admin
Este usuario no ha compartido ninguna información biográfica
Entradas de admin
Oberlín: consideró que hay «un acuerdo para seguir diluyendo responsabilidades»
Tras la novena jornada del juicio Hospital Militar que se desarrolla en el Juzgado Federal de Paraná, la abogada querellante en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y Abuelas de Plaza de Mayo, Ana Oberlín, dijo que es evidente que entre los médicos del Instituto Privado de Pediratría (PPI) hay «un trasfondo» que indica que «están de acuerdo en seguir dilatando y diluyendo responsabilidades».
La abogada, tras la novena jornada del juicio que se lleva adelante en Paraná, habló con el móvil de LT14 y contó que se volvió a llamar al médico Miguel Torrealday «porque entendemos que hay contradicciones entre ellos (médicos del IPP) y hay puntos que siguen sin aclararse», dijo.
«Es impensable, por las dimensiones que tenía el Instituto que no hayan podido ver nada, no pueden haber pasado desapercibido», dijo.
Entre los testigos que declararán la semana próxima está el represor Eduardo Constanzo. Vale decir que el juicio se reanudará el próximo miércoles a las 10.
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/oberlin-considero-que-hay-un-acuerdo-para-seguir-diluyendo-responsabilidades.mp3|titles=oberlin-considero-que-hay-un-acuerdo-para-seguir-diluyendo-responsabilidades]
9 Sep
Torrealday admitió que internaron a NN en la clínica
El médico y ex funcionario provincial dijo que el archivo del Instituto Privado de Pediatría se estropeó. Allí estuvieron internados los hijos de Raquel Negro. Los jueces le reclamaron más memoria y colaboración para encontrar al mellizo de Sabrina Gullino.
Jorge Riani para EL DIARIO
Ésa es la pregunta del millón”, concluyó el médico Miguel Alberto Torrealday cuando escuchó por enésima vez, cada vez formulada de diferente manera, la interrogante: quién fue el médico que atendió a los mellizos hijos de Raquel Negro en 1978 y quién firmó el alta médica en el Instituto Privado de Pediatría (IPP) del que él es cofundador, ex directivo y ex integrante de la planta médica.
El nombre del médico Torrealday estuvo en varios testimonios escuchados en lo que va del juicio oral y público que se desarrolla en Paraná para establecer responsabilidades en el secuestro y sustracción de identidad de los hijos de los militantes desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela.
Fue, precisamente, uno de los cuatro profesionales señalados como los responsables del instituto médico adonde fueron derivados los mellizos nacidos en el Hospital Militar. Incluso una de las enfermeras que prestó declaración en la audiencia de ayer no dudó en señalar que los niños pudieron haber sido atendidos por el propio Torrealday, Jorge Rossi o Ángel Luis Schroeder. “El que menos estaba era (David) Vainstub”, precisó. Esos cuatros profesionales eran los responsables del IPP en el año en que ocurrió la internación de los niños NN.
“Tuve la oportunidad de ver el libro de ingresos, y había allí un NN”, comenzó diciendo Miguel Torrealday. Relató que en oportunidad de prestar declaración en el juicio que se desarrolló en Rosario por el secuestro y desaparición de Negro y Valenzuela, se encontró con la fundadora y principal referente de la asociación Abuelas de Mayo, Estela de Carlotto, con quien –dijo– analizó el libro de administración en el que estaban consignados los ingresos y egresos de pacientes y que repararon en los mellizos.
Allí consta el ingreso de la nena como “López, Soledad” –hoy llamada Sabrina Gullino que sigue todas las jornadas con atención e interés de querellante– el 4 de marzo de 1978 y el varón como “López, NN” el 10 de marzo, procedentes del Hospital Militar, y el egreso de ambos el 27 de marzo e inclusive se dejó registrado que el costo de atención sería afrontado por la institución de la cual procedían.
“Nos llamó la atención que teniendo el mismo apellido fueran ingresados en fechas distintas y dados de alta el mismo día”, dijo Torrealday ante los jueces del Tribunal Oral Federal de Paraná.
En todo momento el médico y ex funcionario provincial del área de Salud en distintos gobiernos justicialistas intentó dejar claro su interés por aportar datos a la causa. Sin embargo, el tribunal le recriminó que no estaba brindando la información necesaria para poder dar con el paradero del mellizo.
Reprimenda. “Estamos comprometidos con la causa y queremos saber quién fue el médico que atendió a los niños. Nosotros tenemos 9.400 internaciones hechas al día de la fecha y esto es una cuestión de confianza. Lo que queremos, por nuestra historia y por nuestra militancia, es recuperar a esos chicos”, afirmó. Torrealday. Fue entonces cuando la jueza Lilia Carnero le dijo: “Usted dice que quiere encontrar al niño, pero son ustedes (por los médicos directivos del IPP) los que tienen la clave para saber la verdad, pero tienen que hacer memoria”, sostuvo. “Llama la atención que las enfermeras supieran y los médicos no”, le dijo más adelante el presidente del tribunal, Roberto López Arango, en referencia a la internación en el IPP de niños nacidos durante el cautiverio de su madre.
