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«El testimonio de Costanzo fue muy esclarecedor»

Así lo dijo Florencia Amore, abogada querellante en representación de Hijos, Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez, luego de la declaración de Eduardo Costanzo, ex personal civil de Inteligencia del Ejército quien señaló a los cinco militares imputados en la causa como los responsables del traslado de Raquel Negro a Paraná para dar a luz y la posterior sustracción de sus mellizos.

En comunicación con el móvil de la emisora, Amore remarcó que en el testimonio de Constanzo «quedó bien en claro que grado de participación tuvo cada uno de los imputados».

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http://www.lt14.com.ar/noticias/23788-el-testimonio-de-costanzo-fue-muy-esclarecedor.html

 

 

Historias del más acá: De tinieblas que se disipan

De tinieblas que se disipan, anuncia Hernán López Echagüe. Y continúa:

“Los militares latinoamericanos le brindaron a la palabra desaparición una magnitud desmesurada en nuestro vocabulario. Acaso ignoraban que, por sencilla derivación o consecuencia semántica, le estaban otorgando idéntico poder y tamaño a la palabra búsqueda. Desaparición remite a sombras, encierro y quietud; búsqueda, en cambio, a movimiento, intemperie, acción, y, como factible y lógica culminación, hallazgo”

* Fragmentos de “Palabras profanas”, por Hernán López Echagüe.

De senderos que se abren, arrojando algo de luz al fin. Algo. Entonces aparece. Aparecen. Como asomándose, en ese movimiento incesante así inevitable, reminiscencias que apenas uno puede percibir, se hacen carne. En movimiento. Y entonces una energía recorre el cuerpo, alguna sensación conocida, otra vez, permanece y escapa al mismo tiempo de cada recoveco. Y ahí el encuentro.

“La búsqueda y la evocación no tienen fecha de caducidad. El hallazgo tampoco”, otra vez resuena López Echagüe. Y así Sabrina, puede evocar en cada palabra, en cada pensamiento, en cada sensación, algo de ese movimiento, de esa energía que la hizo emerger. Que la hace emerger. Infinita. Hoy en Historias del más acá, la escuchamos.

 

[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/audio/historias-del-mas-aca.mp3|titles=Historias del más acá]

Micro emitido (17/04/2011) en Bárbaros 2011 por Radio Universidad Rosario, 103.3 mhz.

 

Sabrina me apareció, sí. Como de repente, asomando, en uno de esos momentos que uno casi nunca imagina, ni espera. Una sensación conocida, otra vez, recorriendo mis entrañas y el recuerdo de eso que dicen “al azar de los encuentros”.  Y de los cuerpos. De la sincronicidades y de las intensidades que uno deja pasar sólo en ese preciso instante, justo, nada más ni nada menos, así tan breve, y al fin conecta. Con algo. Haciéndose carne.

Podría decir, que algo parecido resultó mi encuentro con Sabrina. Aunque debo admitir que a esa altura ya no se trataba de una simple aparición, no lo creo.  A esa altura, ya había más cosas en juego, intentando hallarnos. Eso. Entonces nos hallamos. Las sincronicidades, otra vez.

Lejana su voz por teléfono, esta vez sabía que sería distinta. Cómo imaginar sus gestos, sus movimientos, las expresiones que irían mutando su rostro deviniendo en una emoción nueva a cada momento. Con cada palabra. Con cada fragmento relatado. Cómo. Pero uno nunca sabe.

Lentamente, decidí acomodarme en la silla del escritorio, cerré las puertas para que nadie se entrometiera en la ocasión y la llamé. Así nomás.
Sabrina parecería sonreír todo el tiempo, o al menos es lo que voy percibiendo lentamente, después de cada oración, de cada susurro intentando esquivar la distancia a través del tubo del teléfono. Su tono suave, de a poco se anima a ir soltando las primeras palabras, aunque aún se la presiente movediza, como de no saber qué es lo que va a suceder: “¿Las preguntas van a salir grabadas?”, me pregunta ansiosa y con algo de incertidumbre. Es que yo tampoco sé muy bien que va a ocurrir. “No, no” le respondo, apaciguándola, así ella “Entonces me presento”, firme y segura y se anuncia al fin.

