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Declararon los hermanos Jaime y Emilio Martínez Garbino.

Los testigos relataron las circunstancias en que fueron detenidos y torturados. Ambos señalaron al fallecido capitán Martínez Zuviría como “cerebro de la represión” en Gualeguaychú.                

Ayer, se reanudaron las audiencias de la Causa Harguindeguy que investiga delitos de lesa humanidad, cometidos durante la última dictadura cívico militar en Entre Ríos. En el marco de tercer tramo del juicio, denominado Área Gualeguaychú, brindaron su declaración testimonial los hermanos Jaime y Emilio Martínez Garbino, que fueron detenidos en octubre de 1976.

En esta parte del proceso están imputados el exministro de facto, Albano Harguindeguy; al mayor Juan Miguel Valentino -exjefe del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada II de Gualeguaychú-, el exjefe de Sección en esa unidad militar, Santiago Kelly del Moral; y los policías Juan Carlos Mondragón y Marcelo Alfredo Pérez.

Tras una demora de casi dos horas, la audiencia en el Tribunal Oral Federal de Paraná comenzó con el testimonio del exdiputado nacional del PJ y exministro de Salud, Jaime Martínez Garbino.

En el inicio de su testimonio, el exfuncionario relató su actividad previa a su detención, para contextualizar los hechos. De acuerdo a su testimonio, en 1975 vivió en Goya (Corrientes), donde se desempeñó como abogado del movimiento de Ligas Agrarias de esa provincia, que luchaba por la reivindicación de los derechos de los campesinos minifundistas. Ya en ese tiempo, Martínez Garbino comenzó a sufrir persecusiones, por lo que en 1976 volvió a Gualeguaychú, su ciudad de origen. Allí, era un activo militante de la izquierda peronista.

“El 24 de marzo del 76′ detuvieron a varias personas y me fueron a buscar a la casa de mi padre, donde yo vivía con mi mujer y los dos hijos que teníamos en ese entonces. Rodearon la casa y golpearon dos puertas. En una, los atendió mi padre, y habló con (Juan Carlos) Mondragón, al que conocía. Por la otra puerta, los atendió mi hermano Guillermo, que discutió con ellos. Yo estaba adentro, y creo que fue mi hermano Emilio el que me dijo ‘quedate adentro, escondete que te buscan’”, relató.

En esa oportunidad, no consiguieron detenerlo, por lo que su padre hizo contacto con amigos para que alojaran a Jaime durante un tiempo. Así se mantuvo aislado y en la clandestinidad durante dos meses y medio. Luego, el general Catussi -conocido de su padre-, a través de gestiones de su familia, le mandó a decir que “saliera, pero que hiciera ‘buena letra’”. Así fue que en agosto, Jaime volvió a su vida normal y comenzó a trabajar en el estudio jurídico familiar.

Pero, la noche del 27 de octubre, efectivos policiales acompañados por el segundo jefe del Regimiento de Gualeguaychú, capitán Gustavo Martínez Zuviría, llegaron a su domicilio para detenerlo. “Martínez Zuviría estaba de civil. Ese día, más temprano, yo lo había visto dando vueltas cerca de mi casa. Llegaron y nos llevaron detenidos a Emilio y a mi”, explicó.

Sin brindar explicaciones y sin orden de detención, los captores llevaron a los hermanos hasta la Jefatura Departamental de Gualeguaychú y, a la mañana siguiente, los trasladaron al Regimiento, donde quedaron alojados en celdas separadas, en la cuadra donde normalmente dormían los soldados. De acuerdo con el testimonio de Jaime, allí permanecieron 10 días, junto a otro detenido, Raúl Ingold.

“Una noche, nos sacaron de las habitaciones y nos picanearon, nos golpearon e hicieron un simulacro de fusilamiento. Luego nos volvieron a llevar a nuestras respectivas celdas. Al día siguiente, nos llevaron a la Unidad Penal de Gualeguaychú, donde había varios presos políticos”, entre los que mencionó al exgobernador Enrique Cresto, y al ex primer mandatario santafesino, Jorge Obeid, entre otros.

En el penal, ambos hermanos permanecieron detenidos hasta comienzos de 1977, apenas comunicados con su familia,con la que se contactaban a través del sacerdote Juan Fortunato. En enero de ese año, Jaime fue trasladado solo a una celda de aislamiento. A la noche, el jefe de Seguridad del servicio penitenciario -de apellido Queirolo y conocido de los Martínez Garbino- le avisó que lo iban a venir a buscar desde el Ejército. Lo vendaron, lo subieron a la parte trasera de un vehículo, y lo llevaron a un lugar desconocido.