El recurrente olvido ante las preguntas de las partes terminó por generar una nueva intervención de la jueza Carnero:
“Creo que usted sabe lo que pasó y omite información; quién recibió, quién atendió y quién dio de alta a los niños”, apuntó.
“Ésa es la pregunta del millón”, apuntó sin contestar Torrealday. “No quiero ser parte de lo que consideran la corporación médica; si supiera lo diría”, agregó para mencionar finalmente un conjunto de médicos que prestaban servicio en neonatología del IPP.
Respecto del bebé que estaba registrado en el libro de ingreso como NN, consideró que “la identidad figuraba en la historia clínica”, pero luego precisó que esos documentos estaban archivados en un sótano que se inundó y, por lo tanto, se destruyeron.
El médico Miguel Alberto Torrealday estuvo ante el tribunal, confirmó que los niños nacidos en cautiverio bajo poder de la dictadura militar pasaron por el instituto privado, pero no aportó mayores datos y dejó la sensación en organismos de derechos humanos de que fue reticente con la información brindada.
“Dentro de un rato se va a morir”
La jornada de ayer sumó otros dos nuevos testimonios de empleadas del Hospital Militar. Una de ellas –de la que se omite publicar el nombre por recomendación de la Mesa de Juicio y Castigo acogida por este medio– dijo que prestó función en Laboratorio y Hemoterapia y que clasificaba sangre de NN, “por orden de la Dirección” del Hospital Militar.
Sostuvo que “de oído” sabía que las sangres que llegaban anotadas como de NN eran de detenidos políticos alojados en los batallones de Ingenieros y Comunicaciones.
Señaló puntualmente a uno de los empleados, del que dijo su nombre, como la persona que “seguramente extraía la sangre” de los detenidos, aunque éste –al momento de declarar– lo negó.
La mujer que prestó declaración se mostró muy emocionada al relatar otro episodio con una persona no identificada, registrada como NN. “Tuve oportunidad de atender una cirugía a un NN”, dijo la testigo. Contó que buscó los elementos para extraer sangre y establecer el RH y grupo y que el médico le dijo que “no hay necesidad de eso porque dentro de un rato se muere”, narró en alusión a la expresión que le dio el médico en el quirófano. Aseguró que igual lo hizo porque era su función y ante una pregunta sobre quién fue el profesional que le dio esa instrucción apuntó: “El doctor Juan Antonio Zaccaría”. A unos metros de allí, el galeno procesado no hizo gesto alguno ni movimiento.
Aseguró que estaban además en el quirófano los tenientes primero Mario Crocce y “otro de apellido” Zuino.
“Esa situación me provocó tanta angustia que pensé: ‘qué vida desperdiciada’. Llegué a la sala 1 y tenía tanta angustia que tomé el teléfono para hablar con una amiga, a pesar de que no se podían hacer llamadas, y cuando mi amiga me atendió no pude hablar. Nunca más conté nada sobre el asunto, ni siquiera a mi familia”, dijo tras tomar agua para atemperar el llanto.
El aire de la sala se tornó pesado con el testimonio. Y quedó la convicción de que se trataba de otro caso, ajeno a la causa, de víctima de la dictadura militar.
9 Sep
Los sonidos del silencio
Tras las declaraciones de los represores, llegaron los testimonios de los civiles. Médicos y enfermeras del Hospital Militar de Paraná dejaron al descubierto la densa trama de complicidad civil que envolvió los hechos investigados: aquéllos, por su silencio; éstas, por sus valiosos relatos. Detalles inéditos sobre el nacimiento de los hijos de Raquel Negro y su estadía en el nosocomio castrense de la capital provincial marcaron las últimas audiencias del juicio.
por Martín Gerlo
“Llegó Raquel Negro y la pusieron en la habitación donde estaba la guardia. Me contó que venía del cautiverio de (La quinta de) Funes y de su nenito. El suboficial (Juan) Vergara me mandó a que la atendiera. Me dijo: ‘no hablés con ella’”, señaló en la introducción a su declaración una de las enfermeras, anticipando un relato valiosísimo.
El último de los cinco testimonios brindados al Tribunal este jueves 1 de septiembre fue certero, revelador, emocionante y de una valentía admirable. El contraste con la desmemoria de los médicos de guardia del nosocomio, Alfredo Berduc y Juan Ferrarotti, hizo que vierta aún más luz de la que la declaración en sí misma contenía sobre los hechos que se investigan.