“Mi nombre es Sabrina Gullino Valenzuela Negro, yo recuperé mi identidad en diciembre del 2008, vivo en Rosario, soy hija de Tulio Valenzuela y Raquel Negro”,  esas son sus palabras exactas, claras, las que bastan para dar cuenta de ese pequeño e inmenso al mismo tiempo, fragmento de historia que le ha sido arrebatado alguna vez. Fresca se la escucha, mientras comienza a contarme un poco más acerca de todo ese descubrimiento que no hacía mucho había comenzado: “A mí me adoptaron mis papas Gullino, me crié en Villa Ramallo, y siempre supe que era adoptada. Era una familia muy sencilla, por ahí cuando tenía dudas sobre de dónde venía, pensaba en toda las historia de los nietos restituidos y no daba el perfil de mis viejos como apropiadores, entonces fui como pateando siempre para delante esa duda hasta que a fines del 2008 decido llamar a Abuelas, me comunico con Iván Fina para que me de la entrevista para hacerme un ADN. Resulta que paralelo a eso, hacía cinco años, en la provincia de Entre Ríos, en Paraná, se estaba llevando a cabo una investigación, la causa Hospital Militar de Paraná, que es una causa que se eleva a juicio oral y público este año. Y en ese cruce de casualidades y causalidades, justo la misma semana que yo había llamado a Iván para hacerme el ADN, es que me llega una citación y bueno, viajo a Paraná para hacerme el ADN y resulta que sí, después de esperar 20 días los resultados, era hija biológica de Tulio Valenzuela y Raquel Negro, dos militantes montoneros que fueron secuestrados el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata, cuando mi mamá estaba embarazada de mellizos, o sea estaba yo en la panza y un hermano varón que ahora nosotros estamos buscando. Y en ese lugar en Mar del Plata también estaba mi hermano Sebastián.”

donde está el sol,
luz vertical,
arde la tierra
preñada de sal

La historia que me cuenta Sabrina me resulta increíble, en cada partecita. Mientras avanza, con esa magia, como cautiva sólo puedo permanecer con el teléfono en la mano, asombrada, quieta y sin palabras. Mil pensamientos al mismo tiempo y emociones que no sé muy bien por dónde hacer escapar. Cómo, otra vez me pregunto por dentro, insistente vuelvo; cómo poder imaginarme, apenas algún gesto, su sonrisa, su serenidad con la que me relata de a poco esa importante parte de su vida.

Entonces retorno a su infancia y con ello, a los comienzos de la búsqueda. Es que quiero saber algo más acerca de cómo había sido ese proceso, esas primeras dudas que la habían arrojado a tomar la decisión. Ese tramo del camino que la fue arrimando hacia su historia, su identidad, sus raíces. “Yo crezco en Villa Ramallo, y tengo una vida en un pueblo, así con muchos amigos… cuando paso la secundaria, bueno, uno va teniendo así como más idea sobre el terrorismo de estado, sobre todo en la universidad. Estudié Comunicación Social en Rosario y estaban los chicos de H.I.J.O.S, el tema de la dictadura se hace más conocido cuando estudias y yo ahí me empiezo a preguntar si seré hija de desaparecidos…”

Naturalmente Sabrina me cuenta que así como cualquier niño pregunta a su madre sobre el momento del parto, ella preguntaba, casi inocentemente a sus padres adoptivos, cómo había sido el proceso de su adopción y cómo la había ido a buscar en ese entonces. Sus palabras me resuenan, intensas, otra vez. Esa fortaleza y esa convicción que respalda y acompaña cada evocación, a sus padres, a su infancia, a sus momentos de incertidumbre.

“Las dudas siempre están, pero por ahí, estar en una familia que te dio todo, que te trató con la verdad… También es como que todo se fue basando sobre la verdad, no hubo una cosa oscura con la adopción, con nuestra adopción y la de mi hermana. Siempre fue una familia unida y eso fue un tema charlado sobre la mesa, con chistes… Entonces cuando yo dije, esto es algo pendiente, lo voy a hacer porque no puede ser que no lo haga, ahí se cruzó la información, se cruzó mi deseo de hacerlo y una fuerza de todo un movimiento y una búsqueda que había empezado mi hermano en el 2005 en el registro único de la Verdad, ahí en Paraná”.

con su color,
de eternidad,
tejen la vida
y un viejo telar

Luego de idas y vueltas, reminiscencias que van brotando de a poco, Sabrina me comienza a narrar el encuentro con su hermano mayor, Sebastián. Evidentemente las acciones fueron perfectas, por cierto, cada vestigio fue encajando, fue componiéndose como piezas de rompecabezas y así uno piensa entonces que no le caben a la palabra hallazgo, a la palabra encuentro, todas estas cosas. Estos afectos. Uno nunca sabe.