“Por los sonidos, creo que era cerca del Aeroclub. Me pusieron en una cama de metal, los pies atados con alambres y las manos esposadas”, dijó, y agregó que lo torturaron con picanas, a la vez que lo interrogaban sobre su actividad con las Ligas Agrarias. “Me preguntaban cosas muy puntuales, así que creo que había gente de Corrientes a participar de las sesiones de tortura”.

Asimismo, señaló que en ese acto “estuvo involucrado Martínez Zuviría, que para nosotros era el cerebro de la represión en Gualeguaychú, si bien (Juan Miguel) Valentino era el Jefe del Ejército. Y, en el caso de (Santiago) Kelly Del Moral, por la forma en que lo nombraban, creo que era uno de los que me torturaban”. Jaime acotó que estuvo vendado todo el tiempo, por lo que no pudo ver a sus torturadores, pero conocía de vista a Kelly del Moral y, por su contextura física, intuía que fue el imputado quien en una oportunidad caminó sobre su cuerpo. Además, dijo que en una ocasión, lo amenazaron diciéndole “si te hacés el vivo, podemos hacer con vos lo que hicimos con Dezorzi”, en mención a Oscar Dezorzi, quien meses antes había sido detenido y desaparecido.

Luego de aproximadamente tres días de intensa tortura, lo llevaron de regreso a la Unidad Penal, donde estuvo alojado en una celda de castigo durante 20 días, tras lo cual lo llevaron al pabellón habitual. En ese tiempo, le permitieron recibir una breve visita de su esposa quien, un mes antes, había dado a luz a su hija Milagros, a la que Jaime todavía no había podido conocer.

En marzo, personal del Ejército llegó para llevarse en un colectivo a todos los presos políticos. En un colectivo, fueron trasladados hasta el Aeroclub, donde los hicieron abordar un Hércules que los llevaría hasta Resistencia, Chaco. Viajaron esposados, y no se les permitía levantar la vista. Tras una escala en Paraná, donde supuestamente buscaron a más detenidos, llegaron a destino.

El primer día, fueron a paral a la Alcaidía, donde fueron sometidos a fuertes golpizas, y luego los llevaron a la Unidad Penal de Resistencia, donde los alojaron en el Pabellón 4. “De ese tiempo, rescato el nivel de organización que teníamos los presos políticos. En forma clandestina, estudiábamos, organizábamos charlas sobre diversos temas, nos pasábamos información a través de la lengua de señas. A algunos compañeros tucumanos, se les enseñó a leer y escribir. Si no fuera por eso, nos habríamos vuelto loscos”, manifestó Jaime.

Luego de algunas anécdotas, prosiguió con el relato de los hechos. Señaló que a su hermano y a otros presos los liberaron unos meses después. Luego, el 28 de mayo de 1978, fue su turno y el de Víctor Ingold, que fueron llevados en avión a Paraná, y luego derivados al Comando de Comunicaciones, ahí lo dejaron en libertad bajo vigilancia, por lo que cada dos meses debía presentarse ante la Jefatura Departamental de Gualeguaychú.

Un relato paralelo
A su turno, el excandidato a intendente de Gualeguaychú, Emilio Martínez Garbino brindó un testoimonio que coincidió perfectamente con el de su hermano.

Sin embargo, relató que meses antes de su detención, había vuelto a la ciudad después de vivir diez años en Buenos Aires, donde era un activo militante peronista en la universidad. Además, se desempeñaba como como funcionario judicial, junto a la actual integrante de la Corte Suprema, Carmen Argibay. Esos serían los motivos por los que se ordenó su detención.

En su testimonio, relató que fue golpeado en una oportunidad cuando, estando alojado en la Unidad Penal de Gualeguaychú, fue retirado en auto por personal del Ejército. “Nos llevaron alo que -creo- era una casa. Yo estaba encapuchado en la parte de atrás de un Falcon En el baúl iba otra persona, calculo que era mi hermano o quizás Ingold. A llegar al lugar, lo sacan y me meten en el baúl a mi. Estuve así unas siete horas, el auto entraba y salía del lugar. Cuando me sacaron, me sentaron atrás, y el que iba al lado mío me golpeaba en distintas partes del cuerpo y me interrogaba sobre personajes y situaciones que ocurrían en Gualeguaychú. Yo no sabía nada, porque hacía poco que había vuelto”.