“Los bebés nacieron. Ella los vistió, los tocó y los abrazó. Después se los llevaron. Me dijeron que el niño no estaba bien. Ella me preguntaba: ¿qué será de mi chico? Después nació la nena”, contó entre lágrimas la enfermera, quien masticó esas palabras durante más de treinta años y ya no estaba dispuesta a callar. “Estuve en el parto nomás. Al otro día me dijeron que se los llevaron, y no supe nada hasta 2008”, señaló en referencia al momento en que Sabrina Gullino recuperó su identidad y ella pudo atar cabos con la historia que le tocó vivir tres décadas atrás: “Creí todos esos años que los chicos estaban con la madre”, remarcó.
La mujer calculó, consultada por una de las partes, que el plazo en el cual Negro estuvo en el nosocomio fue de 15 días: “Yo iba de a ratos. Los que estaban con ella eran civiles. Yo veía que hablaba con los muchachos; del hospital no eran”, reveló, aportando un dato valiosísimo que no pasó desapercibido: quienes llegaron junto a la detenida y permanecieron con ella hasta el momento de su egreso eran ajenos al lugar. “Partera o médico no eran. Eran de afuera, varones, y sacaron al chico. No estuvieron cuando nació. No eran personal del Hospital Militar” respondió concisa pero contundentemente a cada una de las preguntas que se le hacían.
“Ahí yo no vi que el chico tuviera algo. No noté nada. Si se descompensó después no lo sé. Yo no lo vi más”, manifestó, contrariando las versiones que argumentan que el hermano mellizo de Sabrina habría fallecido.
“Ella venía con los estudios hechos en Rosario”, precisó, a la vez que se excusó por no saber en qué medio había sido trasladada hasta el lugar. “La habían maltratado; eso me dijo, que la habían arrastrado”, indicó.
La enfermera reprodujo parte de sus diálogos con la madre de Sabrina, y certificó una serie de datos que se encontraban en el Requerimiento de Elevación a Juicio y en varios testimonios: era la primera vez que Raquel llegaba al lugar, estaba embarazada de mellizos y se encontraba constantemente custodiada: “En la misma habitación que ella dormía un muchacho; (no era el mismo) iban rotando”, explicó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
9 Sep
Día 8: El médico al que el Tribunal acusa de omitir información
Declaró Torrealday, uno de los socios del IPP, dijo desconocer quién atendió a los bebés de Raquel Negro y lo entregó a los apropiadores. Además, una empleada del Hospital Militar aportó a la investigación y habló sobre la relación entre el nosocomio y el terrorismo de Estado.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
La octava jornada del juicio oral y público por la causa Hospital Militar estuvo centrada en lo sucedido en el Instituto Privado de Pediatría (IPP). Uno de sus titulares, Miguel Torrealday, evitó dar precisiones sobre quién pudo anteder a los hijos de Raquel Negro y el Tribunal le reprochó estar “omitiendo información”. Dos enfermeras de esa clínica corroboraron que allí estuvieron internados los mellizos y una de ellas contó inclusive cómo fue el instante en que una pareja los retiró en una aparente adopción. Además, una empleada de laboratorio del nosocomio castrense dijo que tuvo conocimiento del caso por comentarios y contó detalles de la relación entre la institución y la represión ilegal, involucrando a Zaccaría.
El socio del IPP aseguró desconocer qué profesional atendió en esa institución a los hijos de la detenida-desaparecida Raquel Negro, en marzo de 1978, y quién los otorgó en una supuesta adopción que en realidad era parte del plan de sustracción de los represores.
Torrealday declaró este jueves como testigo. Visiblemente nervioso, respondió durante más de una hora a las preguntas tendientes a establecer precisiones sobre la derivación de los niños a la clínica que dirigía, desde la Terapia Intensiva del nosocomio castrense, y sobre cómo se produjo el robo de los mismos.
El testigo, quien juró por Dios y los Santos Evangelios, dijo estar “comprometido con la búsqueda de la verdad”, pero aseguró que no se acuerda de la internación de los bebés, sino que se enteró mucho tiempo después revisando los libros junto a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carloto, donde aparecían registrados como NN López y Soledad López: “Yo no estaba en conocimiento de esto, para mí fue una sorpresa. Quienes participamos de esta sociedad (por los socios del IPP), estamos comprometidos y queremos saber quién fue el médico que atendió a estos pacientes. Si ingresaron por la guardia tienen que haber sido médicos diferentes, porque hacíamos guardia cada siete u ocho días; pero si fueron orientados hacia un médico en especial, él pudo haber tenido oportunidad de haberlos visto. Queremos saber quién fue el médico porque nos puede aportar la información para recuperar el niño perdido”.
—Usted no puede decirle al Tribunal “queremos saber”. Ustedes deben saber. Ustedes tienen la clave para saber, por eso tienen que hacer memoria –le advirtió la jueza Lilia Carnero.
—Trabajábamos muchos médicos, no sólo nosotros cuatro (por él y sus socios Vainstub, Schroeder y Rossi). La internacion era abierta y cada uno venía e internaba sus pacientes –respondió Torrealday.
