Más testigos apuntaron al «Moscardón Verde» Rodríguez como autor de torturas.
En el tercer día de testimoniales, Hugo Angerosa y Jorge Felguer dieron sus versiones de los hechos de los que fueron víctimas en 1976, a manos de la Policía Federal de Concepción del Uruguay. El tercer testigo, José Peluffo, podría ser investigado por falso testimonio.
Se desarrolló la tercera jornada de testimoniales en el juicio por la Causa Harguindeguy, en la que se investigan delitos de lesa humanidad cometidos en Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y Concordia durante la última dictadura militar.
Hoy declararon tres testigos, en el marco de la Causa Nº 1.960/10, en la que están procesados los imputados en juicio: Albano Harguindeguy, Francisco Crescenzo, Julio César Rodríguez, y Juan Miguel Valentino, quienes actualmente se hallan cumpliendo prisión domiciliaria por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Concepción del Uruguay.
El primero en declarar fue Hugo Emilio Angerosa, quien fue secuestrado y torturado en 1976, y hermano de dos desaparecidos, Daniel y Blanca Angerosa.
Ante el Tribunal integrado por Lilia Carnero (presidenta), Roberto López Arango, y Noemí Berros, el testigo relató los acontecimientos previos a su detención ilegal. Hugo, que en 1976 contaba con 24 años de edad, era comerciante en la ciudad de Gualeguaychú y vivía con sus padres y hermanos.
“Yo llevaba una vida normal, me dedicaba a mi negocio. Un par de años antes, había prestado servicio obligatorio en el Ejército. La noche del 18 de febrero de 1976, me encontraba cenando, cuando llaman a la puerta, y mi madre me avisa que era la Policía. Abrimos y entró (Julio César) Rodríguez, vestido de civil, acompañado por suboficiales del Ejército. Revisaron toda la casa, con un total atropello, andaban por los techos, nos revisaron hasta la heladera. Yo conocía a algunos de los suboficiales que estaban en el allanamiento, porque poco tiempo antes habían sido compañeros míos en el Ejército. Cuando preguntamos a qué se debía todo eso, nos muestran una orden de allanamiento contra mi hermano Daniel”, señaló.
Daniel Angerosa tenía 25 años, se había recibido de médico en Córdoba y militaba en el Movimiento Villero Peronista y la JP. Estaba casado y tenía un hijo de cuatro meses. Hacía poco había vuelto a Gualeguaychú, para radicarse en su casa paterna con su esposa y el bebé. Fue secuestrado el 17 de febrero de 1976, en la ciudad de Santa Fe, adonde había viajado para hacer una especialización en Gastroenterología.
“La esposa de mi hermano se encontraba allí en ese momento, y le dijeron que su marido estaba detenido en Santa Fe. Después tipearon y nos dieron un informe sin firma, en el que dejaban sentado que el allanamiento había sido negativo. No sé qué buscaban, porque en casa jamás hubo armas. Llamamos a la casa de una prima nuestra, que vivía en Santa Fe, y a cuya casa había ido a parar mi hermano mientras hacía los trámites para inscribirse en la especialización. Ella nos dijo que él había almorzado con ella, que durmió una siesta, después salió y no volvió. Entonces fuimos a preguntar al Regimiento de Gualeguaychú, donde nos atendió el jefe, (Juan Miguel) Valentino, y el subjefe, (Gustavo) Martínez Zuviría, quienes nos confirmaron que mi hermano estaba detenido en Santa Fe. Así que al día siguiente viajamos a Santa Fe con mi madre; fuimos a la Jefatura de la Policía, al Senado -porque en aquella época todavía Isabel Martínez era presidenta- y al Segundo Cuerpo del Ejército, pero nos dijeron que no estaba allí y que no había orden de detención”, explicó.
Después de hacer gestiones sin ningún resultado en la provincia vecina, Angerosa y su madre regresaron a Gualeguaychú, donde volvieron a entrevistarse con Valentino, quien esta vez les negó haberles informado que Daniel estaba detenido en Santa Fe: “Valentino se enojó mucho cuando le pedí que entonces me haga una carta con un membrete del Ejército, en donde diga que se hace cargo del allanamiento de mi casa”
Tiempo después, una noche de septiembre de 1976, personal del Ejército golpea nuevamente a la puerta de la familia Angerosa, esta vez se llevan detenido a Hugo, bajo una orden librada por el cuerpo castrense. “Me subieron a un Torino y me llevaron al Regimiento. Me dejaron en una habitación, allí me acosté y al día siguiente me trajeron el desayuno. Un suboficial amigo mío, de apellido Ríos, venía a visitarme y me dijo que me iban a hacer una averiguación de antecedentes, pero que dentro de unos días me iban a trasladar”, relató.
Días después, a altas horas de la noche, el Moscardón Verde Rodríguez irrumpió en la sala donde estaba detenido Angerosa, y sin darle tiempo a nada, le vendó los ojos, lo esposó y lo introdujo en un Falcon. “Me pusieron en el piso del auto. Uno de los que acompañaban a Rodríguez me dijo ‘cantá, o vas a desaparecer como el hijo de puta de tu hermano montonero’. Me acusaban de ser el segundo al mando de Montoneros, que hacía poco habían tomado un Regimiento en Formosa. Yo les dije que nunca había estado en esa provincia, entonces me pegaron un cachetazo”, recordó.