“Qué haces negrita” ese fue el saludo de su hermano Sebastián, primer acercamiento, luego de tanta ida y vuelta. De tanta espera. Y entonces con gracia y esa sonrisa que parece entreverarse con su voz, Sabrina eternamente retorna a cada momento de aquél instante:

“Queres que nos conozcamos… venite a mi casa, pero vení vos solo, porque me imaginé que iba a venir con un montón de personas, imaginate…” me dice alborotada y sigue: “Cuando iba caminando por el pasillo, pensaba, es la primera vez que voy a ver a alguien de mi sangre, alguien que puede ser parecido a mí, eso no me lo voy a olvidar nunca, era la primera vez que lo veía… me trajo un montón de fotos y hablaba rápido, rápido y yo lo miraba porque no escuchaba lo que me decía…” otras vez su risa, que puedo notar en la distancia, me contagia aquella energía que anda el cuerpo cada vez que nombra a su querido hermano.
Encontrarse con esa historia, con sus orígenes, con su pasado significaba también encontrarse, hallarse con nuevas emociones, con su misma sangre, con otros apellidos, con otros nombres, otras palabras, por cierto, con otros recuerdos, mil anécdotas, mil sensaciones. Y así me relata cómo fue conectando con toda esa parte de la familia, que nunca había conocido. Que estaba, seguro, en alguna parte de la tierra, pero que recién ahora ella es consciente de que todo aquello existe.  En San Juan, en Santo Tome, los hermanos de sus viejos, los tíos, primos.

pueblo cantor,
donde el dolor,
del la vidala
desangra su voz

De la esperanza, de la convicción, de la fortaleza, de la ilusión inconmensurable que la acompaña día a día a Sabrina, en la búsqueda de su hermano mellizo. Y me cuenta de ese modo, el juicio oral que comienza este año en la causa del Hospital Militar de Paraná, y toda la investigación que comenzará sobre lo que respecta a maternidad clandestina. “Decir que lo estamos buscando y poder saber algo sobre el paradero del melli”, es lo único y principal que continua destacando Sabrina en el relato.

Me animo a preguntarle entonces que piensa sobre la palabra hallazgo, que significado contiene para ella, o qué cosas intervienen en semejante expresión. Ella no para de iluminarse, es que en verdad casi todas las personas hablan siempre de su “aparición” así, de repente.

“Esta buena esa palabra”, me dice sobre el hallazgo, como confortándose, confortándome. “Siempre dicen en realidad que yo les aparezco a los otros, y yo a veces siento que para mí es al revés, por todo lo que encontré. Es una energía, una vorágine de información, no es un proceso fácil… espero estar a la altura de todas las circunstancias que tienen que ver con reivindicar la lucha de mis viejos, de acompañar a mis hermanos en la búsqueda del otro melli. Estar a la altura de todos los otros compañeros que fui encontrando y que fui conociendo, que fui compartiendo este momento de mi vida, con los chicos de H.I.J.O.S, las personas del espacio de Juicio y Castigo, de APDH, de familiares… Para mí el hallazgo también es eso, todo lo que se me suma y también es el peso o las responsabilidades de acompañar… Yo pude participar de esa instancia de justicia porque durante 34 años hubo un montón de personas, las abuelas, las madres, que se pusieron esto al hombro y con un montón de fuerza y de valor y no en un momento propicio como el que estamos viviendo ahora nosotros, como es el tema de los derechos humanos; y ellos empezaron a luchar por saber donde estaban sus hijos”.

Creo que sus palabras son más que suficientes, claras, transparentes. Sabrina habla de un alivio, de la tranquilidad que hoy siente aunque aún le resulta difícil poder dar cuenta y visualizar todo esto que le sucedió, que le sucede: “Es como que te centra en el mundo tener toda la información, saber de dónde venis, porque te gustan tales cosas, o no te gustan tales otras… es completar un capítulo fundante que me faltaba, ahora lo tengo y eso modifica todo el devenir de mi historia personal”.

“Alivio” otra vez, desacoplan sus labios. Y continúan diciendo que no importa si son pequeñas o grandes las dudas que pueda tener uno, sino que hay que jugarse, animarse y tomar la decisión para alcanzar la verdad. La verdad. Como lo hizo ella: “A veces resulta un  camino doloroso, pero a la larga siempre hace bien…”.
Nuestra conversación va terminando, creo que está todo dicho. Cómo imaginar sus gestos, sus movimientos, sus emociones. Otra vez. Cómo poder transmitir apenas algo, de lo que siente, de lo que voy sintiendo yo al mismo tiempo. La palabra hallazgo, definitivamente no le cabe. Imposible abrazar todos los encuentros, los recuerdos, las emociones, los afectos, las pequeñas historias con las que fue conectando Sabrina. Sólo espero, puedan percibir apenas un atisbo, algo, de lo que siente, de lo que voy sintiendo.

 

Sabrina Gullino. Entrevista en Radio Universidad Rosario 103.3

[audio:http://mesajuicioycastigo.com.ar/audio/sabrina-gullino.mp3|titles=Entrevista en radio Universidad]