Más adelante, el presidente del Tirbunal, Roberto López Arango, aseguró: “Me extraña que ninguno de los cuatro médicos supiera lo que sabían todas las enfermeras”. El testigo insistió en que no tenía conocimiento.
—Creo fervientemente que usted omite información. Yo creo que usted sabe –le increpó luego Carnero.
—En mi caso personal no es así –respondió.
Torrealday sostuvo durante su testimonio que durante aquellos años el IPP era una clínica “abierta”, en la cual cualquier médico de Paraná podía ingresar a su paciente cuando necesitaba los servicios de Neonatología. Ése es uno de los motivos por los cuales dijo desconocer quién estuvo a cargo de la atención y alta de los hijos de Raquel Negro. “Para nosotros es un problema de confianza. No quisiéramos que se repita esta situación”, señaló. Argumentó que “no había control de los profesionales”, que no los “chequeban”, porque se conocían.
Cuando le preguntaron qué profesional pudo haber tenido contacto con los niños, dijo: “Es la pregunta del millón. Ésa es una de las cosas que nos venimos preguntando permanentemente”.
Los datos verdaderos de los mellizos y del médico que los atendió, se debieron haber inscripto en las historias clínicas. Pero esta documentación, según manifestó, ya no existe: “En el año 80 se hizo el Sanatorio de Niño, ampliamos la sociedad y se unificó la administración. Las historias clínicas se depositaron en un sótano que se inundó y se inutilizaron”.
Tampoco existen las planillas de guardia, que permitirían saber quién los atendió. “No las tenemos a esas planillas. Me duele decirlo porque no quiero ser parte de lo que se dice, la corporación médica”.
Además de Torrealday, también declararon otros tres testigos vinculados al Instituto de Pediatría. Se trata de enfermeras de Neonatología, dos de las cuales aportaron datos de interés para la investigación.
Una de ellas aseguró que vio a un par de mellizos rotulados como NN en incubadoras. Sus expresiones permiten suponer con alto grado de certeza que se trata de los niños de Negro: dijo que eran un varón y una mujer, que «la nena era más gordita y el nene era más chiquito» y que nunca vio a los padres.
«Como no iban a visitarlos, a veces nosotros los agarrábamos como hijos y los teníamos de un lado y para el otro», explicó, haciendo el gesto de alzar un bebé y mecerlo.
La mujer dijo no saber qué pasó con los bebés, aunque supuso que «le habrán dado el alta». Esto echaría por tierra la versión de que el bebé varón falleció.
La otra enfermera del IPP que aportó datos habló de un bebé –no recordaba el sexo– que había sido derivado del Hospital Militar y estaba en una incubadora. Dijo que no era visitado por familiares, pero se decía que era «hijo de una extremista» y que lo «dieron en adopción».
La mujer relató un hecho que le llamó la atención: Lo que vi fue a la esposa del doctor Vainstub, con amigas o familiares, que fueron a verlo a través del vidrio. Tenían curiosidad porque era el bebé de una extremista».
Dijo no recordar comentarios de quién se llevó el bebé, pero sí que vio cuando lo sacó un médico y «se cerró la puerta y ya…» No recordó qué médico era, pero aseguró que era uno de los cuatro médicos.
Sobre los presuntos adoptantes, indicó: «Eran un hombre y una mujer, nosotros los veíamos del otro lado de la puerta, pero no sé exactamemente si eran ellos los que iban a adoptar al bebé».
«Yo siempre tuve deseos de hacer esta declaración porque si yo tenía conocimiento y no lo decía no me sentía bien. Entonces, para mí fue lo mejor», acotó.
Vox pópuli en el hospital
Este jueves declaró también una ex empleada de laboratorio del Hospital Militar, quien dijo que escuchó por comentarios el caso de Raquel Negro y el nacimiento de sus hijos.
La mujer dijo ante el Tribunal: «Yo me enteré después, de oídas, que habían nacidos mellizos de una persona NN que habían traído de Rosario y que los habían llevado a Terapia porque eran varón y mujer y el varón estaba con problemas. Después no supe más nada qué pasó. No puedo precisar de quién eran los comentarios, eran las enfermeras, eran comentarios que andaban ahí».
«Creo que también comentaron que los habían derivado porque en Terapia no había elementos necesarios para atender a los bebés y en Maternidad tampoco. Creería que el parto se produjo en Maternidad del Hospital Militar porque la trajeron para eso precisamente a esa señora. No fue mediante cesárea porque hubiera yo ido a hacerle transfusión si es que la pedían. Los habían derivado al Instituto de Pediatría, que en esa época que estaba en calle España», añadió.
«No sé cuál fue el destino de la mamá, ni el nombre ni si quedó internada ahí», explicó. Luego agregó: «Los nombres de los bebés no se sabían porque iban como NN. No creo que los hayan identificado con nombre a los bebés».
Sobre Raquel Negro, dijo que «los comentarios es que la habían traído detenida desde Rosario. No sé quién ni de qué manera llegó ni qué día la trajeron ni si la derivaron directamente a Maternidad».