Según el relato del testigo, el viaje en auto duró poco más de una hora. Al llegar a destino, lo hicieron descender del auto y lo llevaron a una habitación. “Menos mal que me había acostado vestido, porque no me dieron tiempo a nada, ni siquiera a ponerme un pulover. Hacía mucho frío y yo tenía nada más que una camisa”, señaló y luego añadió que en el baúl del Falcon traían a otra persona.
“Poco después, supe que era (Jorge) Felguer, a quien llamaban El Ruso. Esa misma madrugada, a él comienzan a torturarlo salvajemente, yo escuchaba cómo lo picaneaban y lo golpeaban. Después me agarraron a mí, me picanearon y me preguntaban por los hermanos Martínez Garbino, por Aldo Bachetti, y por otras personas que yo conocía, pero con las que no tenía mucha relación. A Felguer y a mí nos tuvieron como 3 o 4 días sin comer ni tomar agua, sin abrigo, sin dejarnos dormir. Yo perdí la noción del tiempo, ya no sabía si era de día o de noche, porque estuve todo el tiempo vendado”, precisó, y dijo que supo que estaba en Concepción del Uruguay porque “cerca se escuchaban ruidos de oficina, en un momento sonó el télefono y atendieron diciendo ‘Policía Federal de Concepción del Uruguay’”.
Algunos días más tarde, sus torturadores les dijeron que sabían que no eran subversivos, y que los iba a liberar, pero que no denunciaran lo que había ocurrido, “sino íbamos a ser boleta”.
“Me metieron nuevamente en el Falcon, y a mitad de camino, me hacen subir a la parte trasera de un camión. Después llegamos nuevamente al Regimiento del Ejército de Gualeguaychú, y me dejan en la misma habitación en la que estaba antes. Me tuvieron que sacar la venda con nafta, porque estaba muy pegada. Al otro día me hicieron bañar, afeitarme y me dieron de comer. Después vino a revisarme un médico, Juan Antonio Zaccaría, que me dijo que no tenía marcas en el cuerpo, pero que estaba muy deteriorado. Allí me dejaron detenido varios días más, me daban de comer y me hacían bañar todos los días”, contó Angerosa.
El 11 de octubre, el suboficial Pascual lo buscó y lo trasladó a su casa. El testigo señaló que luego de ser liberado tuvo que hacer tratamiento psicológico durante varios años, y que perdió muchos clientes, porque todos creían que “andaba en algo raro”. El momento más conmocionante de su declaración, fue cuando se refirió a sus hermanos: “Por suerte, yo hoy estoy acá y la puedo contar. Pero mis hermanos están desaparecidos. Y a mi hermana Blanquita la tenían en El Vesubio, estaba embarazada y le robaron el bebé. Solamente espero que se haga justicia”.
Después de declarar, el testigo reconoció a Rodríguez y a Valentino.
Luego de un cuarto intermedio, fue el turno de Jorge Felguer, quien también prestó declaración. El segundo testigo tenía 21 años cuando fue detenido en Villaguay, donde hacía el servicio militar obligatorio en el Ejército.
Felguer fue militante en la UES durante la secundaria y había sido víctima de persecusiones políticas. Días previos a su detención, su casa había sido allanada. A mediados de septiembre de 1976, personal del Ejército lo subió a una ambulancia en el Regimiento de Villaguay, le vendaron los ojos y luego lo introdujeron en el baúl de un Falcon.
Lo trasladaron a Concepción del Uruguay, donde fue sometido a fuertes torturas en la Policía Federal -tal como lo había relatado Angerosa. Al cabo de unos días, lo trasladaron al Regimiento de Gualeguaychú, y más tarde lo llevaron a Concordia, donde lo dejaron en libertad, tras dos meses de detención. En esa localidad, terminó de prestar el servicio militar obligatorio y una vez pudo ver al dragoneante Jorge Emilio Papetti, que actualmente se encuentra desparecido.
En su declaración, señaló que nunca antes había podido hablar de lo ocurrido. “Espero que mi testimonio sirva para los argentinos porque estas cosas no pueden volver a pasar, y para las nuevas camadas de militares, para que entiendan que la impunidad no es eterna. Ellos fueron idiotas útiles, al servicio de gente que hoy no está siendo juzgada”, concluyó. El testigo no reconoció a ninguno de los imputados, ya que estuvo vendado todo el tiempo que estuvo en Concepción del Uruguay y no pudo ver a sus torturadores en ningún momento.
Posible falso testimonio
Tras la declaración de Felguer, llegó el turno de José Peluffo, quien habría incurrido en contradicciones o habría faltado a la verdad, según se indicó desde la querella. Fue por eso que el abogado Rubén Pagliotto solicitó que se envíe copia de su declaración a la Fiscalía Federal en turno, a fin de que se proceda en consecuencia ante lo que consideró el «flagrante delito de falso testimonio».
Peluffo estuvo detenido junto a los estudiantes secundarios de Concepción del Uruguay secuestrados en julio de 1976, pero a diferencia del resto dijo no haber visto a los imputados Crescenzo y Rodrìguez. Tampoco dijo haber visto ni conocer a los cautivos que dijeron haberlo visto a él, excepto a dos.
Este testigo ingresó al año siguiente, en 1977, a las filas de la Policía de Entre Ríos, de la que se retiró quince años después.
Imprimir artículo | Este artículo fue publicado por admin el 20 abril, 2012 a las 12:38, y está archivado en Crónicas, del recinto, Notas en medios, provinciales. Sigue las respuestas a esta entrada a través de RSS 2.0. Puedes dejar un comentario o enviar un trackback desde tu propio sitio. |