Por otra parte, recordó que cuando lo trasladaban desde Gualeguaychú a Chaco, pudo ver a Kelly Del Moral, ya que en un momento se le corrió la venda que le cubría los ojos y pudo ver al militar, a quien conocía del ambiente futbolístico de la ciudad.

En Chaco, estuvo detenido hasta el 24 de diciembre de 1977. Él y otros detenidos entrerrianos fueron dejado en libertad en esa ciudad, sin que nadie diera aviso a sus familias.

Gracias al obispo de esa ciudad, que les facilitó dinero, y a un guardia del Ejército que les ayudó a llegar a la Terminal de Ómnibus y abordar el colectivo sin documentos, pudieron regresar a la provincia.

Luciana Actis/ De la Redacción de UNO

http://www.unoentrerios.com.ar/laprovincia/Causa-Harguindeguy-Declararon-los-hermanos-Jaime-y-Emilio-Martinez-Garbino-20120816-0028.html

 

El juicio a Harguindeguy se inició con un imputado ausente

En la primera audiencia de debate, Díaz Bessone no compareció porque lo fueron a buscar a un domicilio equivocado. Mañana evaluarán su estado de salud por videoconferencia. La militancia se movilizó al Juzgado.

Alfredo Hoffman
De la Redacción de UNO

La incertidumbre de las últimas horas sobre si Ramón Genaro Díaz Bessone será juzgado o no en la causa Harguindeguy, debido a sus alegados problemas de salud, no se disipó en la jornada inaugural del juicio oral y público por crímenes de lesa humanidad cometidos en la costa del Uruguay. Recién mañana, mediante videoconferencia y con la intervención de peritos de parte, el Tribunal Oral Federal de Paraná resolverá al respecto. A esto se sumó ayer un confuso episodio basado en un error en la dirección donde el excomandante del Segundo Cuerpo de Ejército cumple arresto domiciliario,  lo que hizo que no se lo pudiera ubicar hasta el final de la audiencia.

Díaz Bessone no estaba en el departamento de Buenos Aires donde lo fue a buscar el Servicio Penitenciario Federal para trasladarlo a la sede del Consejo de la Magistratura, donde compartiría con el exminsitro del interior de la dictadura, Albano Harguindeguy, el privilegio de seguir las alternativas del debate a través de una comunicación a distancia. Por este motivo el Tribunal que preside Lilia Carnero ordenó el allanamiento de la vivienda y la detención del represor. Horas después se corroboró que, en realidad, ahora reside en Rosario, donde está finalizando el juicio por la causa Feced que también lo tiene como imputado. Desde la Justicia Federal de esa ciudad se informó que su estado de salud es “precario”, por lo cual se decidió evaluarlo mediante videconferencia este viernes a las 10. Según dijo Carnero, la confusión se originó en que el abogado Eligio Abel González, quien representó a Díaz Bessone hasta hace pocas horas, informó mal el domicilio.

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Infografía de la causa

Causa Harguindeguy: en el inicio del juicio no compareció Díaz Bessone

El represor fue buscado en un domicilio de Buenos Aires, pero estaba en Rosario. El Tribunal evaluará su estado de salud el viernes, por videoconferencia. Este miércoles comenzó la lectura de las requisitorias de elevación a juicio, que continuará este jueves. Se investigan crímenes de lesa humanidad cometidos en Concepción del Uruguay, Concordia y Gualeguaychú durante la última dictadura cívico militar.

 

Fuente: Diario UNO

El juicio por la Causa Harguindeguy comenzó este miércoles por la mañana en Paraná aunque con demoras, ya que no compareció Ramón Genaro Díaz Bessone, uno de los imputados por crímenes de lesa humanidad en Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. El represor debía ser llevado desde su casa de Buenos Aires hasta el Consejo de la Magistratura, desde donde seguiría el juicio por videoconferencia, pero el Servicio Penitenciario Federal no lo encontró en el domicilio. Finalmente se supo que en realidad está residiendo en Rosario y que por ese motivo no lo habían encontrado. El viernes evaluarán su estado de salud.

Según se explicó, el imputado, quien tiene prisión domiciliaria, no se encontraba en su domicilio porteño y el encargado del edificio que habita habría señalado que había viajado a Paraná. Ante esa situación, la querella pidió su detención; mientras que el defensor oficial Mario Franchi solicitó la suspensión momentánea de la audiencia.

Tras un cuarto intermedio, el Tribunal ordenó un allanamiento en el domicilio de Díaz Bessone y su inmediata detención, y dio inicio a la lectura de los requerimientos de elevación a juicio.