“Dentro de un rato se va a morir”
La misma testigo expresó que durante la dictadura se hacían análisis de sangre a personas identificadas como NN que estaban detenidas en el Batallón de Comunicaciones, donde funcionaba un Centro Clandestino de Detención.
También dijo que en una oportunidad tuvo que asistir a quirófano a realizarle una transfusión a un hombre herido de gravedad, que «perdía mucha sangre».
Según la mujer el anestisista, que era el imputado Juan Antonio Zaccaría, le dijo que no era necesario que clasificara grupo y factor porque «dentro de un rato se va a morir». Ella le contestó que era su trabajo y lo tenía que hacer.
«Esa persona falleció en la cirujía», señaló, y añadió que luego escuchó por comentarios que la persona en cuestión había sido traída en el baúl de un auto hasta el Hospital Militar.
Además, en ese episodio dijo que tres cirujanos participaron de la intervención quirúrjica: los médicos militares Carlos Bautista Suino, Mario Sergio Crocce y un tercero que no pudo precisar quién era.
“Esa situación me provocó tanta angustia que pensé ‘¡qué vida desperdiciada¡’. Y salí del quirófano, pasé por la sala 1 y tomé el teléfono de la sala, aunque no se podían hacer llamadas al exterior, disqué el número de una amiga y cuando me contestó no podía hablar porque estaba muy angustiada. Después nunca más lo conté ni lo dije a nadie hasta que hice la declaración. Nunca lo mencioné, ni siqueira con mi familia”, sostuvo.
Luego declaró otro técnico de laboratorio, quien si bien no escuchó sobre el caso de Raquel Negro, avaló la posibilidad de que haya estado internada en la guardia médica, como declaró días pasados otra testigo, ya que las instalaciones del lugar lo permitían.
Además dijo creer en los testimonios que han brindado las enfermeras, de los cuales dijo estar al tanto a través de los medios, porque «eran muy buen personal».
8 Sep
Para la abogada querellante fue «una jornada productiva»
Tras desarrollarse este jueves la octava audiencia del juicio por la causa Hospital Militar, en la que se investiga el robo y sustitución de identidad de bebés en Paraná, la abogada querellante, Florencia Amore realizó un resumen para LT14. Afirmó que los «médicos del Instituto Privado de Pediatría (IPP) deberían conocer lo que pasó con los mellizos» y destacó que hay prueba documental de que estuvieron allí.
En diálogo con el móvil de LT14, Amore indicó que fue «una jornada fue muy productiva». Añadió que hubo «aporte de las enfermeras» que trabajaron en el IPP y no así del médico, Miguel Torrealday. Manifestó que lo de éste profesional «llama la atención».
La audiencia pasó a cuarto intermedio hasta este viernes a las 9, donde deberán prestar declaración cuatro testigos más del IPP.
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/para-la-abogada-querellante-fue-una-jornada-productiva.mp3|titles=para-la-abogada-querellante-fue-una-jornada-productiva]8 Sep
Las evasivas de un militar no permitieron sumar precisiones
Un ex sargento que sacaba sangre a los pacientes del Hospital Militar dijo haberse enterado por terceros del nacimiento de los bebés de Raquel Negro. Dijo no recordar porque “fue hace 33 años”
Alfredo Hoffman De la Redacción de UNO
ahoffman@unoentrerios.com.ar
http://edimpresa.unoentrerios.com.ar/v2/noticias/?id=56366&impresa=1
8 Sep
Torrealday dijo que quiere colaborar con la causa pero no aportó datos concretos
En la octava audiencia del juicio por la causa Hospital Militar, en la que se investiga el robo y sustitución de identidad de bebés en Paraná durante la última dictadura cívico militar, declaró el médico Miguel Torrealday, del Instituto Privado de Pediatría (IPP). Dijo que no sabía nada de los mellizos hasta hace poco tiempo, cuando en el acta vio registrado «NN López». También comentó que estuvo con Estela de Carlotto para analizar el caso. Y expresó: «No quiero ser parte de lo que se dice ser la corporación médica».
Informe de LT14
[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/causahospitalmilitar/files/2011/09/torrealday-dijo-que-quiere-colaborar-con-la-causa-pero-no-aporto-datos-concretos.mp3|titles=torrealday-dijo-que-quiere-colaborar-con-la-causa-pero-no-aporto-datos-concretos]8 Sep
El pasado como coartada
Es inútil: ninguna amplificación mediática volverá tema de interés masivo el juicio por sustracción de menores y sustitución de identidad que se sustancia en los tribunales federales de Paraná. No será motivo de conversación familiar o de tertulias de café. El atento seguimiento del proceso permanecerá reducido a círculos politizados, a quienes fueron actores en la década de los 70 y a grupos comprometidos con los derechos humanos. Será decepcionante, penoso, lo que se quiera. Pero es irremediable y en modo alguno sorprendente.
