SU IDENTIDAD COINCIDE CON EL LISTADO QUE TIENE EN PODER EL ARCHIVO DE LA MEMORIA

Un ex miembro del Batallón 601 de Inteligencia que operó en Entre Ríos durante la dictadura es Juez de Paz en Corrientes

Martes 9 de agosto de 2011

A partir de hacerse públicos los listados de los PCI (Personal Civil de Inteligencia), que operaban para el temible Batallón 601 del Ejército entre los años 1976 y 1983, durante la dictadura oligárquica militar, muchas son las sorpresas que han salido ya a la luz. Una vez más la realidad supera la ficción, cuando un llamado de uno de los integrantes de HIJOS Paraná a Diario del SUR Digital, puso en conocimiento que, Arturo Raúl Chiyah, ex miembro del Batallón 601 de Inteligencia que operaba en Entre Ríos en los tiempos de plomo, se encuentra actualmente cumpliendo funciones como Juez de Paz en la provincia de Corrientes.

La Paz sea contigo

Salvo que existan documentos mellizos, Diario del SUR Digital, pudo constatar que Arturo Raúl Chiyah, con D.N.I. Nº 11.128.763, figura en el largo listado de los PCI (Personal Civil de Inteligencia) que tiene en su poder el Museo Nacional de la Memoria, es la misma persona que actualmente cumple funciones como Juez de Paz, en la localidad de Alvear, provincia de Corrientes.

Pero esta especie tiene la particularidad que, el mencionado ex agente de Inteligencia del Batallón 601, operó en nuestra provincia entre los años 1976 y 1983, por lo cual se presume, que tenga conocimiento y responsabilidad, sobre algunas de las desapariciones de ciudadanos entrerrianos.

Maquinaria de muerte

Se recuerda que el Batallón de Inteligencia 601, que dependía de manera directa del G2 y del Comandante en Jefe del Ejército, fue el corazón del sistema represivo; desde y hacia él fluyó de manera constante toda la información de inteligencia utilizada para llevar adelante el plan de exterminio, pero fue responsable además de la implementación del mismo y tuvo el control operativo, actuando como coordinador de los distintos Grupos de Tareas a través de su Central de Reunión.

Aportó por otra parte los «especialistas» en interrogatorios, cuya habilidad para extraer información en la mesa de torturas les hizo ganar la admiración de sus jefes: «Gracias a ellos se ganó la guerra«, declaró el represor Santiago Omar Riveros -responsable del Centro Clandestino El Campito y de la maternidad de Campo de Mayo donde se practicaba el robo sistemático de bebés-, condenado a perpetua por el asesinato del adolescente Floreal Avellaneda.

La totalidad del Personal Civil de Inteligencia (PCI) que revistaba en el organismo, unos 800 lo hacían como Agentes de Reunión y Agentes de Producción, que eran quienes se infiltraban en sindicatos, universidades, y organizaciones políticas y sociales para recabar información.

Los encargados de analizar y clasificar estos informes eran los Agentes de Apoyo y Procesamiento, 475 en total, repartidos en distintas especialidades: agentes, asesores generales, asesores informáticos y asesores universitarios. Estos últimos eran en su mayoría docentes que monitoreaban los contenidos académicos en busca de posibles «mensajes subversivos» camuflados. Se los consultaba además sobre las distintas actividades estudiantiles que se desarrollaban en sus universidades. La información clasificada era la base sobre la cual se definían los «blancos» para los Grupos de Tareas.

Por último estaban los Agentes de Seguridad, el grupo más numeroso con alrededor de 900 hombres, que podían ser eventualmente utilizados en los operativos. Algunos de ellos se encuentran acusados por delitos de lesa humanidad y también por crímenes comunes.

Si bien el Batallón 601 fue en teoría disuelto en diciembre de 1985, en realidad siguió funcionando bajo el nombre de Central de Reunión de Inteligencia Militar (CRIM). La purga realizada por el gobierno de Alfonsín alcanzó sólo a los estamentos más directamente comprometidos y la mayor parte de los PCI del 601 continuaron realizando en democracia informes de inteligencia para las fuerzas armadas.

Aunque algunos de ellos fueron dados de baja durante el menemismo por recortes presupuestarios, el grueso -alrededor de 500- recién pasaría a retiro a principios de 2000, cuando acuciado por nuevos recortes en el presupuesto -esta vez del gobierno de De la Rua-, el general Brinzoni se vio obligado a terminar de liquidar los remanentes del ex 601 y a poner en venta su edificio de Callao y Viamonte. Un edificio que, como una premonición que nadie supo o alcanzó a ver, había albergado en la década del ‘50 el cadáver secuestrado y desaparecido de Eva Perón.

http://www.diariodelsurdigital.com.ar/spip.php?article3247