución».
Munido de una carpeta con la testimonial del represor Eduardo Constanzo, también miembro de Inteligencia del Ejército, que declaró en un juicio en su contra en la ciudad de Rosario, Guerrieri aseguró que fue el represor Paul Navone, que apareció muerto en febrero de 2008, antes de declarar, «el que trajo al chico ese que hizo el trabajo en el Hospital Militar». Específicamente, leyó: «Raquel Negro fue llevada al Hospital Militar, ya que había sido torturada y estaba embarazada de mellizos. Luego del parto, Paul Navone fue quien la ejecutó de un tiro en la cabeza» y explicó que se trataba de documental de abril de 2011. Solicitó que se incorporara al expediente, pero su pedido fue rechazado.
Exhortó a «recurrir a la historia, no solamente a la memoria» y pidió: «Yo también quiero el nunca más para mí. Déjenme morir en paz, con mi familia a mi lado y con mis camaradas que me conocen». Luego, contó: «Un señor el otro día me tocó el hombro y me dijo ‘gracias coronel por haber peleado'».
Después, con ayuda de un gráfico, explicó que era segundo jefe del Destacamento 121 en Rosario, con grado de teniente coronel. Describió la estructura militar que tenía por encima: «Arriba mío tenía al comandante del II Cuerpo, Leopoldo Galtieri», indicó.
Destacó que «Inteligencia es una tropa técnica, no operativa. Es como ser meteorólogo», intentó graficar. Y aseguró que «no se podía dejar de cumplir órdenes» porque «no existe eso en el Ejército».
Aseguró que sólo visitó Paraná dos veces en su vida «por razones sociales» y dijo que no conoce el Hospital Militar. «Yo no di ninguna orden a nadie para que viniera para acá. Fueron órdenes de Galtieri», finalizó.
Fuente: LT14
26 Ago