Antonio Tardelli
Hay razones añejas y recientes que explican una apatía que extraña, extrañamente, a ciertos observadores. Pero es que la causa de los derechos humanos, concebida como pretensión de verdad y exigencia de enjuiciamiento a los sujetos que fueron engranajes del Terrorismo de Estado, nunca fue socialmente masiva por más que en determinado momento haya aglutinado a la militancia política en, por caso, las movilizaciones de los 24 de Marzo, ocasión susceptible de alumbrar acuerdos por sobre las naturales diferencias. Pero una cuestión de urgencias, contrapuesta a la distancia temporal que media con los hechos que se investigan, y una inocultable especulación política que anida en el kirchnerismo, se asocian para mofarse de la necesidad de reparación integral que reclaman los crímenes de la dictadura. Ajustar cuentas con el pasado, exigencia histórica si las hay, puede ser un camino relativamente solitario.
Allí radica, precisamente, el mérito de los Kirchner. Retomaron la revisión de la represión ilegal a sabiendas de que no era una demanda mayoritaria de la sociedad pero sí concientes de que una política decidida en tal sentido comportaba una necesidad ligada a sucesos más cercanos. El intolerable espectáculo de las Madres de Plaza de Mayo siendo reprimidas durante los instantes finales del gobierno de la Alianza llevó incluso a Adolfo Rodríguez Saá, si se recuerda, a recibir a Hebe de Bonafini en el despacho presidencial que por pocos días lo albergó. Si hasta Adolfo el Breve, que según los cánones oficiales integra hoy el detestable tren fantasma de la oposición, pudo advertir lo que el momento pedía, cómo no iba a hacerlo un gobierno que alardea de mantener con los 70 un estrecho vínculo. El gobierno adquirió así un capital valioso. No es novedad que los Kirchner, de nula relación con las organizaciones de derechos humanos hasta 2003, se legitimaron con la causa más indiscutible de la democracia argentina. Desde ese lugar, como enamorados de un juguete nuevo, pasaron a una sobreactuación incalificable pero efectiva, tanto como que sedujo a prestigiosos exponentes del sector. El pañuelo de las Madres sobre el féretro de Néstor Kirchner, expresión máxima de adhesión a la política estatal, fue la shockeante estampa del nuevo tiempo.
Convertida nuevamente en política de Estado, recuperando la jerarquía alcanzada con la decisión inaugural de Raúl Alfonsín, la defensa de los derechos humanos y el impulso a los juicios contra los represores perdió el componente de rebeldía y de denuncia que arrastró durante los 90, cuando el partido entonces en el poder, el mismo que gobierna hoy, llevó adelante, con otras complicidades sociales y políticas –de las que no son ajenos algunos de los hombres más encumbrados de esta era políticamente correcta–, la más impactante operación de absolución del pasado. Tiempo de contrasentidos: el avance institucional que supone un Estado que no perdona las atrocidades cometidas por ese mismo Estado en tiempos de facto le pasa la cuenta, en términos de imagen pública, a algunas emblemáticas organizaciones del sector, desdibujadas en un seguidismo innecesario cuando no, se sabe, en concretas sospechas de corrupción. Los recién llegados se cuelgan las medallas. Los de siempre –algunos, por lo menos– se sumen en el descrédito.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
8 Sep
Día 7: Los que no vieron, los que no saben
y los que no quieren recordar
En el inicio de la tercera semana del juicio por el robo de los bebés de Raquel Negro, un técnico de laboratorio del Hospital Militar recibió una advertencia por sus respuestas poco convincentes y su falta de memoria. Otros testigos reconocieron haber escuchado los comentarios sobre el caso. Otros dijeron no haberse enterado de nada. Un médico del IPP describió detalles del funcionamiento de la Institución adonde fueron derivados los niños.
por Alfredo Hoffman (especial para Mesa Juicio y Castigo)
En la séptima jornada del juicio por robo de bebés que se desarrolla en Paraná, este miércoles declararon seis testigos que no aportaron datos precisos sobre los delitos que se investigan: la sustracción y sustitución de identidad de los hijos mellizos de los detenidos-desparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, nacidos en el Hospital Militar de esta ciudad en marzo de 1978. Uno de esos testigos fue un militar que durante la dictadura se desempeñaba como preparador de laboratorio en el nosocomio de avenida Ejército, quien reconoció haber escuchado el comentario sobre aquellos acontecimientos, pero dijo no haber visto nada. Su insistencia en remarcar su desconocimiento de los hechos, su alusión a la falta de memoria y sus respuestas evasivas y poco convincentes, motivaron que la abogada querellante Ana Oberlin –representante de Abuelas de Plaza de Mayo– le preguntara si fue amenazado antes de la audiencia. Su respuesta fue negativa. Además, le llamaron la atención porque podría estar incurriendo en el delito de falso testimonio.