Finalmente se informó que el abogado Eligio Abel González, quien representaba al ex militar hasta hace pocas horas, fue quien informó mal la dirección. Díaz Bessone no se encontraba en Capital Federal sino en Rosario. Entonces se dejó sin efecto la orden de allanamiento y detención.

Como la salud de Díaz Bessone se encuentra desmejorada, se decidió que el viernes a las 10 se realice una videconferencia con Rosario, duarante la cual los jueces evaluarán cuáles son sus condiciones con la intervención de peritos médicos de parte.

Albano Harguindeguy, por su parte, siguió la primera audiencia desde una pantalla instalada en la sede del Consejo de la Magistratura, en Buenos Aires.

En esta primera jornada se realizó la lectura de la requisitoria fiscal de elevación a juicio por los delitos cometidos en Concepción del Uruguay. Este jueves continuará la querella, para luego continuar por los crímenes de Concordia y Gualeguaychú.

Militantes, familiares y allegados a las víctimas de la última dictadura cívico militar se acercaron desde las tres ciudades para presenciar el juicio, al que calificaron como «histórico».

 

La megacausa

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná inició así el juicio oral y público por tres expedientes acumulados: Nº 1960/10: “Harguindeguy, Albano Eduardo y otros s/inf. art. 151 y otros del C.P.” (por hechos cometidos en Concepción del Uruguay); Nº 1991/10 “Díaz Bessone, Ramón Genaro y otros s/ inf. art. 141 y otros del C.P.” (por hechos cometidos en Concordia) y Nº 2138/11 “Valentino, Juan Miguel y otros s/ inf. art. 141 y otros del C.P.” (por hechos cometidos en Gualeguaychú).

Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior de la dictadura, es uno de los imputados y afrontará por primera vez un juicio en su contra. Los otros son Ramón Genaro Díaz Bessone –el único con condena hasta el momento–, Naldo Miguel Dasso, Juan Miguel Valentino, Santiago Carlos Hector Kelly Del Moral (los cuatro del Ejército); Francisco Crescenzo, Julio Cesar Rodríguez (ambos de la Policía Federal); Juan Carlos Mondragón y Marcelo Alfredo Perez (Policía de Entre Ríos).
Además el Tribunal indicó que de los nueve imputados, cuatro son octogenarios (Harguindeguy, Díaz Bessone, Crescenzo y Dasso); cuatro, septuagenarios (Rodríguez, Valentino, Mondragón, y Perez), y que el más joven, con 57 años de edad, es Kelly del Moral.

Han prestado declaración a lo largo del proceso: Harguindeguy, Díaz Bessone, Rodríguez, Mondragón y Kelly del Moral. Los encausados restantes, hicieron uso del derecho de abstenerse de hacerlo.

 

Víctimas y testigos

Las víctimas son 29 varones y una mujer. De las 30, cuatro están desaparecidas: Julio Alberto Solaga, Sixto Francisco Salazar, Norma Beatriz González y Oscar Alfredo Dezorzi.

En la primera causa declararán en el debate 43 testigos; en la segunda 66 y en la tercera, 90; sumando un total de 199 declarantes.

Marina Herbel de Pajares y José Ignacio Candioti actuarán como fiscales. María Isabel Caccioppoli se desempeñará representando al querellante César Román (junto a Marcelo Baridón), a Juan Carlos Romero (en forma conjunta con Guillermo Mulet), a Estela Solaga de Moreno (quien también estará representada por Arturo Goldstraj) y a Sandra Daniela Salazar (junto a Rubén Pagliotto). Y en representación de Carlos Martínez Paiva, actuarán Marcelo Baridón y Álvaro Piérola.

Las defensas de Harguindeguy, Rodríguez, Crescenzo y Dasso serán ejercidas por el defensor oficial Mario Roberto Franchi y por la codefensora Noelia Quiroga. Defenderán a Kelly del Moral Ricardo Alberto Saint Jean y Guillermo Morales; a Mondragón y Pérez, Rubén Alfredo Gallardo; a Valentino, Gerardo Ibáñez y a Díaz Bessone, Eligio Abel González y Gonzalo Pablo Miño.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal que sustanciará el debate está integrado por Lilia Carnero, en su carácter de presidenta de la causa, Roberto López Arango y Noemí Berros, y como juez sustituto Mateo José Busaniche, miembro titular de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná.

Las audiencias se llevarán a cabo en la sede judicial de calle 25 de Mayo 256 de la Capital entrerriana, de miércoles a viernes, exceptuándose los feriados y el 4 de abril.