Además, otros dos testigos dijeron que escucharon comentarios sobre el parto de una mujer detenida que había tenido mellizos en el Hospital Militar; mientras que otros tres aseguraron que desconocían por completo esos hechos, salvo por lo que se enteraron ahora por los medios.
La primera en declarar fue una instrumentadora quirúrgica del Hospital Militar, quien aseguró que sigue el caso “por televisión” y que le da “mucha lástima esa chica que anda buscando al hermanito”. Sin embargo dijo que no tiene conocimiento del nacimiento de los bebés en ese nosocomio ni de su internación en Terapia Intensiva.
Además declaró un médico pediatra que detalló cómo era el funcionamiento del área de Neonatología del Instituto Privado de Pediatría (IPP), donde se desempeñó desde mayo de 1978. Dijo desconocer la internación de los hijos de Raquel Negro en esa institución –derivados del Hospital Militar– en marzo de ese año.
Luego fue el turno de una empleada –los nombres se preservan por razones de seguridad– que se desempeñaba en el consultorio externo de Ginecología del hospital y que negó haberse enterado del parto de Raquel Negro, ni directamente ni por intermedio de terceros. La mujer defendió a la institución del Ejército: «Nunca vi nada, ningún movimiento raro de custodia, nunca», dijo. Y agregó: «Todos los internados, que yo sepa, estaban bien registrados, bien atendidos, tenían una atención muy buena».
Le siguió una enfermera de Terapia Intensiva del nosocomio, que aseguró no haber tenido contacto con los bebés cuando fueron internados en ese servicio, pero sí que algunos de sus compañeros le contaron sobre lo sucedido: «Recuerdo por comentarios que habían dicho que nacieron dos mellizos que estaban delicados de salud y que estuvieron unas horas y que fueron derivados al Sanatorio del Niño. Eran un varón y una mujer, todo por comentarios». No supo decir quiénes los atendieron, ni quién los recibió, ni quién los derivó.
Finalmente, otra ex empleada que al momento de los hechos trabajaba en consultorios externos del noscomio, también manifestó escuetamente haberse enterado, sólo por lo dicho de boca en boca, de una mujer detenida que tuvo familia en marzo de 1978.
“No sabía si eran embarazadas u obesas”
El militar retirado que declaró como testigo relató que se desempeñó en el laboratorio del Hospital Militar en 1978 y que sacar sangre a los pacientes internados era una de sus funciones. Aseguró que nunca tomó conocimiento de que estuvieran internadas personas a las que la dictadura llamaba “subversivas” y que tampoco tuvo contacto con embarazadas. “Nunca supe si la paciente era embarazada u obesa. A mí no se me notificaba si era un embarazo, era la paciente o el paciente”, indicó.
Afirmó que no se enteró ni se acuerda de un operativo militar de custodia de un paciente que le haya llamado la atención por involucrar a un personal de tropa más numeroso que lo habitual y se cuidó de no dar a entender que le pudo haber sacado sangre a alguien que estuviera secuestrado: aseguró que nunca vio a una persona encapuchada, atada o esposada; que “los pacientes se tapaban la cara porque le tenían miedo a la aguja”; que “estaban tapados con la frazada” y que él “únicamente descubría el brazo para la extracción”.
Sin embargo, reconoció que se enteró por lo que se decía “de boca en boca” del caso de los bebés: “No lo puedo negar. Escuché que habían nacido unos mellizos, nada más (…) Fue un hecho novedoso por ser mellizos. Que había fallecido uno de ellos, eso también llamó la atención, también de boca en boca. Era algo fuera de lugar, digamos, para un Hospital Militar”. Dijo no recordar qué se decía acerca de cómo había sido la supuesta muerte de ese niño, que no sabe qué pasó con el cuerpo, ni con el niño que quedó vivo, ni con la madre; ni qué nombre le pusieron las enfermeras a los recién nacidos por carecer de identidad. Sólo admitió que aquello “fue como un shock a nivel hospitalario”.
Fue entonces cuando, ante tantas respuestas negativas, la abogada Ana Oberlin –representante de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo– le preguntó si había recibido amenazas antes de la audiencia. La respuesta fue negativa. A pedido de la letrada, el Tribunal le recordó que estaba declarando bajo juramento de decir la verdad. “Son muchos años, son 33 años”, se defendió.
El IPP
Un pediatra que se desempeñó en Neonatología del IPP pero, según dijo, a partir de dos meses después de la internación de los hijos de Raquel, dejó en claro que aquellos acontecimientos debieron ser lo suficientemente extraordinarios como para que sean recordados por quienes los vivieron.
El profesional dijo que los registros de pacientes sin identidad o con identidad ficticia era algo completamente anormal, y consideró “raro” que estuvieran internados pacientes que no recibieran la visita de sus familiares.
Por otra parte, aseguró que una cardiopatía congénita severa, como la que supuestamente padecía el varón –según dijo el médico que lo atendió en el Hospital Militar, Alfredo Berduc– generalmente merecía una derivación al hospital Gutiérrez de Buenos Aires o algún otro de alta complejidad que en esa época existían en La Plata y en Córdoba, no al IPP.
Volverán a revisar a Constanzo
El Tribunal dispuso que el médico del fuero federal de Rosario corrobore nuevamente el estado de salud del represor Eduardo Costanzo, a fin de determinar si está en condiciones de prestar declaración testimonial. De ser así, se fijará una nueva fecha.
Ex integrante de la patota de Rosario, Costano dio detalles sobre el operativo de traslado de Raquel Negro hasta el Hospital Militar de Paraná, y señaló a los imputados Walter Pagano y Juan Amelong como los encargados de dejar a Sabrina en la puerta del Hogar del Huérfano en Rosario.
Costanzo tiene una diverticulitis aguda que le impidió declarar en la segunda semana del juicio.
7 Sep
Piden investigar si un militar se apropió del hijo varón de la desaparecida Raquel Negro
Los fiscales solicitaron al juez Gustavo Zonis que siga la hipótesis planteada por el represor Guerrieri, quien dijo que Paul Alberto Navone, que se suicidó en 2008, se quedó con el bebé de la detenida desaparecida que dio a luz en el Hospital Militar.
Alfredo Hoffman / Redacción de UNO
ahoffman@unoentrerios.com.ar
El juez federal de Paraná, Gustavo Zonis, evalúa por estas horas si sigue la pista arrojada por uno de los represores que es juzgado en la causa Hospital Militar, quien dijo en el tercer día del juicio que el militar suicidado Paúl Alberto Navone se habría quedado con el mellizo varón de la desaparecida Raquel Negro.
Desde la semana pasada, Zonis tiene en sus manos dos escritos presentados por los fiscales Mario Silva y José Ignacio Candioti, quienes le pidieron que investigue si esa versión tiene sustento o no, sobre todo porque Navone tiene un hijo nacido el 3 de noviembre de 1977. La fecha no coincide con el nacimiento de Sabrina Gullino y su hermano en el nosocomio de avenida Ejército, pero se sabe que en los casos de robo de bebés las fechas pueden ser adulteradas. Además, sí coincide con la fecha probable de parto de Graciela Susana Capocetti, también desaparecida.
El viernes 26, Pascual Oscar Guerrieri y Juan Daniel Amelong responsabilizaron a Paúl Navone del robo de los hijos de Raquel Negro. Navone es el militar de Inteligencia del Ejército que se suicidó de un disparo en la cabeza en febrero de 2008, el mismo día que debía prestar declaración indagatoria en la instrucción de la causa.
Como ex segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121 del Segundo Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario, Guerrieri buscó desligarse de los hechos adjudicando responsabilidad en el plan para la sustracción de los bebés al Destacamento 122 de Santa Fe –donde operaba Navone– con jurisdicción sobre Paraná. Y citó una presentación de abril de 2011 efectuada por un defensor oficial federal de Rosario, Germán Artola, relacionada con un supuesto correo electrónico en el cual el represor Eduardo Costanzo diría que Navone fue quien “ejecutó a Raquel Negro de un tiro en la cabeza” y quien “se habría quedado con el varoncito”.
Costanzo debe declarar como testigo en el juicio en las próximas semanas. Fue quien aportó a la Justicia el dato de que a la beba mujer la habían abandonado Amelong y Walter Pagano en la puerta de un convento de Rosario. Esa pista fue la que permitió encontrar a Sabrina Gullino a fines de 2008.
Luego de esa audiencia, los fiscales Silva y Candioti presentaron un escrito en la causa “NN López”, en la cual se investiga el destino del hermano de Sabrina y que tiene esa denominación porque así se lo registró en el Instituto Privado de Pediatría (IPP), adonde los niños fueron derivados desde el Hospital Militar. La presentación fue para que Zonis investigue la hipótesis y estuvo fundamentada en que en el legajo de Navone aparece que uno de sus hijos nació el 3 de noviembre de 1977, cuatro meses antes que los hijos de Negro. Le pidieron al juez la producción de prueba documental, como la partida de nacimiento.
Lo mismo solicitaron en la causa que investiga la apropiación del hijo de los desaparecidos Graciela Capocetti y Guillermo López Torres. Se estima que la mujer estaba embarazada de seis meses cuando fue secuestrada, en agosto de 1977, por lo cual el parto se habría producido en noviembre de ese año.
El momento
Graciela y Guillermo –junto a sus hijos Gustavo y Diego– fueron detenidos en el barrio Fisherton de Rosario en agosto de 1977 y desde entonces permanecen desaparecidos. Existen datos para suponer que Graciela fue trasladada al Hospital Militar de la capital entrerriana para dar a luz a un niño o niña que fue sustraído por los represores. Los hermanos, que tenían entonces 3 y 1 año, fueron devueltos a sus familiares y en 2009 se constituyeron como querellantes en Paraná.
6 Sep